Hasta hace apenas 25 años atrás, la rivera de Las Sabanetas, cuenca del río Florido, era una fuente de vida para 12 especies de pez; además de cangrejos, camarones, coyotes, zorros, aves migratorias, y una gran variedad de plantas acuáticas y terrestres, que fueron víctima de la catástrofe ambiental provocada por la sobreexplotación del agua.
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Las Sabanetas pertenece al municipio de Villa López y se encuentra a 10 minutos de su cabecera municipal, a 20 minutos de ciudad Jiménez. Geográficamente, al estar en la porción sur del estado de Chihuahua, se encuentra justo en el área de influencia dentro del acuífero Jiménez-Camargo y la cuenca hídrica del Río Florido, principales cuerpos de agua que daban sustento de vida a este ecosistema.
Del año 1980 al 1993, comenzó el desastre ambiental de Las Sabanetas, a consecuencia de la disponibilidad del agua que, año con año fue menos, derivado a la perforación de más pozos sobre el acuífero Jiménez-Camargo, lo que terminó por secar algunos manantiales que se encontraban en la rivera del Florido, y que vieron su aniquilación con la construcción de la presa Pico del Águila, en el año de 1992.
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El agua, fuente de toda vida, dio la luz al crecimiento de grandes árboles de álamo, que con el paso de cientos de años, formaron un bosque tupido que era el refugio de aves migratorias que llegaban a Las Sabanetas para alimentarse de los peces, hoy extintos, que habitaban en sus aguas.
En las orillas de la rivera de Las Sabanetas, oculta entre el espeso bosque, era habitual encontrar jarillas, una especie de planta subacuática que crece dentro y a los costados de los ríos, así como algas, que creaban en el agua coloraciones verde obscuro, hábitat perfecto para los peces.
Para el año 2000, la presa Pico del Águila, que obstaculizó el cauce natural del Florido, ocasionó que el nivel de la ribera de Las Sabanetas disminuyera considerablemente, ocasionando la extinción de 13 especies de pez; Campostoma ornatum Girard, 1856; Cyprinella lutrensis (Baird y Girard, 1853); Cyprinus carpio Linnaeus, 1758; Dionda episcopa Girard, 1856; Gila pulchra (Girard, 1856); Notropis chihuahua Woolman, 1892; Notropis jemezanus (cope, 1875); Pimephales promelas Rafinesque, 1820; Astyanax mexicanus (de filippi, 1853); Pylodictis olivaris (Rafinesque, 1818); Cyprinodon eximius Girard, 1859; Lepomis cyanellus Rafinesque, 1819 y Lepomis macrochirus Rafinesque, 1819.
Pero no solo las especies de pez quedaron extintas, también el cangrejo de río, Procambarus clarkii, y el camarón de río, junto con las conchitas de río, Corbicula spp: últimas, que se podían encontrar por doquier y que en la actualidad, al igual que las especies de pez, se encuentran extintas en su totalidad.
Al no haber recarga de agua para el acuífero Jiménez-Camargo, debido a la obstaculización del Florido, con la construcción de la presa Pico del Águila; la perforación de pozos legales e ilegales y norias, aumentó de manera considerable del año 2000 al 2020, principalmente para la irrigación del nogal, abatiendo el acuífero y dejándolo en números rojos.
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En el 2020, la Comisión Nacional del Agua (Conagua), reveló que el resultado para el acuífero Jiménez-Camargo, indica que no existe un volumen disponible para otorgar nuevas concesiones; por el contrario, el déficit es de 192 millones 139 mil 930 milímetros cúbicos anuales, que se están extrayendo a costa del almacenamiento no renovable del acuífero.
Así como Las Sabanetas; las riberas boscosas del río Florido, desde el municipio de Jiménez, López, Coronado y Valle de Allende, se fueron secando y dejando sin hábitat a decenas de especies de peces, aves, árboles y animales terrestres.
Donde antes fue un gran bosque, único por ser un oasis en medio del desierto, hoy un solo filón de agua recorre la rivera, remanentes aún de las lluvias atípicas del 2022. Ni peces, aves, animales, camarones, cangrejos y tortugas quedan; todas extintas a causa de la sobreexplotación del agua que Conagua sabe pero no ha frenado, esto sumado al acaparamiento del agua mediante represas.
El gran ecosistema que era visitado por los locales como lugar de esparcimiento y destino turístico, se ha extinguido, quedando únicamente unos cuantos árboles secos y otros grandes álamos centenarios, talados para ser convertidos en madera, que por sus características tienen como destino las chipotleras.