/ viernes 9 de febrero de 2024

Curanderos | La última voluntad…

Recientemente falleció un hombre que toda su vida se había considerado sano, un hombre ejemplar, buen padre, excelente abuelo, ciudadano responsable, que había mantenido su cuerpo con buenos hábitos hasta que comenzó con síntomas difusos que no aparentaban una enfermedad grave, pero algo no cuadraba en los síntomas y se refirió para que lo valorara un especialista, por parecer que se trataba de una enfermedad poco común, de tipo autoinmune, (donde el organismo ataca al propio cuerpo), reumatológica o cáncer.

Las enfermedades autoinmunes y reumatológicas se deben tratar por el médico especialista, hay padecimientos que se controlan, otros se curan y algunos sólo se les da vigilancia, quizá en este último caso es lo más pesado para el paciente, la familia, e incluso para nosotros, los doctores, es la situación más dolorosa, donde no podemos hacer mucho, buscando dar calidad de vida mientras pasa un desenlace fatal.

Ver marchitar a un ser humano es muy doloroso, no imagino que sentirá el paciente cuando se le informa que la ciencia médica no puede ofrecerle más alternativas y su cuerpo no responde como estaba acostumbrado, ¿qué pasará por su cabeza?, ¿qué pensará sabiendo que ya no tendrá cura, que al contrario, su enfermedad se complicará poco a poco?

Admiro el valor de ese paciente para decidir sus cuidados al final, tenía la bendición de una familia unida, muchos angelotes que lo cuidaron, pero a cada uno le dolió en el alma su partida, hoy ya no sufre, pero dejó un gran vacío al regresar con el Creador, pidiéndole a Dios fortaleza para sus deudos, muy posiblemente se fue con el pensamiento que dejaba una familia unida, llena de valores y virtudes.

Mi recuerdo de ese hombre es con admiración por el gran valor que demostró toda su vida, pero sobre todo al final, sabiendo que era pilar de su familia, le mando un abrazo hasta el cielo, viendo la gran semilla que dejó en su descendencia, quienes en sus actuar diario se ve reflejada la huella de ese gran ser humano.

Yo no imagino qué haría en una situación similar, mi padre está luchando contra el cáncer, él me ha enseñado a vivir cada día lo que le corresponde, no salió a comprarse una moto o aventarse de un paracaídas cuando recibió la noticia, me dijo que todos estamos luchando por nuestra vida, pero cuando nos dan el diagnóstico lo hacemos más conscientes, nos pidió a sus tres hijos seguir con nuestras vidas y disfrutáramos cada día en su honor.

Pero al recibir la noticia en primera persona… Dios me permita la fortaleza que he visto de cerca, porque no es fácil, por ello mi admiración, respeto y apoyo cuando un paciente se encuentra en esa situación en su última voluntad, incluso en ocasiones orientando a sus familiares en los cuidados paliativos.

Espero estas líneas, te hagan pensar en disfrutar el presente, porque mañana no sabemos qué nos espera, es bueno hacer planes a futuro, pero estar abiertos a planes alternos.

Dr. Odín Isaac Gerónimo Cid | Médico Cirujano Militar

Recientemente falleció un hombre que toda su vida se había considerado sano, un hombre ejemplar, buen padre, excelente abuelo, ciudadano responsable, que había mantenido su cuerpo con buenos hábitos hasta que comenzó con síntomas difusos que no aparentaban una enfermedad grave, pero algo no cuadraba en los síntomas y se refirió para que lo valorara un especialista, por parecer que se trataba de una enfermedad poco común, de tipo autoinmune, (donde el organismo ataca al propio cuerpo), reumatológica o cáncer.

Las enfermedades autoinmunes y reumatológicas se deben tratar por el médico especialista, hay padecimientos que se controlan, otros se curan y algunos sólo se les da vigilancia, quizá en este último caso es lo más pesado para el paciente, la familia, e incluso para nosotros, los doctores, es la situación más dolorosa, donde no podemos hacer mucho, buscando dar calidad de vida mientras pasa un desenlace fatal.

Ver marchitar a un ser humano es muy doloroso, no imagino que sentirá el paciente cuando se le informa que la ciencia médica no puede ofrecerle más alternativas y su cuerpo no responde como estaba acostumbrado, ¿qué pasará por su cabeza?, ¿qué pensará sabiendo que ya no tendrá cura, que al contrario, su enfermedad se complicará poco a poco?

Admiro el valor de ese paciente para decidir sus cuidados al final, tenía la bendición de una familia unida, muchos angelotes que lo cuidaron, pero a cada uno le dolió en el alma su partida, hoy ya no sufre, pero dejó un gran vacío al regresar con el Creador, pidiéndole a Dios fortaleza para sus deudos, muy posiblemente se fue con el pensamiento que dejaba una familia unida, llena de valores y virtudes.

Mi recuerdo de ese hombre es con admiración por el gran valor que demostró toda su vida, pero sobre todo al final, sabiendo que era pilar de su familia, le mando un abrazo hasta el cielo, viendo la gran semilla que dejó en su descendencia, quienes en sus actuar diario se ve reflejada la huella de ese gran ser humano.

Yo no imagino qué haría en una situación similar, mi padre está luchando contra el cáncer, él me ha enseñado a vivir cada día lo que le corresponde, no salió a comprarse una moto o aventarse de un paracaídas cuando recibió la noticia, me dijo que todos estamos luchando por nuestra vida, pero cuando nos dan el diagnóstico lo hacemos más conscientes, nos pidió a sus tres hijos seguir con nuestras vidas y disfrutáramos cada día en su honor.

Pero al recibir la noticia en primera persona… Dios me permita la fortaleza que he visto de cerca, porque no es fácil, por ello mi admiración, respeto y apoyo cuando un paciente se encuentra en esa situación en su última voluntad, incluso en ocasiones orientando a sus familiares en los cuidados paliativos.

Espero estas líneas, te hagan pensar en disfrutar el presente, porque mañana no sabemos qué nos espera, es bueno hacer planes a futuro, pero estar abiertos a planes alternos.

Dr. Odín Isaac Gerónimo Cid | Médico Cirujano Militar