Recuerdan la trayectoria del padre Esteban Fernández durante sus honras fúnebres. Fue en compañía de diferentes sacerdotes y del obispo Monseñor Mauricio Urrea Carrillo, quienes resaltaron su ardua labor de evangelización en comunidades de Chihuahua, Delicia, Julimes, Cárdenas y Jiménez. Destacaron que bautizó a más de mil niños y realizó el funeral de más de 500 personas.
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Este miércoles se llevaron a cabo las honras fúnebres del sacerdote Esteban Fernández, quien acaeció el pasado lunes en el municipio de Jiménez y quien se encontraba al servicio de la Diócesis de Parral al frente del Santuario de Shoenstatt - Monte Tabor.
El religioso perdió la vida durante el pasado lunes al atardecer, y ese mismo día comenzaron a realizar diferentes ceremonias para conmemorar su vida, iniciando con la velación el templo donde estaba a cargo.
Dicha velación fue desde el lunes hasta este miércoles, cuando el obispo Mauricio Urrea Carrillo presidió una misa en honor, y posteriormente el cuerpo fue trasladado al Jardín del Templo, lugar donde fue su última morada.
Previo a su sepultura, los asistentes al funeral y los sacerdotes compartieron anécdotas del recuerdo, así como un recuento del arduo trabajo que realizó el eclesiástico al frente de diferentes templos en el Estado.
Según compartieron, el padre Esteban Fernández llegó a Jiménez desde antes de que se formara la Diócesis de Parral y comenzó a laborar para predicar la palabra de Dios entre las calles y colonias de dicha localidad.
Además, destacaron que durante su estancia en Chihuahua, Esteban Fernández fue conocido como “El Conejo”, entre diferentes barrios, como el conocido como “Barrio del Señor” en la capital del Estado, en el que logró conectar con los colonos y los vecinos.
Así también, señalaron que el padre Esteban Fernández estuvo al frente de diferentes templos del estado, como en varios municipios, entre ellos Rosales, Delicias, Chihuahua, Julimes y Jiménez
La despedida del padre fue en medio de un ambiente de diferentes emociones, con música en vivo, recuerdos, pláticas y hasta convivencia entre los asistentes, recordando al sacerdote por sus buenos modales.