/ lunes 12 de diciembre de 2022

Parral y su devoción a la Virgen de Guadalupe

Los parralenses se distinguen por su fe católica y devoción a la Virgen, ¿Sabes cómo se originó el fervor guadalupano en la ciudad?

Cada año, hasta millones de personas expresan su fervor a la Virgen de Guadalupe en lo que se cree que es una de las celebraciones católicas más grande de América.

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Normalmente, en esta época del año se realizan múltiples peregrinaciones en todo el país que terminan en este sitio, especialmente reconocido por los pontífices, de Nuestra Señora de Guadalupe, una aparición de la Virgen María en México.

De hecho, sus imágenes y estatuas están por todas partes en el país. Ella está en altares en las casas de la gente, en las esquinas de las calles, en carteles en talleres mecánicos y restaurantes. Incluso en Estados Unidos, muchas iglesias católicas con feligreses que tienen vínculos con México incluyen una pequeña capilla para ella.

Inicios de la Catedral de Parral

La Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe es una singular construcción realizada en piedra hacia mediados del siglo XX. El templo original fue construido en el año de 1680 y, en 1902, fue demolido para construir un nuevo edificio que también tuvo que ser derribado como resultado de los daños que le causó la catastrófica inundación de 1944. Fue así como el actual templo comenzó a edificarse a partir del 1 de marzo de 1946.

Parte de las ganancias de la Kermés serán destinadas al mantenimiento de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe. Foto: Alejandra Pérez | El Sol de Parral


De la Catedral destaca la gran altura de sus campanarios y su revestimiento exterior en mampostería; en el interior es posible admirar los vitrales con decorados alusivos al descubrimiento de América, la conquista de México y las apariciones de nuestra Señora de Guadalupe.

En el mismo lugar donde hoy vemos la construcción, pero mirando hacia la plazuela Guadalupe Victoria, estuvo lo que fuera la capilla particular de la hacienda Del Beneficio, propiedad del sargento mayor Don Gonzalo Carbajal y Villamayor, en el año de 1680.

¿Cuál es la historia de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe?

Francisco Montaño de la Cueva, quien fue dueño de minas en Indé y San Pedro de Guanaceví, también alcalde mayor de Parral en dos ocasiones, edificó su capilla particular donde hoy se localiza la catedral de la Diócesis de Parral, según data en documentos del Archivo Histórico que se dieron a conocer dentro del boletín que lleva el número 26 en el 2012; mencionan que el tercer bautismo registrado en Parral, fue en febrero 1 de 1634, mismo que se efectuó en dicha capilla, que estaba consagrada a la Limpia Concepción.

Al morir Francisco Montaño en 1647, sin sucesión, sus bienes fueron adjudicados a su sobrino, el cura Felipe Montaño de la Cueva, quien amplió la explotación a otras minas, pero no tuvo suerte.

Te puede interesar: Apariciones de la Virgen de Guadalupe, ¿cuántas y cuándo fueron?

A su deceso, ya cargaba una pesada deuda con el comerciante Diego de Maturana y todos los bienes fueron heredados a su hermano Gonzalo de Carbajal y Villamayor. Cabe mencionar que los apellidos en esa época no eran como ahora, los padres los asignaban tomándolos de sus ancestros y con frecuencia variaban entre los hermanos.

Gonzalo sólo tuvo la herencia hasta 1686. Diego de Maturana terminó adjudicándose todos los bienes de Carbajal en pago de las deudas anteriores, incluida la capilla particular consagrada a la “Limpia Concepción”, con adorno para decir misas y tres campanas.

Al morir Diego de Maturana, aproximadamente en el año de 1700, heredó dicha capilla a sus hijas Antonia y Josefa. Finalmente, en 1717, Josefa de Maturana, viuda de Manuel Ortiz de Zarate y Antonia de Maturana, casada con Joaquín de Arquinigo, venden en 1,600 pesos al presbítero Manuel de Neyra, procurador y limosnero de la hechura de la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, para decir misa con la advocación de la Concepción de Nuestra Señora, de adobe apretilado y ripiada de cal y canto, con su campanario y tres campanas, una cruz de piedra en su cementerio y que se encuentra en la plaza de San Juan de Dios, cerca de la hacienda de sacar plata de las otorgantes.

Es de suponer que el Obispo y el cura de Parral, le hicieron alguna modificación para adaptarlo al culto de la Virgen de Guadalupe, que estaba tomando fuerte auge, tanto por el clero diocesano, como por las órdenes religiosas.

Al calor del auge minero de finales del siglo XIX y principios del XX, con la cooperación generosa del minero Pedro Alvarado, se edificó un nuevo edificio terminado en 1903 con campanario, de ladrillo cocido y cantera en vez de adobe, al parecer del mismo tamaño que el anterior, según data en el Archivo Histórico de nuestra ciudad y en el boletín 26 del 2012, que se maneja por parte del archivo del Centro de Documentación.

¿Cuándo se construye el nuevo Santuario?

A partir de 1937, el santuario de Guadalupe, del que todos conocemos, fue elevado a la categoría de parroquia. La anterior, recibía los primeros rayos del sol en la mañana, como marcan los cánones de construcción de las iglesias. Sin embargo, debido al crecimiento de la población, el santuario de Guadalupe fue elevado a la categoría de parroquia a partir de 1937; pero el edificio, terminado en 1902, además de empezar a ser insuficiente, presentaba deterioros importantes.

Según consta en el Archivo Histórico, se decidió construir una nueva iglesia derribando la anterior que tenía la entrada principal hacia la plazuela Guadalupe Victoria, orientada hacia el este.

Ésta recibía los primeros rayos del sol en la mañana, como marcan los cánones de construcción de las iglesias. Después, la puerta principal fue cambiada a la actual plaza Guillermo Baca.

Tanto la plaza Guadalupe Victoria como la Guillermo Baca, se encontraban bien arboladas. Igualmente, la altura del antiguo santuario era moderada. Por lo que la fachada va dar a la plaza Guillermo Baca.

Lee también: Oficia obispo Urrea la Misa de Gallo en Guadalupe y Calvo

Ahora la elevación es considerable. El edificio que conocemos actualmente fue terminado en 1959 y duró más de un lustro en construcción. El padre Pelayo ha sido uno de los sacerdotes más admirables que ha tenido Parral. A él se le debe que hoy los parralenses cuenten con este edificio, emblemático para nuestra ciudad, pues fue el presbítero Agustín Pelayo quien ideó y fue líder de todo el proyecto.

El 22 de octubre de 1952 se coloca la última piedra, y es hasta 1957 cuando se empieza la decoración del altar mayor y el revestimiento del ábside con mosaico italiano, trabajo que fue terminado el 12 de diciembre de 1959.

En junio del mismo año, que se terminan los altares laterales y el 22 de octubre de 1962 se instala el comulgatorio de mármol de carrara. y Para el año de 1962, en el mes de octubre culmina la obra estando a cargo de monseñor Don Carlos Amezcua.

El edificio tiene poco más de mil metros cuadrados de superficie. El 11 de mayo de 1992, se crea la Diócesis de Parral quedando a cargo de la misma, don José Andrés Corral Arredondo, primer obispo.

Don José Andrés Corral nació en el pueblo de Coloradas, municipio de Guadalupe y Calvo en Chihuahua, cursó sus estudios sacerdotales en el seminario de Durango y en el de Montezuma, Nuevo México, ordenándose sacerdote el 30 de noviembre de 1970 para la Arquidiócesis de Durango. Entre muchos otros cargos, se desempeñó como vicario cooperador de la catedral, además de ser profesor del Seminario, ecónomo y vicario de religiosas. Cabe señalar que entre 1973 y 1976 realizó estudios en Roma y fue vicerrector del Pontificio Colegio Mexicano en Roma, de 1982 a 1985.

El 16 de enero de 1989, el papa Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Cincari y auxiliar de Durango, siendo ordenado el 22 de febrero del mismo año y fungiendo como principal consagrante el arzobispo de Durango, Antonio López Aviña y como co-consagrantes Adolfo Suárez Rivera, arzobispo de Monterrey y Norberto Rivera Carrera, entonces obispo de Tehuacán. El 11 de julio de 1992, el mismo papa lo nombró como primer obispo de la recién erigida Diócesis de Parral, permaneciendo en dicho cargo hasta su fallecimiento, el 24 de diciembre de 2011.

El 26 de diciembre del 2011, en medio de un intenso rosario de varias órdenes de misioneros, fue sepultado el obispo don José Andrés Corral en el salón del Tepeyac de la Catedral; por derecho canónico, sus restos descansarán para siempre en este lugar.

La última morada de don José Andrés Corral Arredondo es la propia catedral, sus restos descansarán para siempre en el salón del Tepeyac ubicado a espaldas del edificio que es histórico, tanto para la ciudad en sí, como también lo es en el tema religioso. Hoy, en la plaza Guadalupe, luce un busto del primer obispo de Parral, don José Andrés Corral, como una muestra del cariño de los parralenses, complementando así una de las estampas más impresionantes, el santuario y catedral de la Virgen de Guadalupe.

Cada año, hasta millones de personas expresan su fervor a la Virgen de Guadalupe en lo que se cree que es una de las celebraciones católicas más grande de América.

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Normalmente, en esta época del año se realizan múltiples peregrinaciones en todo el país que terminan en este sitio, especialmente reconocido por los pontífices, de Nuestra Señora de Guadalupe, una aparición de la Virgen María en México.

De hecho, sus imágenes y estatuas están por todas partes en el país. Ella está en altares en las casas de la gente, en las esquinas de las calles, en carteles en talleres mecánicos y restaurantes. Incluso en Estados Unidos, muchas iglesias católicas con feligreses que tienen vínculos con México incluyen una pequeña capilla para ella.

Inicios de la Catedral de Parral

La Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe es una singular construcción realizada en piedra hacia mediados del siglo XX. El templo original fue construido en el año de 1680 y, en 1902, fue demolido para construir un nuevo edificio que también tuvo que ser derribado como resultado de los daños que le causó la catastrófica inundación de 1944. Fue así como el actual templo comenzó a edificarse a partir del 1 de marzo de 1946.

Parte de las ganancias de la Kermés serán destinadas al mantenimiento de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe. Foto: Alejandra Pérez | El Sol de Parral


De la Catedral destaca la gran altura de sus campanarios y su revestimiento exterior en mampostería; en el interior es posible admirar los vitrales con decorados alusivos al descubrimiento de América, la conquista de México y las apariciones de nuestra Señora de Guadalupe.

En el mismo lugar donde hoy vemos la construcción, pero mirando hacia la plazuela Guadalupe Victoria, estuvo lo que fuera la capilla particular de la hacienda Del Beneficio, propiedad del sargento mayor Don Gonzalo Carbajal y Villamayor, en el año de 1680.

¿Cuál es la historia de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe?

Francisco Montaño de la Cueva, quien fue dueño de minas en Indé y San Pedro de Guanaceví, también alcalde mayor de Parral en dos ocasiones, edificó su capilla particular donde hoy se localiza la catedral de la Diócesis de Parral, según data en documentos del Archivo Histórico que se dieron a conocer dentro del boletín que lleva el número 26 en el 2012; mencionan que el tercer bautismo registrado en Parral, fue en febrero 1 de 1634, mismo que se efectuó en dicha capilla, que estaba consagrada a la Limpia Concepción.

Al morir Francisco Montaño en 1647, sin sucesión, sus bienes fueron adjudicados a su sobrino, el cura Felipe Montaño de la Cueva, quien amplió la explotación a otras minas, pero no tuvo suerte.

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A su deceso, ya cargaba una pesada deuda con el comerciante Diego de Maturana y todos los bienes fueron heredados a su hermano Gonzalo de Carbajal y Villamayor. Cabe mencionar que los apellidos en esa época no eran como ahora, los padres los asignaban tomándolos de sus ancestros y con frecuencia variaban entre los hermanos.

Gonzalo sólo tuvo la herencia hasta 1686. Diego de Maturana terminó adjudicándose todos los bienes de Carbajal en pago de las deudas anteriores, incluida la capilla particular consagrada a la “Limpia Concepción”, con adorno para decir misas y tres campanas.

Al morir Diego de Maturana, aproximadamente en el año de 1700, heredó dicha capilla a sus hijas Antonia y Josefa. Finalmente, en 1717, Josefa de Maturana, viuda de Manuel Ortiz de Zarate y Antonia de Maturana, casada con Joaquín de Arquinigo, venden en 1,600 pesos al presbítero Manuel de Neyra, procurador y limosnero de la hechura de la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, para decir misa con la advocación de la Concepción de Nuestra Señora, de adobe apretilado y ripiada de cal y canto, con su campanario y tres campanas, una cruz de piedra en su cementerio y que se encuentra en la plaza de San Juan de Dios, cerca de la hacienda de sacar plata de las otorgantes.

Es de suponer que el Obispo y el cura de Parral, le hicieron alguna modificación para adaptarlo al culto de la Virgen de Guadalupe, que estaba tomando fuerte auge, tanto por el clero diocesano, como por las órdenes religiosas.

Al calor del auge minero de finales del siglo XIX y principios del XX, con la cooperación generosa del minero Pedro Alvarado, se edificó un nuevo edificio terminado en 1903 con campanario, de ladrillo cocido y cantera en vez de adobe, al parecer del mismo tamaño que el anterior, según data en el Archivo Histórico de nuestra ciudad y en el boletín 26 del 2012, que se maneja por parte del archivo del Centro de Documentación.

¿Cuándo se construye el nuevo Santuario?

A partir de 1937, el santuario de Guadalupe, del que todos conocemos, fue elevado a la categoría de parroquia. La anterior, recibía los primeros rayos del sol en la mañana, como marcan los cánones de construcción de las iglesias. Sin embargo, debido al crecimiento de la población, el santuario de Guadalupe fue elevado a la categoría de parroquia a partir de 1937; pero el edificio, terminado en 1902, además de empezar a ser insuficiente, presentaba deterioros importantes.

Según consta en el Archivo Histórico, se decidió construir una nueva iglesia derribando la anterior que tenía la entrada principal hacia la plazuela Guadalupe Victoria, orientada hacia el este.

Ésta recibía los primeros rayos del sol en la mañana, como marcan los cánones de construcción de las iglesias. Después, la puerta principal fue cambiada a la actual plaza Guillermo Baca.

Tanto la plaza Guadalupe Victoria como la Guillermo Baca, se encontraban bien arboladas. Igualmente, la altura del antiguo santuario era moderada. Por lo que la fachada va dar a la plaza Guillermo Baca.

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Ahora la elevación es considerable. El edificio que conocemos actualmente fue terminado en 1959 y duró más de un lustro en construcción. El padre Pelayo ha sido uno de los sacerdotes más admirables que ha tenido Parral. A él se le debe que hoy los parralenses cuenten con este edificio, emblemático para nuestra ciudad, pues fue el presbítero Agustín Pelayo quien ideó y fue líder de todo el proyecto.

El 22 de octubre de 1952 se coloca la última piedra, y es hasta 1957 cuando se empieza la decoración del altar mayor y el revestimiento del ábside con mosaico italiano, trabajo que fue terminado el 12 de diciembre de 1959.

En junio del mismo año, que se terminan los altares laterales y el 22 de octubre de 1962 se instala el comulgatorio de mármol de carrara. y Para el año de 1962, en el mes de octubre culmina la obra estando a cargo de monseñor Don Carlos Amezcua.

El edificio tiene poco más de mil metros cuadrados de superficie. El 11 de mayo de 1992, se crea la Diócesis de Parral quedando a cargo de la misma, don José Andrés Corral Arredondo, primer obispo.

Don José Andrés Corral nació en el pueblo de Coloradas, municipio de Guadalupe y Calvo en Chihuahua, cursó sus estudios sacerdotales en el seminario de Durango y en el de Montezuma, Nuevo México, ordenándose sacerdote el 30 de noviembre de 1970 para la Arquidiócesis de Durango. Entre muchos otros cargos, se desempeñó como vicario cooperador de la catedral, además de ser profesor del Seminario, ecónomo y vicario de religiosas. Cabe señalar que entre 1973 y 1976 realizó estudios en Roma y fue vicerrector del Pontificio Colegio Mexicano en Roma, de 1982 a 1985.

El 16 de enero de 1989, el papa Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Cincari y auxiliar de Durango, siendo ordenado el 22 de febrero del mismo año y fungiendo como principal consagrante el arzobispo de Durango, Antonio López Aviña y como co-consagrantes Adolfo Suárez Rivera, arzobispo de Monterrey y Norberto Rivera Carrera, entonces obispo de Tehuacán. El 11 de julio de 1992, el mismo papa lo nombró como primer obispo de la recién erigida Diócesis de Parral, permaneciendo en dicho cargo hasta su fallecimiento, el 24 de diciembre de 2011.

El 26 de diciembre del 2011, en medio de un intenso rosario de varias órdenes de misioneros, fue sepultado el obispo don José Andrés Corral en el salón del Tepeyac de la Catedral; por derecho canónico, sus restos descansarán para siempre en este lugar.

La última morada de don José Andrés Corral Arredondo es la propia catedral, sus restos descansarán para siempre en el salón del Tepeyac ubicado a espaldas del edificio que es histórico, tanto para la ciudad en sí, como también lo es en el tema religioso. Hoy, en la plaza Guadalupe, luce un busto del primer obispo de Parral, don José Andrés Corral, como una muestra del cariño de los parralenses, complementando así una de las estampas más impresionantes, el santuario y catedral de la Virgen de Guadalupe.

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