/ sábado 29 de junio de 2019

Nunca es Tarde

En la biblia encontramos una historia muy interesante de un hombre llamado Caleb que le dijo a Dios en cierta ocasión “"Dame, pues ahora este monte" (Josué 14.12). Él quería el monte para conquistarlo, instalarse y comenzar una nueva vida. Lo interesante en esta historia, es que Tenía 85 años de edad. ¿No estaba ya demasiado viejo para conquistar territorios e instalarse en una nueva tierra? ¡Por supuesto que no! Él había esperado toda una vida para recibir la promesa de Dios, y estaba tan deseoso de ver su sueño convertido en una realidad, como lo había estado cuando tenía 40 años, la primera vez que exploró aquella tierra (Números 13-14). Le dijo a Josué, su líder, "Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora" (Jos. 14.11). Caleb sabía cómo mantenerse joven y productivo. Tuvo que esperar años para que la bendición de Dios se materializara, pero nunca perdió la esperanza, nunca dejó de soñar, y nunca puso en duda la bondad de Dios. Tenía un objetivo fijo, y ni siquiera 40 años de deambular por el desierto fueron suficientes para que eso lo desalentara o desanimara. Josué y Caleb se mantuvieron fieles, creyeron que regresarían a aquella tierra que habían explorado, y que Dios les prometió que se las daría, y tenían la confianza de que la próxima vez que entraran en la tierra la conquistarían. Esta verdad fue su motivación. Esta verdad los mantuvo inspirados. Podemos imaginarlos levantándose cada mañana, pensando en la promesa de Dios. Son muchas las personas que temen soñar porque creen que sus sueños son demasiado grandes para Dios. Y con el respeto que usted me merece estimado lector, quisiera preguntarle este día ¿adónde se fueron sus sueños? ¿Qué ha sido de aquellas ilusiones que lo mantuvieron ilusionado por un tiempo? Día con día veo las calles de la ciudad llenas de personas deambulando absortos en recuerdos y que están tratando de vivir con sus sueños destrozados. Por muchas razones, han visto que sus vidas han dado un giro triste, y ahora se preguntan qué les deparará el futuro. Están físicamente enfermos por el desengaño, y tienen la necesidad de aliviar su dolor. Bueno estimado lector, creo que es tiempo de continuar el camino. Entonces ¿Qué hacer? Seguir adelante y no permitir que las circunstancias le roben sus sueños, sino más bien aprender de ellas. Si usted se encuentra ahora en una situación difícil, pídale al Señor que le dé una promesa de esperanza y aférrese a ella. En segundo lugar mantenga vivo su amor por Dio. La palabra de Dios dice: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. (Marcos 12:30) Amor incondicional es lo que Dios le da, y eso es lo que Él quiere Él espera de usted. En tercer lugar, tomando en cuenta el comentario de algunos expertos de la salud que hablan de los beneficios de la risa, aprendamos a reír cada día. La risa, dicen ellos, es uno de los mejores remedios para curar la tristeza, el desánimo y la desilusión. Creo que Jesús fue una persona feliz que reía mucho; por la Biblia podemos ver que a la gente le gustaba estar con Él. La gente se siente naturalmente atraída por las personas cuyos rostros reflejan amor y regocijo. Y finalmente, aprenda a dejar atrás el pasado. Olvide los fracasos y las frustraciones. Las personas que están constantemente mirando hacia atrás no pueden avanzar. En vez de alimentar remordimientos por cosas que sucedieron años atrás, aprenda a vivir en el presente y a tener un gran sueño y una esperanza en cuanto al futuro. Dios quiere que usted aprenda de sus errores, pero también que siga avanzando. Las palabras de Pedro nos alientan a poner todas nuestras preocupaciones y ansiedades sobre el Señor (1 Pedro 5:7). O quedamos atrapados por el pasado, o podemos avanzar hacia la libertad, la esperanza y la promesa, confiando en que Dios va a responder las oraciones más genuinas de nuestros corazones. Termino dejando este versículo de la palabra de Dios en su corazón: “Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante” (Filipenses 3:13)

Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

En la biblia encontramos una historia muy interesante de un hombre llamado Caleb que le dijo a Dios en cierta ocasión “"Dame, pues ahora este monte" (Josué 14.12). Él quería el monte para conquistarlo, instalarse y comenzar una nueva vida. Lo interesante en esta historia, es que Tenía 85 años de edad. ¿No estaba ya demasiado viejo para conquistar territorios e instalarse en una nueva tierra? ¡Por supuesto que no! Él había esperado toda una vida para recibir la promesa de Dios, y estaba tan deseoso de ver su sueño convertido en una realidad, como lo había estado cuando tenía 40 años, la primera vez que exploró aquella tierra (Números 13-14). Le dijo a Josué, su líder, "Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora" (Jos. 14.11). Caleb sabía cómo mantenerse joven y productivo. Tuvo que esperar años para que la bendición de Dios se materializara, pero nunca perdió la esperanza, nunca dejó de soñar, y nunca puso en duda la bondad de Dios. Tenía un objetivo fijo, y ni siquiera 40 años de deambular por el desierto fueron suficientes para que eso lo desalentara o desanimara. Josué y Caleb se mantuvieron fieles, creyeron que regresarían a aquella tierra que habían explorado, y que Dios les prometió que se las daría, y tenían la confianza de que la próxima vez que entraran en la tierra la conquistarían. Esta verdad fue su motivación. Esta verdad los mantuvo inspirados. Podemos imaginarlos levantándose cada mañana, pensando en la promesa de Dios. Son muchas las personas que temen soñar porque creen que sus sueños son demasiado grandes para Dios. Y con el respeto que usted me merece estimado lector, quisiera preguntarle este día ¿adónde se fueron sus sueños? ¿Qué ha sido de aquellas ilusiones que lo mantuvieron ilusionado por un tiempo? Día con día veo las calles de la ciudad llenas de personas deambulando absortos en recuerdos y que están tratando de vivir con sus sueños destrozados. Por muchas razones, han visto que sus vidas han dado un giro triste, y ahora se preguntan qué les deparará el futuro. Están físicamente enfermos por el desengaño, y tienen la necesidad de aliviar su dolor. Bueno estimado lector, creo que es tiempo de continuar el camino. Entonces ¿Qué hacer? Seguir adelante y no permitir que las circunstancias le roben sus sueños, sino más bien aprender de ellas. Si usted se encuentra ahora en una situación difícil, pídale al Señor que le dé una promesa de esperanza y aférrese a ella. En segundo lugar mantenga vivo su amor por Dio. La palabra de Dios dice: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. (Marcos 12:30) Amor incondicional es lo que Dios le da, y eso es lo que Él quiere Él espera de usted. En tercer lugar, tomando en cuenta el comentario de algunos expertos de la salud que hablan de los beneficios de la risa, aprendamos a reír cada día. La risa, dicen ellos, es uno de los mejores remedios para curar la tristeza, el desánimo y la desilusión. Creo que Jesús fue una persona feliz que reía mucho; por la Biblia podemos ver que a la gente le gustaba estar con Él. La gente se siente naturalmente atraída por las personas cuyos rostros reflejan amor y regocijo. Y finalmente, aprenda a dejar atrás el pasado. Olvide los fracasos y las frustraciones. Las personas que están constantemente mirando hacia atrás no pueden avanzar. En vez de alimentar remordimientos por cosas que sucedieron años atrás, aprenda a vivir en el presente y a tener un gran sueño y una esperanza en cuanto al futuro. Dios quiere que usted aprenda de sus errores, pero también que siga avanzando. Las palabras de Pedro nos alientan a poner todas nuestras preocupaciones y ansiedades sobre el Señor (1 Pedro 5:7). O quedamos atrapados por el pasado, o podemos avanzar hacia la libertad, la esperanza y la promesa, confiando en que Dios va a responder las oraciones más genuinas de nuestros corazones. Termino dejando este versículo de la palabra de Dios en su corazón: “Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante” (Filipenses 3:13)

Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.