/ viernes 27 de noviembre de 2020

Degustando la vida | Encontremos la felicidad en los detalles simples de la vida

Pareciera que cada vez prestamos menos atención a las cosas pequeñas de la vida, a las cosas simples y triviales del vivir diario… Pero aún quedan muchas personas que saben disfrutar enormemente de las cosas pequeñas de la vida, que incluso aprecian cosas que generalmente calificaríamos de “insignificantes”. Seguramente son personas felices, disfrutan de todo, hasta de lo más pequeño. ¿No te gustaría poder disfrutar así de la vida? Es posible disfrutar de las cosas pequeñas de la vida, de los pequeños y modestos placeres que la vida nos otorga y solemos pasar por alto. La felicidad no depende tanto de la fortuna y lo material, sino de nuestros ojos ante las miles de cosas pequeñas que cada día se nos presentan. Las pequeñas cosas de la vida: Podemos disfrutar de las cosas pequeñas que la vida nos ofrece: lazos de familia, amigos, libros, flores, alimentos, el agua, el viento, la salud, el abrigo, el sueño, el paisaje de un camino abierto, la lluvia veraniega, el fuego de la chimenea en invierno, el alba, las canciones, el cielo estrellado, el amor en la juventud y los recuerdos en la vejez… ¿Acaso no son estas grandes simples cosas, la verdadera esencia de la vida? La magia de lo simple: El mundo no parece tener nada especial cuando no lo miramos con buenos ojos. Pero incluso el objeto más pequeño contiene algo inesperado si se observa con consciente atención. Interpretar y encontrar lo bello en las cosas corrientes debe, por tanto, ser una de nuestras principales prioridades. Después de todo, lo que realmente queremos es ser felices, ¿verdad?, las cosas sencillas de la vida son como esas estrellas que relucen en las noches despejadas. Siempre están ahí, rodeándonos, ofreciéndonos su magia sutil; sin embargo, no todos los días nos detenemos a mirarlas ni recordamos que existen. Sólo cuando nos faltan, sólo cuando la vida nos da un pequeño o gran revés, apreciamos de golpe lo que de verdad edifica nuestro corazón. Lo que constituye cada una de esas cuerdas internas que dan música y sentido a nuestra existencia, hay quien suele decir que cuanto más sencilla sea nuestra forma de existencia menos preocupaciones tendremos y menos errores cometeremos. Ahora bien, cada cual es libre de complicarse la vida tanto como desee. Todos tenemos derecho a asumir riesgos, proyectar sueños y a tener un círculo social tan amplio y variado como queramos. Lo principal, la clave de todo no está en llevar una vida sencilla sino en ser sencillos de pensamiento y saber qué es lo importante. Qué es lo que de verdad hace feliz a nuestro corazón y nos identifica. Casi todos conocemos en algún momento de nuestra vida a esa persona que nos habla haciendo que cualquier tema nos pueda parecer interesante, aunque sólo sea acerca de la lluvia o al buen tiempo, tal vez aprovecha cualquier ocasión para escribir unas líneas que recordamos con placer durante años; y otra persona sabe ofrecernos el objeto más simple con tal gracia que nos hace apreciar mucho más lo que nos entrega, por lo que lo guardamos como un valioso recuerdo.

Steve Sanchez Ribota


Pareciera que cada vez prestamos menos atención a las cosas pequeñas de la vida, a las cosas simples y triviales del vivir diario… Pero aún quedan muchas personas que saben disfrutar enormemente de las cosas pequeñas de la vida, que incluso aprecian cosas que generalmente calificaríamos de “insignificantes”. Seguramente son personas felices, disfrutan de todo, hasta de lo más pequeño. ¿No te gustaría poder disfrutar así de la vida? Es posible disfrutar de las cosas pequeñas de la vida, de los pequeños y modestos placeres que la vida nos otorga y solemos pasar por alto. La felicidad no depende tanto de la fortuna y lo material, sino de nuestros ojos ante las miles de cosas pequeñas que cada día se nos presentan. Las pequeñas cosas de la vida: Podemos disfrutar de las cosas pequeñas que la vida nos ofrece: lazos de familia, amigos, libros, flores, alimentos, el agua, el viento, la salud, el abrigo, el sueño, el paisaje de un camino abierto, la lluvia veraniega, el fuego de la chimenea en invierno, el alba, las canciones, el cielo estrellado, el amor en la juventud y los recuerdos en la vejez… ¿Acaso no son estas grandes simples cosas, la verdadera esencia de la vida? La magia de lo simple: El mundo no parece tener nada especial cuando no lo miramos con buenos ojos. Pero incluso el objeto más pequeño contiene algo inesperado si se observa con consciente atención. Interpretar y encontrar lo bello en las cosas corrientes debe, por tanto, ser una de nuestras principales prioridades. Después de todo, lo que realmente queremos es ser felices, ¿verdad?, las cosas sencillas de la vida son como esas estrellas que relucen en las noches despejadas. Siempre están ahí, rodeándonos, ofreciéndonos su magia sutil; sin embargo, no todos los días nos detenemos a mirarlas ni recordamos que existen. Sólo cuando nos faltan, sólo cuando la vida nos da un pequeño o gran revés, apreciamos de golpe lo que de verdad edifica nuestro corazón. Lo que constituye cada una de esas cuerdas internas que dan música y sentido a nuestra existencia, hay quien suele decir que cuanto más sencilla sea nuestra forma de existencia menos preocupaciones tendremos y menos errores cometeremos. Ahora bien, cada cual es libre de complicarse la vida tanto como desee. Todos tenemos derecho a asumir riesgos, proyectar sueños y a tener un círculo social tan amplio y variado como queramos. Lo principal, la clave de todo no está en llevar una vida sencilla sino en ser sencillos de pensamiento y saber qué es lo importante. Qué es lo que de verdad hace feliz a nuestro corazón y nos identifica. Casi todos conocemos en algún momento de nuestra vida a esa persona que nos habla haciendo que cualquier tema nos pueda parecer interesante, aunque sólo sea acerca de la lluvia o al buen tiempo, tal vez aprovecha cualquier ocasión para escribir unas líneas que recordamos con placer durante años; y otra persona sabe ofrecernos el objeto más simple con tal gracia que nos hace apreciar mucho más lo que nos entrega, por lo que lo guardamos como un valioso recuerdo.

Steve Sanchez Ribota