Grata experiencia fue la que tuvieron los socorristas de la Cruz Roja Mexicana de Parral, Mauricio Velázquez y Dagoberto Porras, tras sus servicios de ayuda humanitaria en la ciudad de Acapulco, Guerrero, luego de las graves afectaciones que ocasionó el huracán “Otis”, ante lo cual es la primera vez que se enfrentaron a una situación de esta magnitud.
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Con lo expresado, ambos coincidieron que siempre están con las ganas de servir y sobre todo aportar lo que les ha enseñado esta altruista institución como la como es la Cruz Roja, ya que es la que siempre llega primero con su ayuda en situaciones de desastre y es la última que se va. Ambos vienen muy reconfortados, en cuanto a la labor que realizaron.
Ante esto, indicaron que fue una experiencia muy satisfactoria, con riesgos y cansancios, la cual hicieron con todo el corazón, aseverando un agradecimiento a las personas y de todos, los que estuvieron con ellos en esta ayuda humanitaria.
Cabe señalar que, estos dos parralenses, formaron parte del grupo de 15 socorristas de la delegación de Chihuahua, aseverando que fueron quince días de estar en la zona del desastre, los cuales partieron el día 6 de noviembre, a la Ciudad de México vía aérea y de México a Acapulco vía terrestre, donde inmediatamente empezaron con las labores consistentes entre las cuadrillas de las delegaciones que estaban presentes.
En este instante, eran tres delegaciones iniciando con la repartición, al día siguiente ya estaban repartiendo despensas, kits de limpieza, agua y papel higiénico, entre otros productos, atendiendo dos comunidades donde se veía inmediatamente la necesidad de la gente.
En este sentido había ocasiones en que les tocaban hasta cinco o seis mil gentes en las filas, esperando recibir la ayuda por parte de la Cruz Roja, donde platicando con personas les indicaban que nunca les había tocado una situación similar con vientos de hasta 340 a 350 kilómetros por hora, que prácticamente despedazaron la zona hotelera.
Ante lo cual iniciaban labores a las siete de la mañana, terminando hasta las doce o una de la mañana, todo el día, tanto en bodegas preparando todos los insumos para para subirlos a los camiones y a su vez empezar también con la repartición, sobre todo en los alrededores de la ciudad de Acapulco que es donde más se sentía la necesidad.
Para concluir, dijeron que un detalle muy bonito fue cuando les aplaudieron en las instrucciones previo al abordar el avión, el piloto pidió un aplauso para los rescatistas, el cual fue muy satisfactorio e importante para todos ellos, ya que se les reconoció el hacer las cosas bien.