/ miércoles 12 de septiembre de 2018

Tú, el verano

Vivaldi retrató las estaciones con música. Las cuatro estaciones es una de mis composiciones favoritas; en este espacio he escrito sobre la primavera, el otoño y el invierno, me faltaba reflejar el verano… En esta ocasión he escrito un poema más corto que de costumbre, así fluyó y consideré que no cabían más palabras.

Así sucede en la vida, las palabras no son requeridas y los silencios son mucho más elocuentes que toda explicación. Las transiciones climáticas ocurren de la misma manera, sigilosamente van desapareciendo aquellos rasgos característicos de la temporada que concluye y se inicia otra de manera simultánea sin esperar mandato, sin demora, carente de prisa, de manera natural… A nosotros nos queda observar, apreciar y disfrutar, estar atentos a como las temporadas van y vienen en continuo itinerario.

Despidamos el verano, con lluvia, con llanto, con gozo y sin quebranto. Pronto vendrá el otoño, luego el invierno, primavera después y volverá el verano, en un cliclo, continuo…

Deja que se marche el verano, que se vayan los días sin rastro, pronto olvidaremos el sofoco,

esperaremos el fresco viento, y los atardeceres adelantados.

Deja que transite la luna, sin indicios sobre el cielo, así como se van tus labios,  después de besar mi boca, después de libar mi pecho, sin pesquisa, ni rastro.

No habrá indicio de tu tacto, que recorría mi piel, los días de verano, ni del calor vibrante,  ni de tu cuerpo palpitante,  sin evidencia, ni atisbo,  así se marcha el verano, como tú te has marchado.

Vivaldi retrató las estaciones con música. Las cuatro estaciones es una de mis composiciones favoritas; en este espacio he escrito sobre la primavera, el otoño y el invierno, me faltaba reflejar el verano… En esta ocasión he escrito un poema más corto que de costumbre, así fluyó y consideré que no cabían más palabras.

Así sucede en la vida, las palabras no son requeridas y los silencios son mucho más elocuentes que toda explicación. Las transiciones climáticas ocurren de la misma manera, sigilosamente van desapareciendo aquellos rasgos característicos de la temporada que concluye y se inicia otra de manera simultánea sin esperar mandato, sin demora, carente de prisa, de manera natural… A nosotros nos queda observar, apreciar y disfrutar, estar atentos a como las temporadas van y vienen en continuo itinerario.

Despidamos el verano, con lluvia, con llanto, con gozo y sin quebranto. Pronto vendrá el otoño, luego el invierno, primavera después y volverá el verano, en un cliclo, continuo…

Deja que se marche el verano, que se vayan los días sin rastro, pronto olvidaremos el sofoco,

esperaremos el fresco viento, y los atardeceres adelantados.

Deja que transite la luna, sin indicios sobre el cielo, así como se van tus labios,  después de besar mi boca, después de libar mi pecho, sin pesquisa, ni rastro.

No habrá indicio de tu tacto, que recorría mi piel, los días de verano, ni del calor vibrante,  ni de tu cuerpo palpitante,  sin evidencia, ni atisbo,  así se marcha el verano, como tú te has marchado.