/ miércoles 29 de septiembre de 2021

Sobremesa | Estudiar la vida

Es muy cierto que la preparación académica no lo es todo, debemos considerarla muy útil. La escolaridad, los años que pasamos en la escuela deben ser aprovechados al máximo, nos brindan un cúmulo de conocimientos que al ser adquiridos, se convierten en nuestro patrimonio. Un patrimonio dicho sea de paso, no nos puede ser arrebatado.

El tiempo que pasamos en la escuela, nos provee de momentos de socialización, formación e instrucción. Todo ello es útil. Depende de cada uno de nosotros, encontrarles el mayor beneficio.

Si bien es cierto la vida es una gran maestra, también debemos considerar que nosotros debemos ser unos buenos alumnos. Permanecer en un estado de apertura, recibiendo con los brazos abiertos las oportunidades de aprendizaje que se presentan. Si contamos con la fortuna de que se nos envíe a la escuela, no se diga de cursar una carrera universitaria, se debe de extraer de esos años lectivos la riqueza que nos ofrecen.

Es entonces que estudiar la vida, es necesario. Estudiar la vida no es otra cosa más que con total conciencia, observarla, y meditar sobre los intrincados caminos que se presentan.

“Conócete a ti mismo” es un consejo, un dicho que viene de la filosofía, de la antigüa Grecia. Cuando lo oímos, pensamos en la necesidad de hacer introspección.

En la civilización Griega, este consejo, por el contrario, era un proyecto de futuro. Lo que significaba es que cada uno de nosotros debe preocuparse por lo que hace, por lo que dice, debe analizar, conocer cuál es su comportamiento, para de esa manera cambiarlo, dirigirlo. Se dice que la frase estaba inscrita en el templo de Apolo en Delfos, es decir que se trataba de una recomendación divina. Y esa recomendación era como una especie de pauta de comportamiento, incorporar a nuestro día a día un momento para sentir, más que para pensar: respirar profundamente y experimentar como el aire llena los pulmones, inflar el vientre; emulando la respiración de cuando somos bebes… en fin aquietar la mente primero, para después ahondar en el alma, en nosotros… nuestra esencia.

En la escuela en los últimos días estamos viendo lo esencial de estudiar la vida, nuestras emociones. Conocernos a nosotros mismos, se ha vuelto importante. Saber que nuestra salud mental juega un importante papel en el desarrollo de nuestra existencia.

Volvimos a la rutina. Volvimos al trabajo, a la escuela, vamos incorporando eventos sociales a la agenda, paulatinamente.

Nuevos protocolos de socialización van entrando a la usanza común. Estudiar la vida, se convierte en una tarea fundamental para los seres humanos que vivimos esta contemporaneidad. Conocernos a nosotros, diseccionar nuestras emociones y nombrarlas. Saber cómo nos comportamos y por qué, mediante la vida en comunidad van apareciendo normas, claves, reglas que van marcando nuestra manera de relacionarnos.

Hoy más que nunca debemos ser alumnos de esta vida, que se cierne con particularidades propias de la época que nos toca vivir. Por fortuna tenemos la experiencia de las civilizaciones greco latinas, del oriente y las precolombinas. La historia nos muestra como se ha sobrevivido a pandemias, guerras y eventos catastróficos. La humanidad se alza victoriosa ante todo ello. Solo la reflexión y el análisis de la vida nos pueden llevar a coronarnos como seres plenos y felices.

Aprovechemos las interacciones sociales para conocernos más a nosotros mismos, para adentrarnos en nuestro corazón. La escuela, el trabajo, la calle nos proveen de un sin número de experiencias, aprovechemos este tiempo para vivir con conciencia.

Ana Verónica Torres Licon | Docente / Escritora


Es muy cierto que la preparación académica no lo es todo, debemos considerarla muy útil. La escolaridad, los años que pasamos en la escuela deben ser aprovechados al máximo, nos brindan un cúmulo de conocimientos que al ser adquiridos, se convierten en nuestro patrimonio. Un patrimonio dicho sea de paso, no nos puede ser arrebatado.

El tiempo que pasamos en la escuela, nos provee de momentos de socialización, formación e instrucción. Todo ello es útil. Depende de cada uno de nosotros, encontrarles el mayor beneficio.

Si bien es cierto la vida es una gran maestra, también debemos considerar que nosotros debemos ser unos buenos alumnos. Permanecer en un estado de apertura, recibiendo con los brazos abiertos las oportunidades de aprendizaje que se presentan. Si contamos con la fortuna de que se nos envíe a la escuela, no se diga de cursar una carrera universitaria, se debe de extraer de esos años lectivos la riqueza que nos ofrecen.

Es entonces que estudiar la vida, es necesario. Estudiar la vida no es otra cosa más que con total conciencia, observarla, y meditar sobre los intrincados caminos que se presentan.

“Conócete a ti mismo” es un consejo, un dicho que viene de la filosofía, de la antigüa Grecia. Cuando lo oímos, pensamos en la necesidad de hacer introspección.

En la civilización Griega, este consejo, por el contrario, era un proyecto de futuro. Lo que significaba es que cada uno de nosotros debe preocuparse por lo que hace, por lo que dice, debe analizar, conocer cuál es su comportamiento, para de esa manera cambiarlo, dirigirlo. Se dice que la frase estaba inscrita en el templo de Apolo en Delfos, es decir que se trataba de una recomendación divina. Y esa recomendación era como una especie de pauta de comportamiento, incorporar a nuestro día a día un momento para sentir, más que para pensar: respirar profundamente y experimentar como el aire llena los pulmones, inflar el vientre; emulando la respiración de cuando somos bebes… en fin aquietar la mente primero, para después ahondar en el alma, en nosotros… nuestra esencia.

En la escuela en los últimos días estamos viendo lo esencial de estudiar la vida, nuestras emociones. Conocernos a nosotros mismos, se ha vuelto importante. Saber que nuestra salud mental juega un importante papel en el desarrollo de nuestra existencia.

Volvimos a la rutina. Volvimos al trabajo, a la escuela, vamos incorporando eventos sociales a la agenda, paulatinamente.

Nuevos protocolos de socialización van entrando a la usanza común. Estudiar la vida, se convierte en una tarea fundamental para los seres humanos que vivimos esta contemporaneidad. Conocernos a nosotros, diseccionar nuestras emociones y nombrarlas. Saber cómo nos comportamos y por qué, mediante la vida en comunidad van apareciendo normas, claves, reglas que van marcando nuestra manera de relacionarnos.

Hoy más que nunca debemos ser alumnos de esta vida, que se cierne con particularidades propias de la época que nos toca vivir. Por fortuna tenemos la experiencia de las civilizaciones greco latinas, del oriente y las precolombinas. La historia nos muestra como se ha sobrevivido a pandemias, guerras y eventos catastróficos. La humanidad se alza victoriosa ante todo ello. Solo la reflexión y el análisis de la vida nos pueden llevar a coronarnos como seres plenos y felices.

Aprovechemos las interacciones sociales para conocernos más a nosotros mismos, para adentrarnos en nuestro corazón. La escuela, el trabajo, la calle nos proveen de un sin número de experiencias, aprovechemos este tiempo para vivir con conciencia.

Ana Verónica Torres Licon | Docente / Escritora