Es la recta final del año y con las vísperas de la Navidad, las familias se reúnen para disfrutar una cena juntos, la cual se planea con anticipación, aunque existen hogares en las que se programa para el 24 de diciembre como si fuera un día más, teniendo la esperanza de al menos contar con un plato de sopa, frijoles o lo que permita saciar el hambre. Para Delia y Gabriel, ambos adultos mayores, ese podría ser el caso, pues aunque juntos, el no poder conseguir un empleo debido a sus años, les impide siquiera pensar en comprarse regalos.
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Muchas veces no se piensa en la vida después de cruzar la etapa de edad adulta, el momento en que el retiro es necesario, para unos es necesario tener un sustento, ya que algunos oficios no permiten asegurarse un futuro digno en esa última etapa de la vida.
Tal es el caso de doña Delia, que junto a Gabriel, se despiertan cada mañana con la esperanza de tener lo suficiente para no sufrir hambre o frío como lo hacen en estas épocas del año.
Delia Madrid, de 70 años de edad, nació en Chihuahua capital y conoció a don Gabriel Calderón en Guadalupe y Calvo, de donde él es originario y al formalizar un matrimonio, llegaron a Parral.
A lo largo de su vida marital, la pareja procreó un hijo, que lamentablemente nació con una enfermedad que le impedía caminar, teniendo que usar silla de ruedas hasta el momento de fallecer.
Fueron 30 años en los que su tiempo estuvo totalmente destinado a su hijo que lamentablemente los dejó a causa de su enfermedad.
Ambos viven juntos y comentan que las navidades, a lo largo de sus vidas, no han sido muy diferentes a las que ahora en su avanzada edad, han tenido, aunque esperan por lo menos tener que cenar.
Don Gabriel trabajó toda su vida en aserraderos, por lo que ahora, a sus 76 años de edad, no puede llevar el sustento a la casa, teniendo que sostenerse de los apoyos del Gobierno que con la inflación, apenas si alcanzan para lo más básico.
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Viven en la colonia Palmilla, desde sus inicios, logrando obtener su vivienda que, afortunadamente lograron obtener cuando los tiempos eran más fáciles, según sus palabras, y cuando ambos podían trabajar para llevar el día a día.
Una vivienda humilde de la avenida Universidad, misma que apenas tiene lo básico para la vida cotidiana, donde desde hace varias navidades no se ha organizado una cena dadas las carencias que el desempleo, por la vejez, deja.
“Si pedimos algo son cobijas, leña para pasar el frío, no tenemos pensado más que tener que comer para estos días, desde que estamos solos aquí nos la pasamos, mi esposo tiene 30 años que no lo dejan trabajar”, comentó doña Delia al ser cuestionada por su plan para la Nochebuena.
La vida de ambos no fue fácil y desde que su hijo falleció han vivido al día, debido al impedimento para que Don Gabriel pueda trabajar, pues un accidente laboral complicó sus últimos años como empleado de aserraderos.
Aunque por sus años cuentan con los apoyos para los adultos mayores, esto apenas les permite subsistir, pues dicen carecer de cobijas incluso, teniendo que usar la estufa de leña, si es que se logra conseguir la madera para ello.
Don Gabriel comenta que aunque no puede, quisiera tener un trabajo, ya que con los apoyos que el Gobierno da a los adultos mayores, apenas alcanza para lo mínimo.
“Ya no me dan trabajo, tengo 30 años sin poder trabajar porque me accidenté, lo que venga es bien recibido, tenemos lo poquito que nos alcanza pero le agradezco a Dios porque de desayunar no nos falta”, dijo.
Para el día a día de doña Delia Madrid, es necesario tener bien a sus gallinas, pues dice que además de darle desayuno, le entretienen.
Es una ama de casa que participa activamente con las actividades de su colonia, conocida en el sector.
Al entrar al hogar de Delia y Gabriel, un vaso de agua al menos se ofrece, pues hasta para comprar café no alcanza.
Al preguntarle a la señora de la casa qué es lo que tiene planeado cocinar en Nochebuena, comenta que no hay un plan, por lo que los regalos tampoco son parte de alguno.
Tanto para Delia como para don Gabriel, la vida no ha sido fácil y ahora, en la recta final de sus años, sólo esperan que la Nochebuena, no sea una noche más en las que tengan que preocuparse por el abrigo y alimento del día que sigue.