/ viernes 15 de febrero de 2019

Misteriosa necrópolis en Guadalupe de Bagües

“Particular guarida...”

I DE III PARTES

GUADALUPE DE BAGÜES, Municipio de Coronado, Chih., (OEM-Informex).-- Acá, muy cercano a limitar con el estado de Durango, existe una particular guarida que no encubre más que huesos y silenciosas historias que se quedaron atrapadas entre sus muros. En un sitio dedicado a la muerte… al descanso eterno, término que sólo se hace asequible gracias a la permanencia de vetustos pedazos de materia memorial; es decir, unas cuantas lápidas que se erigen hacia el infinito cielo.

Es un cementerio que se exhibe de profundo color adobe, el de Guadalupe de Bagües, que tímido se esconde entre una extraña sierra de huizaches sobre una pequeña loma, coronándola para así tener a sus inquilinos más cerca de la esperada Divinidad que se manifiesta creída, a través de cruces y palabras inscritas en la roca estéril.

Pero más próxima y elevada al mundo celestial, imperando esta vieja necrópolis, persiste con severo deterioro una pirámide de roca y cantera; que oculta dentro de sí huesos y soledades, cadáveres despojados de la tierra que han sido colocados entre los dominios internos del monumental osario para la supuesta perpetuidad.

La casa de los muertos, lugar de memoriales visitas, profanaciones y sentidas curiosidades

Naturalmente, cuando la carne muere suele ser depositada en un espacio común con otros cuerpos que quizá llevan más tiempo en el sitio, fríos y exánimes, donde tal vez llegarán más, por cientos o decenas de años; o hasta que el olvido del lugar sea completo o surja la necesidad de utilizar el terreno para otros fines, lo cual haría desaparecer violentamente los restos. Sin embargo, este lugar es como una casa donde “interactúan” vivos y muertos, pero sólo es habitada por los últimos.

El estéril segmento de tierra que se ofrece a los difuntos para descansar, además de ser morada, es objetivo de visitas, peregrinaciones y entrevistas… pues en la memoria de los vivos siempre permanece la retrospectiva del pasado, y en ella, el recuerdo de aquellos que existieron y dejaron de andar para permanecer en la espera de la eternidad, o simplemente regresar al círculo de todas las cosas mundanas.

Es así que el cuerpo comido o no por los gusanos, duerme solitario entre la tierra de los llamados cementerios. No obstante, el tiempo y el espacio de la cercanía con los vivos, muchas veces determinarán el respeto que se tenga por la casa de los muertos, ya que resulta más probable la profanación de una tumba vieja y lejana a un centro de población, que el sepulcro joven y próximo.

Por mera curiosidad, es que se daña a estos memoriales en sus fachadas como en sus adentros. Pero es también, por suerte de este señalado detalle, que nace el interés de esta investigación que no busca más que resaltar la aún existencia del cementerio de la Hacienda del Real de Guadalupe de Bagües, en el municipio de Coronado, del estado de Chihuahua.

Un panteón que se sabe muy antiguo, plagado de leyendas… que en su centro interior resguarda un osario, quizá único en su tipo por toda la región. Dueño del descanso histórico de la comarca circunvecina, cárcel de huesos y memorias de difícil transcripción. Dañando por el olvido, la lejanía, el sol, la lluvia, las estrellas que no bajan a visitarlo, por los vivos que intencionalmente lo destruyen para llevarse sus tesoros.

El sitio en cuestión está proporcionalmente alejado de centros de población, ya que a su redonda no se percibe señal humana que esté al cuidado de ella. Se encuentra solo en el espacio, obviamente entre tinieblas que quizá, a veces, se disuelven bajo la luz de la luna.

El destino para los muertos de la Hacienda del Real de Guadalupe de Bagües

Pensar en comunidades sin cementerio, es dudar del progreso de la sociedad humana en cuanto a su conformación civil y memoria histórica; por lo que actualmente se considera necesario para un pueblo maduro, contar con un lugar específico para el destino de sus difuntos, no necesariamente para su visita, sino para evitar principalmente enfermedades derivadas a la descomposición de cuerpos.

El hecho de que exista un panteón ubicado al sur de Coronado es lógico: para sepultar los muertos de una población. Popularmente a éste, el del estudio e interés, se le conoce como cementerio de Guadalupe de Bagües, una Hacienda cercana a sus dominios, lo cual sugiere que históricamente le pertenece y que además, allí fueron o son enterrados los miembros de dicho asentamiento.

Para fines de contextualización histórica, el origen de la Hacienda del Real de Guadalupe de Bagües se remonta a principios del Siglo XIX, cuando el entonces administrador del latifundio de Río Florido, Ramiro Bagües, fundó la citada locación, así como otras dos, la de San Felipe y la de San José. Este personaje nació en la ciudad de Durango y fue diputado dentro de la Legislatura Local de 1833. Posteriormente fue jefe político del Cantón de Allende y falleció en este mismo poblado en febrero de 1850.

La Hacienda de Guadalupe de Bagües pertenece actualmente al municipio de Coronado, colindando con el norte del estado de Durango. Éste se sitúa entre la cuenca del río Florido y el Bolsón de Mapimí. El historiador chihuahuense Francisco R. Almada subraya tres importantes sierras de la comarca: la de Bagües, la de Baos y Peñoles.

A la fundación de Guadalupe, su comunidad perteneció a la región de Allende hasta que el 14 de diciembre de 1860 se le otorgó a Coronado la categoría de municipio; cuyo nombre es un homenaje al General José Esteban Coronado, quien falleció en la ciudad de Tepic, capital del estado de Nayarit, durante un enfrentamiento contra las fuerzas conservadoras.

Respecto a su cementerio, no se encontró referencia de existencia en el tiempo; sin embargo, la tumba en pie más antigua data de 1896, pero un dato que debe destacarse es la ubicación de un osario en el centro del terreno, lo cual supone prácticas de exhumación en pleno siglo XIX, con fines de liberar espacio y conservar los restos óseos.

Paso de invasores y defensa republicana; lugar de tesoros enterrados

No obstante, Almada también narró la participación geográfica de la Hacienda de Guadalupe durante la Intervención Francesa, apuntando que un teniente coronel de apellido Dupont tocó las puertas del estado de Chihuahua por dicha comunidad, el 21 de noviembre de 1864 y sorprendió a una partida de soldados republicanos que tenían base en Villa Coronado.

Del hecho se dice que fue la primera batalla que se libró en contra de los invasores dentro de la entidad, donde se contabilizó el fusilamiento a manos de los franceses de tres militares republicanos y la captura de 19 personas como prisioneras de guerra. Sin embargo, se cita al General Manuel Quezada, quien afirma que a pesar de la incidencia, la moralidad del ejército europeo era buena hasta ese punto de la intervención.

Luego del Triunfo de la República, la Hacienda de Guadalupe de Bagües no volvió a figurar en la escena militar. A principios del Siglo XX todo el municipio de Coronado se reconoció como tierra de revolucionarios y guerrillas, por lo que popularmente se llegó a decir que existían infinidad de tesoros enterrados.

Una publicación pagada por Gobierno del Estado en 2017, atestigua que el cementerio del poblado surgió en el Siglo XVIII y que la estructura piramidal que impera en el recinto, un osario de piedra y cantera, respondía a las necesidades de entierro a partir de las posibilidades económicas de los difuntos y sus familias. Continuará.

I DE III PARTES

GUADALUPE DE BAGÜES, Municipio de Coronado, Chih., (OEM-Informex).-- Acá, muy cercano a limitar con el estado de Durango, existe una particular guarida que no encubre más que huesos y silenciosas historias que se quedaron atrapadas entre sus muros. En un sitio dedicado a la muerte… al descanso eterno, término que sólo se hace asequible gracias a la permanencia de vetustos pedazos de materia memorial; es decir, unas cuantas lápidas que se erigen hacia el infinito cielo.

Es un cementerio que se exhibe de profundo color adobe, el de Guadalupe de Bagües, que tímido se esconde entre una extraña sierra de huizaches sobre una pequeña loma, coronándola para así tener a sus inquilinos más cerca de la esperada Divinidad que se manifiesta creída, a través de cruces y palabras inscritas en la roca estéril.

Pero más próxima y elevada al mundo celestial, imperando esta vieja necrópolis, persiste con severo deterioro una pirámide de roca y cantera; que oculta dentro de sí huesos y soledades, cadáveres despojados de la tierra que han sido colocados entre los dominios internos del monumental osario para la supuesta perpetuidad.

La casa de los muertos, lugar de memoriales visitas, profanaciones y sentidas curiosidades

Naturalmente, cuando la carne muere suele ser depositada en un espacio común con otros cuerpos que quizá llevan más tiempo en el sitio, fríos y exánimes, donde tal vez llegarán más, por cientos o decenas de años; o hasta que el olvido del lugar sea completo o surja la necesidad de utilizar el terreno para otros fines, lo cual haría desaparecer violentamente los restos. Sin embargo, este lugar es como una casa donde “interactúan” vivos y muertos, pero sólo es habitada por los últimos.

El estéril segmento de tierra que se ofrece a los difuntos para descansar, además de ser morada, es objetivo de visitas, peregrinaciones y entrevistas… pues en la memoria de los vivos siempre permanece la retrospectiva del pasado, y en ella, el recuerdo de aquellos que existieron y dejaron de andar para permanecer en la espera de la eternidad, o simplemente regresar al círculo de todas las cosas mundanas.

Es así que el cuerpo comido o no por los gusanos, duerme solitario entre la tierra de los llamados cementerios. No obstante, el tiempo y el espacio de la cercanía con los vivos, muchas veces determinarán el respeto que se tenga por la casa de los muertos, ya que resulta más probable la profanación de una tumba vieja y lejana a un centro de población, que el sepulcro joven y próximo.

Por mera curiosidad, es que se daña a estos memoriales en sus fachadas como en sus adentros. Pero es también, por suerte de este señalado detalle, que nace el interés de esta investigación que no busca más que resaltar la aún existencia del cementerio de la Hacienda del Real de Guadalupe de Bagües, en el municipio de Coronado, del estado de Chihuahua.

Un panteón que se sabe muy antiguo, plagado de leyendas… que en su centro interior resguarda un osario, quizá único en su tipo por toda la región. Dueño del descanso histórico de la comarca circunvecina, cárcel de huesos y memorias de difícil transcripción. Dañando por el olvido, la lejanía, el sol, la lluvia, las estrellas que no bajan a visitarlo, por los vivos que intencionalmente lo destruyen para llevarse sus tesoros.

El sitio en cuestión está proporcionalmente alejado de centros de población, ya que a su redonda no se percibe señal humana que esté al cuidado de ella. Se encuentra solo en el espacio, obviamente entre tinieblas que quizá, a veces, se disuelven bajo la luz de la luna.

El destino para los muertos de la Hacienda del Real de Guadalupe de Bagües

Pensar en comunidades sin cementerio, es dudar del progreso de la sociedad humana en cuanto a su conformación civil y memoria histórica; por lo que actualmente se considera necesario para un pueblo maduro, contar con un lugar específico para el destino de sus difuntos, no necesariamente para su visita, sino para evitar principalmente enfermedades derivadas a la descomposición de cuerpos.

El hecho de que exista un panteón ubicado al sur de Coronado es lógico: para sepultar los muertos de una población. Popularmente a éste, el del estudio e interés, se le conoce como cementerio de Guadalupe de Bagües, una Hacienda cercana a sus dominios, lo cual sugiere que históricamente le pertenece y que además, allí fueron o son enterrados los miembros de dicho asentamiento.

Para fines de contextualización histórica, el origen de la Hacienda del Real de Guadalupe de Bagües se remonta a principios del Siglo XIX, cuando el entonces administrador del latifundio de Río Florido, Ramiro Bagües, fundó la citada locación, así como otras dos, la de San Felipe y la de San José. Este personaje nació en la ciudad de Durango y fue diputado dentro de la Legislatura Local de 1833. Posteriormente fue jefe político del Cantón de Allende y falleció en este mismo poblado en febrero de 1850.

La Hacienda de Guadalupe de Bagües pertenece actualmente al municipio de Coronado, colindando con el norte del estado de Durango. Éste se sitúa entre la cuenca del río Florido y el Bolsón de Mapimí. El historiador chihuahuense Francisco R. Almada subraya tres importantes sierras de la comarca: la de Bagües, la de Baos y Peñoles.

A la fundación de Guadalupe, su comunidad perteneció a la región de Allende hasta que el 14 de diciembre de 1860 se le otorgó a Coronado la categoría de municipio; cuyo nombre es un homenaje al General José Esteban Coronado, quien falleció en la ciudad de Tepic, capital del estado de Nayarit, durante un enfrentamiento contra las fuerzas conservadoras.

Respecto a su cementerio, no se encontró referencia de existencia en el tiempo; sin embargo, la tumba en pie más antigua data de 1896, pero un dato que debe destacarse es la ubicación de un osario en el centro del terreno, lo cual supone prácticas de exhumación en pleno siglo XIX, con fines de liberar espacio y conservar los restos óseos.

Paso de invasores y defensa republicana; lugar de tesoros enterrados

No obstante, Almada también narró la participación geográfica de la Hacienda de Guadalupe durante la Intervención Francesa, apuntando que un teniente coronel de apellido Dupont tocó las puertas del estado de Chihuahua por dicha comunidad, el 21 de noviembre de 1864 y sorprendió a una partida de soldados republicanos que tenían base en Villa Coronado.

Del hecho se dice que fue la primera batalla que se libró en contra de los invasores dentro de la entidad, donde se contabilizó el fusilamiento a manos de los franceses de tres militares republicanos y la captura de 19 personas como prisioneras de guerra. Sin embargo, se cita al General Manuel Quezada, quien afirma que a pesar de la incidencia, la moralidad del ejército europeo era buena hasta ese punto de la intervención.

Luego del Triunfo de la República, la Hacienda de Guadalupe de Bagües no volvió a figurar en la escena militar. A principios del Siglo XX todo el municipio de Coronado se reconoció como tierra de revolucionarios y guerrillas, por lo que popularmente se llegó a decir que existían infinidad de tesoros enterrados.

Una publicación pagada por Gobierno del Estado en 2017, atestigua que el cementerio del poblado surgió en el Siglo XVIII y que la estructura piramidal que impera en el recinto, un osario de piedra y cantera, respondía a las necesidades de entierro a partir de las posibilidades económicas de los difuntos y sus familias. Continuará.

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