/ domingo 15 de marzo de 2020

Necesitamos Sanidad

Creo sinceramente que Dios está interesado en nuestro bienestar integral, dice en su palabra: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible…” (1 Tes. 5:23) Pero lamentablemente, muchas personas el día hoy no gozan de ese bienestar divino debido a heridas y de traumas del pasado producidas por otras personas o hechos.

Tales acontecimientos traen desequilibrios emocionales como fruto. Afectan de tal manera al ser humano que producen nefastos resultados. Por ejemplo, la ira y el desamor conducen a la agresión física y verbal. El odio, la amargura y el resentimiento a la venganza. La lascivia al adulterio. La falta de control personal a la violencia intrafamiliar. La depresión al retraimiento y a la improductividad, e inclusive puede llevar al suicidio en los casos más extremos.

Esas heridas “interiores” se manifiestan en la conversación. La vemos en las acciones. Se revela en las actitudes, y causa trastornos en la salud física. Forman paredes que aíslan de otros por temor de recibir nuevas heridas, y por el temor de que las heridas interiores y las debilidades salgan al descubierto.

Creo muy personalmente, que tales situaciones son en gran parte la cuna donde se mece la violencia en cualquier expresión y círculo donde la vemos hoy día. Y en tal caso, diría yo, nuestro mundo necesita sanidad interior. Tal sanidad implica una transformación y una renovación de nuestra alma, voluntad, emociones y mente por medio de la obra de Cristo en la cruz que ofrece mucho más que el perdón de pecados; también, ofrece el pago y la sanidad por completo del ser integral: espíritu, alma y cuerpo. En Isaías 53:4-5 leemos de la siguiente manera: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”

En la vida emocional no hay espacio ni tiempo, lo que afectó en el pasado (niñez, adolescencia, adultez) tiene vigencia en el presente y futuro. Los sentimientos y los pensamientos que se albergan al interior de nuestra mente, inciden de manera positiva o negativa en nuestras vidas. En el libro de los Proverbios leemos: “El corazón alegre constituye buen remedio, más el espíritu triste seca hasta los huesos” (Proverbios 17:22)

Dios conoce nuestra vida y las experiencias de nuestro pasado. Solo Él puede ir a los momentos dolorosos del pasado y poner su ungüento sanador en el presente. La sanidad interior es la presencia de Cristo sanando esas heridas internas que nos afectan. Jeremías 30:17 dice: “Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová” y Jeremías 33:6; “He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad” “He venido a sanar a los quebrantados de corazón” (LC. 4:18)

Jesucristo sanó en la cruz todas las heridas y dolencias humanas. Permita que el amor de Dios sea obrando en su ser para restauración interior. No vague caminando solo. No puede vivir por sus propias fuerzas, iría directo al fracaso, necesita a Dios, no es autosuficiente, necesita de Su amor.

Él le espera ahora mismo para alivianar su carga y darle descanso Mateo 11:28–29 dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar y hallaréis descanso para vuestras almas”

Estimado lector, rea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya la cielo.