/ martes 10 de noviembre de 2020

Tiempos y espacios | La alambrada de púas

"Lleva utilizándose al menos desde 1845, cuando el inglés Richard Newton la introdujo en Argentina para limitar los pastos del ganado. Idea brillante y eficaz, pero también por su simplicidad, facilidad de colocación y bajo costo de fabricación, algo especialmente útil en las enormes extensiones de la pampa, en las que colocar vallas de madera resultaba difícil y caro. A partir de ahí, el invento fue experimentando mejoras, primero por parte de los franceses Grassin y Janin, después por el estadounidense Mike Kelly, de manera que para el año 1867 ya había seis patentes.

Sin embargo, la clave no estaba tanto en la alambrada en sí como en su aplicación ( Nos comparte el autor Jorge Álvarez), y ahí entró en escena Lucien B. Smith, de Ohio, que en 1867 supo leer acertadamente las necesidades que creaba la expansión del país hacia el Oeste: grandes llanuras en las que se manifestaba en su forma más cruda la ancestral rivalidad entre ganaderos y agricultores, que sólo se podía solucionar cercando las parcelas para no dejar pasar las reses a los cultivos; asimismo, había que impedirles interrumpir el camino vertebrador del ferrocarril. Y todo ello con un método que permitiera suplir eficazmente la escasez de madera y piedra.

Smith patentó su alambrada con la habilidad de especificar que se trataba de un sistema para aplicar al mundo agrario - ganadero. Todo un acierto porque resultaba bastante mejor, práctica y económicamente, que alternativas como el Osage orange, un arbusto espinoso que requería plantación previa y del que había que esperar su crecimiento (aunque, paradójicamente, luego se usó su madera para hacer los postes que sostenían las alambradas). Pero en 1874, con el uso ya generalizado, llegó la tormenta y también tenía nombre propio: Joseph Glidden, un hombre de negocios de Charlestown, New Hamphire." (Continuará)

"Lleva utilizándose al menos desde 1845, cuando el inglés Richard Newton la introdujo en Argentina para limitar los pastos del ganado. Idea brillante y eficaz, pero también por su simplicidad, facilidad de colocación y bajo costo de fabricación, algo especialmente útil en las enormes extensiones de la pampa, en las que colocar vallas de madera resultaba difícil y caro. A partir de ahí, el invento fue experimentando mejoras, primero por parte de los franceses Grassin y Janin, después por el estadounidense Mike Kelly, de manera que para el año 1867 ya había seis patentes.

Sin embargo, la clave no estaba tanto en la alambrada en sí como en su aplicación ( Nos comparte el autor Jorge Álvarez), y ahí entró en escena Lucien B. Smith, de Ohio, que en 1867 supo leer acertadamente las necesidades que creaba la expansión del país hacia el Oeste: grandes llanuras en las que se manifestaba en su forma más cruda la ancestral rivalidad entre ganaderos y agricultores, que sólo se podía solucionar cercando las parcelas para no dejar pasar las reses a los cultivos; asimismo, había que impedirles interrumpir el camino vertebrador del ferrocarril. Y todo ello con un método que permitiera suplir eficazmente la escasez de madera y piedra.

Smith patentó su alambrada con la habilidad de especificar que se trataba de un sistema para aplicar al mundo agrario - ganadero. Todo un acierto porque resultaba bastante mejor, práctica y económicamente, que alternativas como el Osage orange, un arbusto espinoso que requería plantación previa y del que había que esperar su crecimiento (aunque, paradójicamente, luego se usó su madera para hacer los postes que sostenían las alambradas). Pero en 1874, con el uso ya generalizado, llegó la tormenta y también tenía nombre propio: Joseph Glidden, un hombre de negocios de Charlestown, New Hamphire." (Continuará)