/ viernes 5 de abril de 2024

Curanderos... / Cumplí años, el tiempo me recuerda que mi cuerpo envejece…

Decía mi abuelita que el deseo mas tonto que tuvo fue crecer, no se dio cuenta que si tenia un deseo lo desperdició en algo que iba a suceder, pero también iba a deteriorar su cuerpo, como si comprara un carro nuevo y pidiera uno con cien mil kilómetros, ¿quién pediría semejante tontería?, pero es increíble que muchos lo hemos solicitado, pensando en la adolescencia que a una edad que tendremos la vida resuelta, quizá creímos que a los treinta años se obtiene una estabilidad financiera, emocional y con salud para disfrutarla, pero al pasar esa edad apenas vamos comenzando a madurar en esos aspectos: con un trabajo que nos permita ciertos lujos, comenzando una familia y descuidamos la salud por la falsa creencia que siempre la tendremos.

La vida se trata de sentir que todo lo que hacemos es extraordinario, desde lo más simple que infravaloramos, como hacer pipi, si, en efecto orinar o defecar sin problemas es una de las muchas bendiciones que se nos ofrece a diario sin valorarla, pero quizá preguntando a un paciente con insuficiencia renal o a otro con cáncer de colon, que debe evacuar hacia una bolsita de colostomía por el abdomen, nos haría valorar lo que vemos como algo normal, movernos, abrir los ojos, caminar, pensar e incluso saber quienes somos, apenas el fin de semana mi mamá me dijo: “voy a visitar a mi amiga Angelina, espero me recuerde”, su amistad tiene más de cuarenta años pero de un tiempo para acá, el Alzheimer se apoderó de su mente y sus recuerdos, regresándoselos cruelmente de manera esporádica para que recuerde a sus seres queridos más cercanos (dentro de los que se encuentra mi mamá), y digo cruelmente porque al recordar, también recobra consciencia de la gran mujer que es, su lucha social, que dio clases a muchas generaciones donde realmente se preocupó por los alumnos, no sólo porque aprendieran un concepto.

En la actualidad, ese deseo que tuve se me hizo realidad y mi cuerpo creció junto con mis responsabilidades y mi panza jajaja!, pero ahora que se cumplió, me tomé el derecho a pedir otro de manera diaria: “Dios, concédeme la bendición este día en plenitud, si fuera tu voluntad”, no importa lo que me corresponda hacer, hoy le pido me deje ser su instrumento para servir al prójimo, esto dentro y fuera del consultorio, porque para servir al prójimo lo podemos hacer desde dar los buenos días, sonreír a las personas con quienes nos encontremos, dar las gracias, no se si me lo cumpla mañana pero hoy me lo concedió y le agradezco infinitamente.

Consciente estoy que mi cuerpo en un punto del futuro se va a deteriorar, pero procuro cuidarlo para que no sea algo catastrófico el día de mañana, en la medida de mis posibilidades me preparo para que cuando llegue ese momento, tenga muchos recuerdos buenos para fortalecerme en mis días malos junto con mi fe en Dios, sembrando amor y no odio, quizá en algún momento ofendí, pero evito hacerlo más para que sea más la gente que recuerde con afecto, a quienes digan: qué bueno que partió.

Cuidemos nuestro organismo, pero también nuestros pensamientos y sobre todo nuestras acciones, para no arrepentirnos en un futuro de lo que pudimos prevenir hoy.

Dr. Odín Isaac Gerónimo / Médico Cirujano Militar

Decía mi abuelita que el deseo mas tonto que tuvo fue crecer, no se dio cuenta que si tenia un deseo lo desperdició en algo que iba a suceder, pero también iba a deteriorar su cuerpo, como si comprara un carro nuevo y pidiera uno con cien mil kilómetros, ¿quién pediría semejante tontería?, pero es increíble que muchos lo hemos solicitado, pensando en la adolescencia que a una edad que tendremos la vida resuelta, quizá creímos que a los treinta años se obtiene una estabilidad financiera, emocional y con salud para disfrutarla, pero al pasar esa edad apenas vamos comenzando a madurar en esos aspectos: con un trabajo que nos permita ciertos lujos, comenzando una familia y descuidamos la salud por la falsa creencia que siempre la tendremos.

La vida se trata de sentir que todo lo que hacemos es extraordinario, desde lo más simple que infravaloramos, como hacer pipi, si, en efecto orinar o defecar sin problemas es una de las muchas bendiciones que se nos ofrece a diario sin valorarla, pero quizá preguntando a un paciente con insuficiencia renal o a otro con cáncer de colon, que debe evacuar hacia una bolsita de colostomía por el abdomen, nos haría valorar lo que vemos como algo normal, movernos, abrir los ojos, caminar, pensar e incluso saber quienes somos, apenas el fin de semana mi mamá me dijo: “voy a visitar a mi amiga Angelina, espero me recuerde”, su amistad tiene más de cuarenta años pero de un tiempo para acá, el Alzheimer se apoderó de su mente y sus recuerdos, regresándoselos cruelmente de manera esporádica para que recuerde a sus seres queridos más cercanos (dentro de los que se encuentra mi mamá), y digo cruelmente porque al recordar, también recobra consciencia de la gran mujer que es, su lucha social, que dio clases a muchas generaciones donde realmente se preocupó por los alumnos, no sólo porque aprendieran un concepto.

En la actualidad, ese deseo que tuve se me hizo realidad y mi cuerpo creció junto con mis responsabilidades y mi panza jajaja!, pero ahora que se cumplió, me tomé el derecho a pedir otro de manera diaria: “Dios, concédeme la bendición este día en plenitud, si fuera tu voluntad”, no importa lo que me corresponda hacer, hoy le pido me deje ser su instrumento para servir al prójimo, esto dentro y fuera del consultorio, porque para servir al prójimo lo podemos hacer desde dar los buenos días, sonreír a las personas con quienes nos encontremos, dar las gracias, no se si me lo cumpla mañana pero hoy me lo concedió y le agradezco infinitamente.

Consciente estoy que mi cuerpo en un punto del futuro se va a deteriorar, pero procuro cuidarlo para que no sea algo catastrófico el día de mañana, en la medida de mis posibilidades me preparo para que cuando llegue ese momento, tenga muchos recuerdos buenos para fortalecerme en mis días malos junto con mi fe en Dios, sembrando amor y no odio, quizá en algún momento ofendí, pero evito hacerlo más para que sea más la gente que recuerde con afecto, a quienes digan: qué bueno que partió.

Cuidemos nuestro organismo, pero también nuestros pensamientos y sobre todo nuestras acciones, para no arrepentirnos en un futuro de lo que pudimos prevenir hoy.

Dr. Odín Isaac Gerónimo / Médico Cirujano Militar