/ lunes 5 de agosto de 2019

Poetas Malditos

A diario compartimos un saludo, una charla, un café, y las risas por un chiste. Cuando conversamos acerca de la poesía, siempre coincidimos que los poetas padecen de una Maldición. Mucho se ha escrito de esto que, como etiqueta, se les distingue con su don de esgrimir la pluma para construir poemas con versos más excelsos, perforando el corazón del papel y del lector, haciéndolo vibrar y viajar fantásticamente, montado en sus letras.

“ Más de una vez morí en desconsuelo, y ninguna fue para amar mis derrotas.” -Jorge Sandoval-

El autor parralense del verso anterior es con quien coincidimos sobre dicha acción maldita que, en su Haber tienen algunos bardos.

En su obra: “ PEQUEÑA DICHA DE NÁUSEA”, plasmada en excelentes, profundos, e intensos poemas, impresos en libro, refleja parte de esa personalidad que lo ameritan como otros tantos a pertenecer a este selecto grupo.

Parafraseamos a los poetas parralenses: Carlos Montemayor, prologando la obra “ DUNAS “, del paisano Víctor Aldrete: “…decía que mi padre y él (Víctor) eran poetas malditos…”. Así mismo, Federico Corral Vallejo, escribe en el prólogo de la obra del Lic. Sandoval. “… Pequeña dicha de náusea, título que evoca - per se- a la generación de los poetas malditos, surgida en la Francia en el siglo XIX, de tal revolución poética sobresalen: Baudelaire, Rimbraud, Verlaine, y Mallarmé; a quienes seguramente por el tono y la temática, nuestro novel bardo admira y se siente influido…”.

---…en paz descanse el hombre silencioso que dormitaba tranquilo sobre un pequeño verso: “ Comprendí que me odiabas al sentir el silencio entre tus risas ”. ---

Este, y muchos más, son los excelentes poemas que conforman su primer hijo de papel, presentado en el Centro Cultural Palacio Alvarado. Después de la ceremonia, en un facsímil que nos obsequia, lo dedica:

“ Las horas de la madrugada son cancioncitas que el dios Baco nos canta al oído. Son pesares pervertidos, destilados con pestañas que dejan ver bellas mujeres, y medias copas de vino… Para mi amigo y compañero lobo…”.


Gracias, Jorge; nos encanta tu estilo, admiramos tu obra y esperamos con ansias tu siguiente libro que ya está en prensa. Les confieso que tuve que subrayar con marcatextos cada parte que me gustó, hasta al final me percaté que, le cambié a las páginas su color original. Perdón.

“ Lo normal es un reflejo deformado del espejo de Dios ”. “Ni amigos ni compañeros; sólo peones del mismo juego ”. (…seguía subrayando…).

¡ Buen día !


A diario compartimos un saludo, una charla, un café, y las risas por un chiste. Cuando conversamos acerca de la poesía, siempre coincidimos que los poetas padecen de una Maldición. Mucho se ha escrito de esto que, como etiqueta, se les distingue con su don de esgrimir la pluma para construir poemas con versos más excelsos, perforando el corazón del papel y del lector, haciéndolo vibrar y viajar fantásticamente, montado en sus letras.

“ Más de una vez morí en desconsuelo, y ninguna fue para amar mis derrotas.” -Jorge Sandoval-

El autor parralense del verso anterior es con quien coincidimos sobre dicha acción maldita que, en su Haber tienen algunos bardos.

En su obra: “ PEQUEÑA DICHA DE NÁUSEA”, plasmada en excelentes, profundos, e intensos poemas, impresos en libro, refleja parte de esa personalidad que lo ameritan como otros tantos a pertenecer a este selecto grupo.

Parafraseamos a los poetas parralenses: Carlos Montemayor, prologando la obra “ DUNAS “, del paisano Víctor Aldrete: “…decía que mi padre y él (Víctor) eran poetas malditos…”. Así mismo, Federico Corral Vallejo, escribe en el prólogo de la obra del Lic. Sandoval. “… Pequeña dicha de náusea, título que evoca - per se- a la generación de los poetas malditos, surgida en la Francia en el siglo XIX, de tal revolución poética sobresalen: Baudelaire, Rimbraud, Verlaine, y Mallarmé; a quienes seguramente por el tono y la temática, nuestro novel bardo admira y se siente influido…”.

---…en paz descanse el hombre silencioso que dormitaba tranquilo sobre un pequeño verso: “ Comprendí que me odiabas al sentir el silencio entre tus risas ”. ---

Este, y muchos más, son los excelentes poemas que conforman su primer hijo de papel, presentado en el Centro Cultural Palacio Alvarado. Después de la ceremonia, en un facsímil que nos obsequia, lo dedica:

“ Las horas de la madrugada son cancioncitas que el dios Baco nos canta al oído. Son pesares pervertidos, destilados con pestañas que dejan ver bellas mujeres, y medias copas de vino… Para mi amigo y compañero lobo…”.


Gracias, Jorge; nos encanta tu estilo, admiramos tu obra y esperamos con ansias tu siguiente libro que ya está en prensa. Les confieso que tuve que subrayar con marcatextos cada parte que me gustó, hasta al final me percaté que, le cambié a las páginas su color original. Perdón.

“ Lo normal es un reflejo deformado del espejo de Dios ”. “Ni amigos ni compañeros; sólo peones del mismo juego ”. (…seguía subrayando…).

¡ Buen día !