/ martes 5 de septiembre de 2023

Tiempos y Espacios | Remolino

por Raler

“Todo el mundo está hablando de los buenos tiempos ¿cierto?, todos los buenos viejos tiempos, buenos tiempos. Bueno, pues hablemos de los viejos tiempos” -Gladys knight.

Después de la graduación de secundaria, clase 75-78, sólo quedaron los recuerdos que, atesoraríamos para los tiempos venideros. Anécdotas como ésta, plasmada de detalles que en su momento se adelantaba a su tiempo con la seguridad de ser una profecía: Reunidos alrededor de una amplia mesa en la biblioteca municipal por las tardes, prestos a realizar la tarea escolar, el líder del equipo al terminar su encomienda cerraba los ojos provocando poderosamente llamar la atención, dejándonos a la expectativa; tras largo silencio preguntábamos azorados: -“ ¿Remo¬, estás bien? “. “Remolino”, respondía un “Sí” rotundo, seguido de: -“ no me interrumpan, viajo por los continentes ”. Al instante volvíamos nuestras miradas creyendo que los mapas geográficos que coloreábamos taladraban su mente brillante. Sin réplica continuábamos con nuestra labor considerando merecido su “tourist lapsus”.

Después de breves minutos, sonreía y platicaba atrapando nuevamente la atención del imberbe equipo: - “Visité Alaska, sud américa, Europa; subí las pirámides de Egipto, la torre Eiffel; navegué en Venecia; Moscú, Japón, y vi canguros en Australia”. Soltábamos la carcajada interrumpida por un: “¡ssshhh!” unísono, de los demás usuarios del rico acervo bibliográfico.

Conocimos a “Remo” en los “Boy Scouts” que con orgullo, otro gran Ser: “Fily”Cano, nos guiaba al grupo a principios de la década de los 70. Por muchos años se consolidó como una gran asociación civil. Ahí se forjaron muchos de nuestros amigos, profesionistas hoy en día. La estrella de Remo lo hacía diferente; su gran talento e inteligencia hizo de él, algo especial. Nuestra amistad se coronó en la secundaria; héroe de mil tardeadas, y de exposiciones académicas; su sombra bastaba para hacer presencia. Pasaron 35 años sin vernos, sin comunicarnos hasta que, me llegó una foto por internet por parte de otro amigo: Juan Man, con una pregunta de examen doctoral:-“¿Quién cree que es el de azul?”. Por tres días traté de descifrar la “figura” hasta que me di por vencido.- “ Es Gerardo López Ávila “, me ayudó. -“Claro que es él . ¡Qué gusto! “. Hoy en día, seguimos en comunicación permanente e incluso hemos vuelto a rodear una mesa pero, ésta vez con café de olla con piloncillo, y algunos clamatos; acompañados de otro inolvidable del Parral, radicado en Chicago que ensalzó la charla con sus tremendas andanzas: Greg Ramos.

“Mi barrio “Alfareña”; dice, Remo:- “ me vio partir a E.U. Llegué a Pecos, Tx en el 78; trabajé en un hotel; me casé con Jane, quien me dio a mis dos lindos hijos; al obtener le residencia pude activarme en el ramo petrolero. Me enlisté en la U.S NAVY en el 86, desde el nivel mínimo logré ascender y embarcarme en el porta anfibios USS Álamo LSD 33 para el transporte de tropas hacia las partes del mundo que… ¡les describía en la biblioteca! – carcajadas-.

Más tarde fui asignado a la escuela de mecánicos para motores de propulsión, en Tennessee. Luego vendría San Diego en el escuadrón de aviones S3 -caza submarinos- . Del 88 al 91 participé en ejercicios militares Rusia-EU en el Mar de Bering. Seguiría: Corea, Hawaii, Hong Kong…. En el porta aviones USS Carl Vinson CVN 70 decomisamos en el 95, barcos cisternas en el Golfo pérsico; siguió Australia pero: ¡ya no estaban mis canguros!” – volvieron las risotadas haciendo eco en la taza que contenía a aquél rico café-.

“Para enero del 97 formaba parte de la patrulla fronteriza. Seguí en servicio para una agencia de seguridad del gobierno, viajando por todas partes”.

Al mismo tiempo, Greg y yo, dijimos: “ ¡Tus sueños se hicieron realidad!, lo de “Remo” era una señal, ¡Marino!”. El timbre de un teléfono interrumpió las risas y aquellas horas de charla sobre el mantel que notamos haberle salido arrugas al percatarse que se habían repasado 35 años. Años, que en minutos “Remo” recorría con solo cerrar sus ojos predictores en secundaria. Y ahora, con una gran lucidez. Los abrazos y promesas de volvernos a ver sonaron a frases de una novela de Alejandro Dumas. Despedida, no fue, sino un ¡hasta luego! que aquella tarde de verano en nuestro viejo Parral acompañó la brisa de lluvia, disimulando la lágrima que contenía un mar de recuerdos.

Ramón Lerma | Profesor

por Raler

“Todo el mundo está hablando de los buenos tiempos ¿cierto?, todos los buenos viejos tiempos, buenos tiempos. Bueno, pues hablemos de los viejos tiempos” -Gladys knight.

Después de la graduación de secundaria, clase 75-78, sólo quedaron los recuerdos que, atesoraríamos para los tiempos venideros. Anécdotas como ésta, plasmada de detalles que en su momento se adelantaba a su tiempo con la seguridad de ser una profecía: Reunidos alrededor de una amplia mesa en la biblioteca municipal por las tardes, prestos a realizar la tarea escolar, el líder del equipo al terminar su encomienda cerraba los ojos provocando poderosamente llamar la atención, dejándonos a la expectativa; tras largo silencio preguntábamos azorados: -“ ¿Remo¬, estás bien? “. “Remolino”, respondía un “Sí” rotundo, seguido de: -“ no me interrumpan, viajo por los continentes ”. Al instante volvíamos nuestras miradas creyendo que los mapas geográficos que coloreábamos taladraban su mente brillante. Sin réplica continuábamos con nuestra labor considerando merecido su “tourist lapsus”.

Después de breves minutos, sonreía y platicaba atrapando nuevamente la atención del imberbe equipo: - “Visité Alaska, sud américa, Europa; subí las pirámides de Egipto, la torre Eiffel; navegué en Venecia; Moscú, Japón, y vi canguros en Australia”. Soltábamos la carcajada interrumpida por un: “¡ssshhh!” unísono, de los demás usuarios del rico acervo bibliográfico.

Conocimos a “Remo” en los “Boy Scouts” que con orgullo, otro gran Ser: “Fily”Cano, nos guiaba al grupo a principios de la década de los 70. Por muchos años se consolidó como una gran asociación civil. Ahí se forjaron muchos de nuestros amigos, profesionistas hoy en día. La estrella de Remo lo hacía diferente; su gran talento e inteligencia hizo de él, algo especial. Nuestra amistad se coronó en la secundaria; héroe de mil tardeadas, y de exposiciones académicas; su sombra bastaba para hacer presencia. Pasaron 35 años sin vernos, sin comunicarnos hasta que, me llegó una foto por internet por parte de otro amigo: Juan Man, con una pregunta de examen doctoral:-“¿Quién cree que es el de azul?”. Por tres días traté de descifrar la “figura” hasta que me di por vencido.- “ Es Gerardo López Ávila “, me ayudó. -“Claro que es él . ¡Qué gusto! “. Hoy en día, seguimos en comunicación permanente e incluso hemos vuelto a rodear una mesa pero, ésta vez con café de olla con piloncillo, y algunos clamatos; acompañados de otro inolvidable del Parral, radicado en Chicago que ensalzó la charla con sus tremendas andanzas: Greg Ramos.

“Mi barrio “Alfareña”; dice, Remo:- “ me vio partir a E.U. Llegué a Pecos, Tx en el 78; trabajé en un hotel; me casé con Jane, quien me dio a mis dos lindos hijos; al obtener le residencia pude activarme en el ramo petrolero. Me enlisté en la U.S NAVY en el 86, desde el nivel mínimo logré ascender y embarcarme en el porta anfibios USS Álamo LSD 33 para el transporte de tropas hacia las partes del mundo que… ¡les describía en la biblioteca! – carcajadas-.

Más tarde fui asignado a la escuela de mecánicos para motores de propulsión, en Tennessee. Luego vendría San Diego en el escuadrón de aviones S3 -caza submarinos- . Del 88 al 91 participé en ejercicios militares Rusia-EU en el Mar de Bering. Seguiría: Corea, Hawaii, Hong Kong…. En el porta aviones USS Carl Vinson CVN 70 decomisamos en el 95, barcos cisternas en el Golfo pérsico; siguió Australia pero: ¡ya no estaban mis canguros!” – volvieron las risotadas haciendo eco en la taza que contenía a aquél rico café-.

“Para enero del 97 formaba parte de la patrulla fronteriza. Seguí en servicio para una agencia de seguridad del gobierno, viajando por todas partes”.

Al mismo tiempo, Greg y yo, dijimos: “ ¡Tus sueños se hicieron realidad!, lo de “Remo” era una señal, ¡Marino!”. El timbre de un teléfono interrumpió las risas y aquellas horas de charla sobre el mantel que notamos haberle salido arrugas al percatarse que se habían repasado 35 años. Años, que en minutos “Remo” recorría con solo cerrar sus ojos predictores en secundaria. Y ahora, con una gran lucidez. Los abrazos y promesas de volvernos a ver sonaron a frases de una novela de Alejandro Dumas. Despedida, no fue, sino un ¡hasta luego! que aquella tarde de verano en nuestro viejo Parral acompañó la brisa de lluvia, disimulando la lágrima que contenía un mar de recuerdos.

Ramón Lerma | Profesor