/ miércoles 13 de febrero de 2019

Esclavos del café

Disfrutar de un café por las mañanas es una de las experiencias más agradables de la vida. Por algo es la bebida más consumida en nuestro hermoso planeta. Brasil es el principal país productor de café, representando el 40% de la oferta mundial de café, produjo unos 55 millones de sacos de 60 kilogramos de café, más que en cualquier otro país sin embargo existe una triste historia de esclavitud y explotación que se nos oculta. En este caso el ejemplo es Brasil, pero no tenemos que ir tan lejos para ver situaciones similares.

Y lo mismo pasa con el cultivo del cacao y la cosa se agrava todavía más en cultivos ilegales como la marihuana. Son varios los países con este problema, incluido México. Muchas de las fincas cafetaleras brasileñas están al servicio de grandes compañías como Mc Donald's, Dunkin Donuts y Nestlé. Es increíble la magnitud del sufrimiento y esclavitud al que se someten a muchas personas para que nosotros podamos disfrutar por las mañanas nuestra taza de café, ahora mismo escribo con la mía a un lado. Si nos enteramos de esta situación y no hacemos nada, ¿nos convertimos en cómplices? ¿Qué podemos hacer?

La selva amazona es uno de los principales pulmones de nuestro planeta y como un cáncer, los humanos ambiciosos deforestan, talan, destruyen, contaminan. Cuando las plantaciones de café son excesivas se lleva a la pérdida de nutrientes del suelo. El café en su entorno natural crece en sombra bajo grandes árboles, pero ahora mucho se está cultivando bajo el sol lo cual requiere el uso de más fertilizantes y fungicidas sintéticos, lo que convierte al café en el tercer cultivo que exige la mayoría de las aplicaciones de pesticidas en el mundo, de los cuales muchos han sido prohibidos en la Unión Europea. Hay muchos beneficios ambientales de cultivar café bajo sombra; se evita la erosión del suelo y se crea un refugio para diferentes especies nativas en las regiones donde se cultiva se evita contaminación del agua, pero cuando queremos tener en exceso no importa cómo sea la manera más ecológica y por tener una producción excesiva le hacemos daño a nuestro madre tierra. Tenemos otro vergonzoso problema: la esclavitud.

Cuando el tema es el café, necesitamos saber sobre el sufrimiento oculto, porque una gran cantidad de personas trabajan en malas condiciones y están sufriendo para que los demás disfrutemos y hasta desperdiciemos nuestras bebidas y alimentos. Muchísimas personas incluyendo mujeres y niños que trabajan más de diez horas al día en condiciones deplorables por un sueldo que ya lo deben a quienes los contratan, pues se ven obligados a que sus alimentos los compran en las tiendas de los dueños de las granjas de café, existen familias que tienen una deuda por generaciones sin ninguna esperanza de mejorar su situación. Muchos padres retiran a sus hijos de la escuela para trabajar en las plantaciones de café para que la familia gane lo suficiente para sobrevivir. Están expuestos a los numerosos riesgos para la salud y la seguridad asociados con la recolección y el procesamiento del café. Estos incluyen la exposición a niveles peligrosos de radiación solar y el contacto con agroquímicos. Sin embargo, no podemos juzgar a los padres que están marginados por la sociedad, discriminados y maltratados, ellos producto de las injusticas y deudas eternas con sus jefes que hacen negocio redondo que además incrementan sus ganancias haciendo tratos con empresas como Nestlé. Podemos cubrir nuestros ojos, justificarnos a nosotros mismos. ¿Para qué mirar el sufrimiento ajeno y salir de nuestra zona de confort? Mucho de lo que nos rodea, no sólo el café, puede ser producto de una brutal injusticia.

¿Qué podemos hacer? Me siento culpable, y es incómodo. Aunque es muy poco lo que está a mi alcance. Al menos hagamos conciencia leamos las etiquetas de los productos que consumimos para ver que procedan de empresas socialmente responsables, buscar el café ético, no más Nescafe y más Combate y café orgánico de Chiapas, por ejemplo. Ahora tenemos que pensar en la vida sostenible y la justicia social. Tal vez sentimos que no podemos hacer mucho, pero nuestras pequeñas acciones pueden significar mucho, así como la conciencia de nuestros excesos, esto nos ayuda a ser más moderados y buscar más equilibrio en nuestras vidas, por ejemplo, si hay sacrificio detrás de nuestra taza de café al menos tenemos que bendecirla y no desperdiciarla. Oh, es qué también nosotros somos esclavos de una sociedad de consumo?

En conclusión, la naturaleza y los seres humanos están amenazados por el interés económico de pocas personas pero bastante ricas y malas, para ni siquiera sentir remordimiento ante la maldad hacia otros; ya sea la selva, sus animales o sus personas. Deberíamos tener conocimiento de las familias y los niños que están siendo explotados y sufriendo las injusticias de hacer un trabajo indebido por poco dinero que ni siquiera alcanza para sobrevivir y pasa en Brasil y pasa aquí cerca, he visto niños de esta manera trabajando en las plantaciones de chile y algodón en Delicias y Juárez, no se diga si voltea ver como se trabaja en la sierra tarahumara y no hace diferencia alguna que el café sea legal y la marihuana no. El sufrimiento es el mismo. Destruir los ecosistemas y la esclavitud, aunque sea disfrazada, son situaciones tristes y terribles en nuestros días. Y todavía nos atrevemos a presumir el razonamiento e inteligencia, ¿destruyendo, matando? ¿Cuánto nos cuesta sobrevivir en este mundo?

Disfrutar de un café por las mañanas es una de las experiencias más agradables de la vida. Por algo es la bebida más consumida en nuestro hermoso planeta. Brasil es el principal país productor de café, representando el 40% de la oferta mundial de café, produjo unos 55 millones de sacos de 60 kilogramos de café, más que en cualquier otro país sin embargo existe una triste historia de esclavitud y explotación que se nos oculta. En este caso el ejemplo es Brasil, pero no tenemos que ir tan lejos para ver situaciones similares.

Y lo mismo pasa con el cultivo del cacao y la cosa se agrava todavía más en cultivos ilegales como la marihuana. Son varios los países con este problema, incluido México. Muchas de las fincas cafetaleras brasileñas están al servicio de grandes compañías como Mc Donald's, Dunkin Donuts y Nestlé. Es increíble la magnitud del sufrimiento y esclavitud al que se someten a muchas personas para que nosotros podamos disfrutar por las mañanas nuestra taza de café, ahora mismo escribo con la mía a un lado. Si nos enteramos de esta situación y no hacemos nada, ¿nos convertimos en cómplices? ¿Qué podemos hacer?

La selva amazona es uno de los principales pulmones de nuestro planeta y como un cáncer, los humanos ambiciosos deforestan, talan, destruyen, contaminan. Cuando las plantaciones de café son excesivas se lleva a la pérdida de nutrientes del suelo. El café en su entorno natural crece en sombra bajo grandes árboles, pero ahora mucho se está cultivando bajo el sol lo cual requiere el uso de más fertilizantes y fungicidas sintéticos, lo que convierte al café en el tercer cultivo que exige la mayoría de las aplicaciones de pesticidas en el mundo, de los cuales muchos han sido prohibidos en la Unión Europea. Hay muchos beneficios ambientales de cultivar café bajo sombra; se evita la erosión del suelo y se crea un refugio para diferentes especies nativas en las regiones donde se cultiva se evita contaminación del agua, pero cuando queremos tener en exceso no importa cómo sea la manera más ecológica y por tener una producción excesiva le hacemos daño a nuestro madre tierra. Tenemos otro vergonzoso problema: la esclavitud.

Cuando el tema es el café, necesitamos saber sobre el sufrimiento oculto, porque una gran cantidad de personas trabajan en malas condiciones y están sufriendo para que los demás disfrutemos y hasta desperdiciemos nuestras bebidas y alimentos. Muchísimas personas incluyendo mujeres y niños que trabajan más de diez horas al día en condiciones deplorables por un sueldo que ya lo deben a quienes los contratan, pues se ven obligados a que sus alimentos los compran en las tiendas de los dueños de las granjas de café, existen familias que tienen una deuda por generaciones sin ninguna esperanza de mejorar su situación. Muchos padres retiran a sus hijos de la escuela para trabajar en las plantaciones de café para que la familia gane lo suficiente para sobrevivir. Están expuestos a los numerosos riesgos para la salud y la seguridad asociados con la recolección y el procesamiento del café. Estos incluyen la exposición a niveles peligrosos de radiación solar y el contacto con agroquímicos. Sin embargo, no podemos juzgar a los padres que están marginados por la sociedad, discriminados y maltratados, ellos producto de las injusticas y deudas eternas con sus jefes que hacen negocio redondo que además incrementan sus ganancias haciendo tratos con empresas como Nestlé. Podemos cubrir nuestros ojos, justificarnos a nosotros mismos. ¿Para qué mirar el sufrimiento ajeno y salir de nuestra zona de confort? Mucho de lo que nos rodea, no sólo el café, puede ser producto de una brutal injusticia.

¿Qué podemos hacer? Me siento culpable, y es incómodo. Aunque es muy poco lo que está a mi alcance. Al menos hagamos conciencia leamos las etiquetas de los productos que consumimos para ver que procedan de empresas socialmente responsables, buscar el café ético, no más Nescafe y más Combate y café orgánico de Chiapas, por ejemplo. Ahora tenemos que pensar en la vida sostenible y la justicia social. Tal vez sentimos que no podemos hacer mucho, pero nuestras pequeñas acciones pueden significar mucho, así como la conciencia de nuestros excesos, esto nos ayuda a ser más moderados y buscar más equilibrio en nuestras vidas, por ejemplo, si hay sacrificio detrás de nuestra taza de café al menos tenemos que bendecirla y no desperdiciarla. Oh, es qué también nosotros somos esclavos de una sociedad de consumo?

En conclusión, la naturaleza y los seres humanos están amenazados por el interés económico de pocas personas pero bastante ricas y malas, para ni siquiera sentir remordimiento ante la maldad hacia otros; ya sea la selva, sus animales o sus personas. Deberíamos tener conocimiento de las familias y los niños que están siendo explotados y sufriendo las injusticias de hacer un trabajo indebido por poco dinero que ni siquiera alcanza para sobrevivir y pasa en Brasil y pasa aquí cerca, he visto niños de esta manera trabajando en las plantaciones de chile y algodón en Delicias y Juárez, no se diga si voltea ver como se trabaja en la sierra tarahumara y no hace diferencia alguna que el café sea legal y la marihuana no. El sufrimiento es el mismo. Destruir los ecosistemas y la esclavitud, aunque sea disfrazada, son situaciones tristes y terribles en nuestros días. Y todavía nos atrevemos a presumir el razonamiento e inteligencia, ¿destruyendo, matando? ¿Cuánto nos cuesta sobrevivir en este mundo?

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