/ martes 31 de mayo de 2022

Idealismo en una Realidad | Crisis de vocaciones sacerdotales

Desde mi punto de vista, considero preocupante la disminución del interés de los jóvenes por tan siquiera probar su vocación en un pre seminario, que les ayude a descubrir sus capacidades reales para realizar los estudio pertinentes para el seminario y por lo cual puedan alcanzar una vida sacerdotal.

Y es que los jóvenes actualmente encuentran muchos distractores que les impiden ver con mayor objetividad las cosas buenas y positivas para su desarrollo personal espiritual, independientemente de los deportes, la cultura, las letras, las diferentes carreras universitarias y los negocios, cayendo por desgracia en las malas costumbres como lo son los vicios, la delincuencia y las drogas, que se derivan de una falta de educación en la fe y en la religión, sin dejar de asegurar que también la influencia de las malas compañías fácilmente los inducen a malos hábitos, por lo que no llegan siquiera a pensar en algo tan sublime como lo es la vida religiosa. Algo más importante aún, es que en algunos casos ni en la familia, ni en el hogar, cuentan con estímulos que los impulsen en estas inquietudes.

Mi apreciación parte del hecho de darme cuenta que en el actual seminario únicamente se están preparando un poco más de una docena de jóvenes seminaristas, lo que representa una pena para esa bella y grande hacienda habilitada como el seminario y para nuestra comunidad, con los pocos futuros sacerdotes que ahí se está preparando, suponiendo esto dado el crecimiento natural de nuestra población, que se hace necesario un mayor número de vocaciones religiosas.

Mi opinión, desde mi personal óptica, quizá no sea la más apropiada, frente a otras maneras de ver esta realidad, por parte de personas religiosas que puedan tener una opinión divergente, haciendo que esta apreciación pudiera estar equivocada o fuera de realidad, sin embargo, estarán de acuerdo en que los grandes y graves problemas de nuestra sociedad nos están superando.

Dentro de la vida cristiana hay diferentes tipos de vocaciones, como el matrimonio, la docencia, los médicos, que a la par de los sacerdotes, contribuyen al fomento a la salud física y espiritual. Sin embargo, son los religiosos los llamados a la vida consagrada y a vivir el llamado de Dios, para cooperar en el desarrollo religioso y difundir el evangelio con fuerza, comprometidos con los altos valores que movieron la vida de Jesús y que nuestro mundo de hoy está necesitando mucho.

Así pues, la Iglesia católica debe seguir fomentando, a través de sus grupos religiosos y entre los jóvenes, una adecuada formación en la vida religiosa católica, para que conozcan esta vocación y que puedan llegar a ser líderes de su comunidad, independientemente de su preparación profesional o técnica y en la que también cuenten con una preparación espiritual que los lleve en su momento a discernir sobre una vocación sacerdotal.

Por esto, hay que seguir creyendo en los jóvenes, quienes desde sus diferentes trincheras seguirán construyendo nuestro futuro, por lo que hay que seguir cuidándolos, educándolos, pero sobre todo educándolos en la fe, porque son ellos quienes salvarán al mundo. Porque son ellos los que representan el futuro de la Iglesia y de nuestra patria.

Es tanta la mies del Señor, para tan pocos propagadores.


José Félix Bueno | Político, Activista social

Desde mi punto de vista, considero preocupante la disminución del interés de los jóvenes por tan siquiera probar su vocación en un pre seminario, que les ayude a descubrir sus capacidades reales para realizar los estudio pertinentes para el seminario y por lo cual puedan alcanzar una vida sacerdotal.

Y es que los jóvenes actualmente encuentran muchos distractores que les impiden ver con mayor objetividad las cosas buenas y positivas para su desarrollo personal espiritual, independientemente de los deportes, la cultura, las letras, las diferentes carreras universitarias y los negocios, cayendo por desgracia en las malas costumbres como lo son los vicios, la delincuencia y las drogas, que se derivan de una falta de educación en la fe y en la religión, sin dejar de asegurar que también la influencia de las malas compañías fácilmente los inducen a malos hábitos, por lo que no llegan siquiera a pensar en algo tan sublime como lo es la vida religiosa. Algo más importante aún, es que en algunos casos ni en la familia, ni en el hogar, cuentan con estímulos que los impulsen en estas inquietudes.

Mi apreciación parte del hecho de darme cuenta que en el actual seminario únicamente se están preparando un poco más de una docena de jóvenes seminaristas, lo que representa una pena para esa bella y grande hacienda habilitada como el seminario y para nuestra comunidad, con los pocos futuros sacerdotes que ahí se está preparando, suponiendo esto dado el crecimiento natural de nuestra población, que se hace necesario un mayor número de vocaciones religiosas.

Mi opinión, desde mi personal óptica, quizá no sea la más apropiada, frente a otras maneras de ver esta realidad, por parte de personas religiosas que puedan tener una opinión divergente, haciendo que esta apreciación pudiera estar equivocada o fuera de realidad, sin embargo, estarán de acuerdo en que los grandes y graves problemas de nuestra sociedad nos están superando.

Dentro de la vida cristiana hay diferentes tipos de vocaciones, como el matrimonio, la docencia, los médicos, que a la par de los sacerdotes, contribuyen al fomento a la salud física y espiritual. Sin embargo, son los religiosos los llamados a la vida consagrada y a vivir el llamado de Dios, para cooperar en el desarrollo religioso y difundir el evangelio con fuerza, comprometidos con los altos valores que movieron la vida de Jesús y que nuestro mundo de hoy está necesitando mucho.

Así pues, la Iglesia católica debe seguir fomentando, a través de sus grupos religiosos y entre los jóvenes, una adecuada formación en la vida religiosa católica, para que conozcan esta vocación y que puedan llegar a ser líderes de su comunidad, independientemente de su preparación profesional o técnica y en la que también cuenten con una preparación espiritual que los lleve en su momento a discernir sobre una vocación sacerdotal.

Por esto, hay que seguir creyendo en los jóvenes, quienes desde sus diferentes trincheras seguirán construyendo nuestro futuro, por lo que hay que seguir cuidándolos, educándolos, pero sobre todo educándolos en la fe, porque son ellos quienes salvarán al mundo. Porque son ellos los que representan el futuro de la Iglesia y de nuestra patria.

Es tanta la mies del Señor, para tan pocos propagadores.


José Félix Bueno | Político, Activista social