Los hermanos Alan e Hiram viven en la colonia La Fortuna, su madre sale desde temprana hora a trabajar para llevar el sustento a la casa, con nostalgia recuerdan que su papá los abandonó desde que nacieron, sólo lo conocen en fotografías y jamás han sabido de él, el sueño que esperan se les cumpla es tener una bicicleta para pasear con sus amigos, ya que, en ocasiones, se van lejos y no les queda más que esperarlos a las afueras de su casa.
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De 13 y 12 años de edad, los niños Flores Orpineda inician su jornada a las 5:00 de la mañana, despiertan para luego alistarse y viajar desde la calle Acantita a la Secundaria Federal, donde ahora cursan el segundo y primer año, respectivamente.
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“En ocasiones nosotros mismos cocinamos, mi madre tiene que salir a trabajar, y ya para cuando regresa le tenemos comida y la casa limpia”, refirió de una manera educada Hiram, el menor de los niños, mientras su hermano Alan, lo veía y aseguraba con su cabeza ser así.
Según palabras de los propios pequeños, desde muy chicos recuerdan que su madre ha trabajado, por ello, las responsabilidades a temprana edad llegaron, mientras ella sale en busca de los recursos, trabajando en la limpieza de hogares, Alan e Hiram asumen el rol de la casa al alzar, e inclusive hacer comida, para que cuando mamá regrese, todo se encuentre listo.
“Mi papá nos abandonó desde que nacimos, siempre hemos soñado con una bicicleta para pasear con nuestros amigos, como aquí es pura terracería, que sea de preferencia un poco grande para andar por aquí”, dijo Hiram.
De manera nostálgica, recuerdan que su papá los dejó prácticamente desde que nacieron, sólo lo conocen en fotografías y ya jamás supieron de él, no saben dónde se encuentra, su más grande amor es su madre, a quien le reconocen todo el esfuerzo hecho hasta ahora para sacarlos adelante.
Como estudiantes, su camino es salir de la casa a las 6:00 de la mañana para tomar el camión y alcanzar a llegar a clase desde temprana hora, se apoyan de los boletos que otorga el Gobierno Municipal para, de tal manera, evitarle un gasto a su mamá con los pasajes.
Es el último día de clases, estaban por salir a la escuela para ir a su posada, su madre soltera hizo el esfuerzo para comprarles un cambio de ropa, quizás el único regalo que ella misma pudiera darles, por los altos gastos que se generan en el hogar.
En ocasiones, sus amigos se van en bicicleta a un lugar que conocen como “las vías”, y a ellos no les queda más que esperarlos a las afueras de su casa, porque no cuentan con una de ellas, sólo se las prestan para pasear en la colonia, ya que cuando viajan algún lado, sólo los ven y esperan hasta por largo tiempo, sienten que su diversión más grande sería ir allá con sus compañeros en los lugares, paseando.
Ahora, no piden más que una bicicleta para cada uno, esa misma que desde niño han soñado y que, por cuestiones ajenas a ellos, se les ha impedido; “Ojalá se nos cumpla nuestro sueño, se debe sentir bien “chido” tener una bici propia y pasear en ella todo el día”.
Para Navidad, los pequeños junto a su madre, tiene planeado acudir con su madrina, quien habita en Loma Linda y quien previo a que se les otorgara una casa en “La Fortuna”, les abrió las puertas de su hogar por varios años.