/ viernes 26 de junio de 2020

Lo “inevitable en política”

De días para acá me ha tocado escuchar a varios actores políticos defender su decisión diciendo: “era inevitable” “fue una consecuencia necesaria” “era la única opción” Además una persona a quien respeto mucho, me daba el argumento que en ocasiones en ciertas decisiones políticas simplemente no se puede decidir. Como taladro, esas palabras golpean mi pensamiento, un pensamiento formado en la crítica, gracias a mis estudios en psicología y en filosofía.

Me he cuestionado si en realidad existe esa condición de necesidad en los actos políticos, o bien es sólo una falta de carácter o impostura política. Me he cuestionado incluso si existen eventos sociales en los que las leyes psicológicas y sociales intervengan y que en definitiva la respuesta individual sea sólo el ejercicio de las leyes inquebrantables de la naturaleza, esto motiva mi participación del día de hoy. ¿En realidad hay eventos en los que sólo reaccionamos?

En la participación política, tengo claro, existen niveles de decisión. Un nivel inferior puede opinar, discernir y criticar sobre como decidir o actuar en cierto tema de ámbito mayor (eso lo puede hacer cualquiera), pero poco podría incidir en su estado final. Las decisiones políticas se mueven en posiciones y capacidad de poder.

También es claro que hay temas en los que no entra de manera determinante la decisión humana. Ejemplo de ello es la duración o permanencia de la actual pandemia, y sus complicaciones en los organismos vivos.

Entonces el interés del presente escrito es discernir sobre aquellos momentos concretos en los que una persona se encuentra con la capacidad de decidir sobre un tema en el que su decisión tiene la capacidad de cambiar el orden o el estado actual de las cosas, entonces no está impedido a decidir por rango o por impedimento natural. ¿Existe una incapacidad de decisión de orden social o psicológica?

Sería imposible confrontarnos con este cuestionamiento desde la multitud de casos particulares y configuraciones de problemas, por tal retrotraeré casos concretos en los que las personas pueden sentirse en una incapacidad de decidir.

Suponga pues amigo lector que usted ocupa una posición política dentro de una estructura de poder y un superior le ordena realizar un acto que considera inadecuado o bien que va en contra de sus valores, discurso político o ideales. ¿Lo realizaría? Los hallazgos de Milgram (1963) nos dicen que sí, que un porcentaje mayor al 60% de las persona someten sus decisiones a la decisión de un rango mayor. Pero lo interesante de este experimento es que nunca el 100% de los individuos someten sus actos a la voluntad de un superior. Lo que nos lleva a pensar que este primer caso se refuta la idea de que exista un orden de imposibilidad. Los individuos que pueden ir en contra de las voces de sus superiores se caracterizan por una inteligencia superior y una fortaleza emocional bien desarrollada, además de un locus de control interno bien identificado, son líderes. Mientras que los individuos que deciden someterse son naturalmente subordinados.

Oro ejemplo pudiera ser que un co partidario de un grupo antagónico (la constitución y quid de la política) hace un obsequio a un miembro del grupo contrario, un automóvil, y le propone realizar una rifa del mismo, donde se beneficie únicamente la institución a la que pertenecen. El miembro que ha resultado benefactor asumirá que tiene una deuda moral con quien ha donado y trata de beneficiarlo en sus actos, en realidad como apuntas las investigaciones de Stroebe (1996) la persona ha sentido apoyo social y resguardo, en esos términos tratará de mantener mayor cercanía pues ha tomado la decisión de entregar su solidaridad. Pero la decisión ha sido tomada, no era inevitable.

Creo que en estos ejemplos es visible como, aunque pautas sociales y psicológicas, morales y éticas intervienen en el razonamiento humano, no existe una condición de necesidad restricta. Tal vez en ocasiones solo es que tomar partido es difícil y la formación o madurez no es suficiente o en su defecto la decisión se toma sin ser revelada.

De días para acá me ha tocado escuchar a varios actores políticos defender su decisión diciendo: “era inevitable” “fue una consecuencia necesaria” “era la única opción” Además una persona a quien respeto mucho, me daba el argumento que en ocasiones en ciertas decisiones políticas simplemente no se puede decidir. Como taladro, esas palabras golpean mi pensamiento, un pensamiento formado en la crítica, gracias a mis estudios en psicología y en filosofía.

Me he cuestionado si en realidad existe esa condición de necesidad en los actos políticos, o bien es sólo una falta de carácter o impostura política. Me he cuestionado incluso si existen eventos sociales en los que las leyes psicológicas y sociales intervengan y que en definitiva la respuesta individual sea sólo el ejercicio de las leyes inquebrantables de la naturaleza, esto motiva mi participación del día de hoy. ¿En realidad hay eventos en los que sólo reaccionamos?

En la participación política, tengo claro, existen niveles de decisión. Un nivel inferior puede opinar, discernir y criticar sobre como decidir o actuar en cierto tema de ámbito mayor (eso lo puede hacer cualquiera), pero poco podría incidir en su estado final. Las decisiones políticas se mueven en posiciones y capacidad de poder.

También es claro que hay temas en los que no entra de manera determinante la decisión humana. Ejemplo de ello es la duración o permanencia de la actual pandemia, y sus complicaciones en los organismos vivos.

Entonces el interés del presente escrito es discernir sobre aquellos momentos concretos en los que una persona se encuentra con la capacidad de decidir sobre un tema en el que su decisión tiene la capacidad de cambiar el orden o el estado actual de las cosas, entonces no está impedido a decidir por rango o por impedimento natural. ¿Existe una incapacidad de decisión de orden social o psicológica?

Sería imposible confrontarnos con este cuestionamiento desde la multitud de casos particulares y configuraciones de problemas, por tal retrotraeré casos concretos en los que las personas pueden sentirse en una incapacidad de decidir.

Suponga pues amigo lector que usted ocupa una posición política dentro de una estructura de poder y un superior le ordena realizar un acto que considera inadecuado o bien que va en contra de sus valores, discurso político o ideales. ¿Lo realizaría? Los hallazgos de Milgram (1963) nos dicen que sí, que un porcentaje mayor al 60% de las persona someten sus decisiones a la decisión de un rango mayor. Pero lo interesante de este experimento es que nunca el 100% de los individuos someten sus actos a la voluntad de un superior. Lo que nos lleva a pensar que este primer caso se refuta la idea de que exista un orden de imposibilidad. Los individuos que pueden ir en contra de las voces de sus superiores se caracterizan por una inteligencia superior y una fortaleza emocional bien desarrollada, además de un locus de control interno bien identificado, son líderes. Mientras que los individuos que deciden someterse son naturalmente subordinados.

Oro ejemplo pudiera ser que un co partidario de un grupo antagónico (la constitución y quid de la política) hace un obsequio a un miembro del grupo contrario, un automóvil, y le propone realizar una rifa del mismo, donde se beneficie únicamente la institución a la que pertenecen. El miembro que ha resultado benefactor asumirá que tiene una deuda moral con quien ha donado y trata de beneficiarlo en sus actos, en realidad como apuntas las investigaciones de Stroebe (1996) la persona ha sentido apoyo social y resguardo, en esos términos tratará de mantener mayor cercanía pues ha tomado la decisión de entregar su solidaridad. Pero la decisión ha sido tomada, no era inevitable.

Creo que en estos ejemplos es visible como, aunque pautas sociales y psicológicas, morales y éticas intervienen en el razonamiento humano, no existe una condición de necesidad restricta. Tal vez en ocasiones solo es que tomar partido es difícil y la formación o madurez no es suficiente o en su defecto la decisión se toma sin ser revelada.