/ sábado 24 de agosto de 2019

Dios ha ordenado un manto de alegría

A nadie no es ajeno la situación alarmante que vivimos como seres humanos. Crisis emociona, moral y psicológica de todo tipo, en todos los niveles y en toda escala, social, económico, familiar, político, económico, climático etc. Todo lo acontecido ha llevado a muchos a vivir constantemente en angustia sin saber que pasará mañana. Pero hay una palabra de Dios que trae aliento y esperanza a nuestras vidas. Dice en Isaías 61:3c “Dios ha ordenado…Manto de alegría en lugar del espíritu angustiado…” ¡Gloria a Dios por ello¡ ¡Animo mi estimado lector¡

La palabra ordenar, en el lenguaje bíblico, se utiliza como dar o servir. Poner delante. Establecer. En los momentos tristes y los momentos felices Dios ordena desde el cielo que se nos dé, se nos ponga delante un manto de alegría en lugar del espíritu angustiado.

En la antigüedad, cuando alguien estaba angustiado en Israel, se quitaba su manto, que era parte de su vestimenta, y se ponía una ropa de cilicio, con ello mostraba que estaba pasando por un momento de dolor o angustia. El cilicio era una tela oscura y áspera tejida generalmente con pelo de cabra o de camello y era símbolo de profunda tristeza y lamentación. Por otro lado, el manto de alegría era una túnica de colores que indicaba fiesta y agradecimiento. Era utilizado como ornamento en fiestas de júbilo. El manto también representa cobertura, es decir, estar cubierto.

Era ropas distinguidas que honraban a sus usuarios como Jacob cuando le dio una túnica, o manto de alegría, a su hijo José el soñador, distinguiéndole, o teniendo un aprecio especial por él por haberlo tenido en su vejez. (Génesis 37:3) Fue lo mismo que hizo el padre del hijo prodigo cuando este decidió regresar al padre. Le cambió el espíritu angustiado con que había regresado al padre, por el manto de fiesta, por el manto de alegría, le hizo fiesta. (Lucas 1:11-24) Otro caso fue el de la mujer enferma de flujo de sangre. Ella había visitado muchos médicos, había gastado todo lo que tenía, y no había podido salir del problema, antes al contrario, le iba peor. Pero ella buscó a Jesús cuando escuchó hablar de Él. Buscaba tocar el borde de su mano, así que empujó, empujó y empujó abriéndose paso entre la gente y llegó por detrás de la multitud y tocó su manto, pues decía “si tan solo tocare el borde de su manto ser sana” (Lucas 8:43-48) El manto de Jesús, fue el amanto de alegría de esta mujer. Ese día Jesús cambió el espíritu de angustia que ella traía a causa de la enfermedad, por su manto de alegría.

Y crea, estimado lector, que Jesús ha venido a ordenar con la misma autoridad con que echa fuera demonios. Con la misma autoridad que reprende al viento y a las olas que son contrarios, con esa misma autoridad viene a ordenar que la angustia, preocupación o dolor, no estén más sobre la vida de quienes se atreven a creer y confía en Él. Y me parece a mí, que los tiempos que estamos viviendo, son los precisos para buscar ponernos bajo la cubierta, protección, de Dios.

Le animo que ahora mismo le entregue a Dios todo cilicio, tristeza y angustia, toda enfermedad y preocupación etc. y pídale que en su gracia y misericordia le sea dado un manto de alegría. Que seas cubierto con la alegría con el gozo de Dios, porque el gozo de Dios es nuestra fortaleza.

Acuda al Padre celestial como lo hizo el hijo prodigo. Déjese amar por Dios como Jacob amaba a José. Tenga la fe que tuvo la mujer enferma.

El salmo 30:11 dice: “Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría.


Dios puede y quiere cambiar el lamento en baile. El espíritu angustiado por manto de alegría. La noche oscura por la luz del día. La tormenta en bonanza. El llanto en risa y el dolor en alegría.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.