Memorias de Chihuahua
PRIMERA PARTE
Era la noche del 24 de noviembre de 1903 en la entonces Nueva Casas Grandes. Justo en aquel día, se encontraba la jovencita Romana Parra a las afueras de su hogar, ubicado en la colonia Dublán, metiendo a casa varios frascos llenos de vinagre por instrucción de su madre, la cual se encontraba postrada en cama a consecuencia de una enfermedad.
Justo antes de terminar su labor, la joven Romana escuchó fuertes gritos que provenían cerca de la vía del ferrocarril, de entre los cuales alcanzó a oír “Juan no me mates por vida de tu madrecita”. La joven corrió espantada al interior de su casa, y su madre, al verla sin aliento, preguntó que era lo que había sucedido, a lo que la chica respondió “Válgame Dios mamacita, que grito tan feo pegaron para el lado del riel”. Ante el gran temor, madre e hija optaron por resguardarse en su casa sin salir a averiguar que había sucedido.
A la mañana siguiente, el señor Payne, originario del estado de Utah, en compañía de Joseph Farr, se dirigían a sus respectivas labores, y sin querer, pasaron por aquel lugar en el que la señorita Romana alcanzó a escuchar aquellos gritos de terror. Lo primero que pudieron visualizar fue el cuerpo de un hombre tirado en el llano boca arriba.
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Esto no los inquietó en lo más mínimo, ya que pensaron que se trataba de un ebrio, de esos tantos que ya se habían encontrado en anteriores ocasiones. Sin embargo, al aproximarse más, se percataron que este no tenía signos vitales, pues varias veces trataron de llamar su atención y este permanecía inerte con manchas de lo que parecía ser sangre. Fue así que se dirigieron a “La Estación” a toda prisa para notificar al comisario.
Al llegar las autoridades a la escena, pudieron percatarse de que en efecto se trataba del cuerpo de un hombre sin vida, y no solo eso, sino que había sido víctima de un asesinato, pues en el área había fuertes pisadas que daban a entender un serio forcejeo, además, hallaron una pistola hecha pedazos y un pronunciado charco de sangre alrededor del cuerpo; así mismo, encontraron múltiples mechones de cabellos y otros rastros de sangre en dirección a la estación del ferrocarril, lo que dio a entender que el asesino salió herido en el confrontamiento. Inmediatamente dieron inicio con las investigaciones, y a las horas lograron identificar a la víctima cuyo nombre correspondía al de Porfirio Talavera.
El occiso era originario del Valle de San Buenaventura y tenía 40 años de edad. La causa de muerte, según los peritos que realizaron la necropsia, se debió a las múltiples heridas que le ocasionaron en el área del torso con un cuchillo, siendo un corte severo en el tórax lo que lamentablemente puso fin a su vida. Entre sus pertenencias se hallaron una bolsa de cuero en donde resguardaba tabaco, dos cartas, estando una de ellas machada de sangre (esta se resguarda en el archivo histórico municipal de Nuevo Casas Grandes) y un sombrero huichol.
Conforme la policía trabajaba en las diligencias, pudieron percatarse que don Porfirio se encontraba de paso, ya que en las inmediaciones de la estación se encontraron con su carreta, las bestias que la jalaban, y un sinfín de mercancías que tenía como propósito llevar al vecino municipio de Ascensión. De inmediato las autoridades dieron con un grupo de personas que conocían y habían visto a Porfirio horas antes de su asesinato, a lo que el juez comenzó a interrogarles, siendo este el tema de la segunda parte…
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