/ miércoles 20 de octubre de 2021

Sobremesa | Logrando la Magia

Cada uno tiene su propia vocación o misión específica en la vida, todo el mundo tiene que llevar a cabo una tarea concreta que exige su cumplimiento. Ahí no se puede sustituir, ni se puede repetir su vida, por lo tanto, la tarea de cada persona es única como su oportunidad específica para su ejecución,

Viktor E. Frankl


Y la conocí una mañana de Enero de 2012, su sola presencia nos imponía respeto, éramos solo siete docentes que esperábamos recibir una capacitación más, sin embargo ella, nos demostró que las expectativas que teníamos iban a ser superadas, por mucho.

Su nombre, Maestra Lidia Pavón Chapoy Jefa de Enseñanza de Español en Secundarias Técnicas. Y podría hablar más de su vasto curriculum, pero me enfocaré más en las enseñanzas que nos dejó y no solo por los contenidos programáticos que abordamos, sino por el ejemplo que nos arrastró como docentes.

La vocación (del latín: vocāre; llamar) es el deseo de emprender una carrera, profesión o cualquier otra actividad, el llamado a ser, entonces me di cuenta que si alguien había sido llamada a ser maestra, era ella… con su figura menuda, su gesto ecuánime y su voz firme.

Nos recordó que el deber es fundamental en la docencia, tenemos una deuda con nuestros alumnos. Estamos obligados a dar lo mejor de nosotros día con día.

La actualización constante es una obligación primordial, no podemos permitirnos el lujo de rezagarse, quedarse obsoletos, la tecnología debe ser nuestra aliada, una herramienta que podemos utilizar a nuestro favor, existen innumerables recursos que pueden enriquecer el proceso de enseñanza- aprendizaje, lejos de temerle o permanecer recelosos las innovaciones tecnológicas deben ser incluidas en el aula.

Ser previsores como docentes, es un punto que no podemos olvidar. Si tenemos algo planeado, siempre hay que tener un plan B, por aquello de que las situaciones inesperadas, puedan sorprendernos, no se debe dejar nada a la deriva.

Muchas lecciones fueron desplegadas a lo largo del curso que cambió nuestra forma de ver la docencia, no solo por los consejos que nos compartió, o los conocimientos que enriquecieron nuestro bagaje cultural, sino el profesionalismo con el que se desarrollaron las jornadas de capacitación, la calidad humana que se mostró, la cordialidad y el compañerismo que germinó, pues de ser completos desconocidos, nos convertimos en cómplices, amigos, en una fraternidad que ha superado el paso del tiempo,

Pues a decir verdad pocas veces hemos vuelto a coincidir en el tiempo y en el espacio, pero los recuerdos de aquellos momentos marcaron nuestra formación como docentes, han hecho que guardemos con especial cuidado en nuestro corazón, esos días en los que volvimos a ser un poco niños, con esa avidez por aprender, con ese entusiasmo por hacer travesuras y pasar un rato ameno.

Fue magia pura, destellos de ese esplendor que en pocas ocasiones se logra; la experiencia, el conocimiento y la conciencia, se conjugaron en una sola persona, que como un hada madrina toco nuestras mentes y corazones.

Gracias, por su ejemplo por su trabajo arduo, su presencia constante, su personalidad firme y su calidad humana.

Definitivamente las palabras convencen pero el ejemplo arrastra. La fortuna me sonrió al ponerla en mi camino, eso no lo dudo.

Espero encontrarnos nuevamente y es un honor para mí que usted fuera mi maestra aunque solo por un rato. La maestra Lidia ya trascendió. Sus enseñanzas nos acompañan y su ejemplo luminoso nos guía. Estoy segura que goza de la paz eterna.


Ana Verónica Torres Licon | Docente y Escritora



Cada uno tiene su propia vocación o misión específica en la vida, todo el mundo tiene que llevar a cabo una tarea concreta que exige su cumplimiento. Ahí no se puede sustituir, ni se puede repetir su vida, por lo tanto, la tarea de cada persona es única como su oportunidad específica para su ejecución,

Viktor E. Frankl


Y la conocí una mañana de Enero de 2012, su sola presencia nos imponía respeto, éramos solo siete docentes que esperábamos recibir una capacitación más, sin embargo ella, nos demostró que las expectativas que teníamos iban a ser superadas, por mucho.

Su nombre, Maestra Lidia Pavón Chapoy Jefa de Enseñanza de Español en Secundarias Técnicas. Y podría hablar más de su vasto curriculum, pero me enfocaré más en las enseñanzas que nos dejó y no solo por los contenidos programáticos que abordamos, sino por el ejemplo que nos arrastró como docentes.

La vocación (del latín: vocāre; llamar) es el deseo de emprender una carrera, profesión o cualquier otra actividad, el llamado a ser, entonces me di cuenta que si alguien había sido llamada a ser maestra, era ella… con su figura menuda, su gesto ecuánime y su voz firme.

Nos recordó que el deber es fundamental en la docencia, tenemos una deuda con nuestros alumnos. Estamos obligados a dar lo mejor de nosotros día con día.

La actualización constante es una obligación primordial, no podemos permitirnos el lujo de rezagarse, quedarse obsoletos, la tecnología debe ser nuestra aliada, una herramienta que podemos utilizar a nuestro favor, existen innumerables recursos que pueden enriquecer el proceso de enseñanza- aprendizaje, lejos de temerle o permanecer recelosos las innovaciones tecnológicas deben ser incluidas en el aula.

Ser previsores como docentes, es un punto que no podemos olvidar. Si tenemos algo planeado, siempre hay que tener un plan B, por aquello de que las situaciones inesperadas, puedan sorprendernos, no se debe dejar nada a la deriva.

Muchas lecciones fueron desplegadas a lo largo del curso que cambió nuestra forma de ver la docencia, no solo por los consejos que nos compartió, o los conocimientos que enriquecieron nuestro bagaje cultural, sino el profesionalismo con el que se desarrollaron las jornadas de capacitación, la calidad humana que se mostró, la cordialidad y el compañerismo que germinó, pues de ser completos desconocidos, nos convertimos en cómplices, amigos, en una fraternidad que ha superado el paso del tiempo,

Pues a decir verdad pocas veces hemos vuelto a coincidir en el tiempo y en el espacio, pero los recuerdos de aquellos momentos marcaron nuestra formación como docentes, han hecho que guardemos con especial cuidado en nuestro corazón, esos días en los que volvimos a ser un poco niños, con esa avidez por aprender, con ese entusiasmo por hacer travesuras y pasar un rato ameno.

Fue magia pura, destellos de ese esplendor que en pocas ocasiones se logra; la experiencia, el conocimiento y la conciencia, se conjugaron en una sola persona, que como un hada madrina toco nuestras mentes y corazones.

Gracias, por su ejemplo por su trabajo arduo, su presencia constante, su personalidad firme y su calidad humana.

Definitivamente las palabras convencen pero el ejemplo arrastra. La fortuna me sonrió al ponerla en mi camino, eso no lo dudo.

Espero encontrarnos nuevamente y es un honor para mí que usted fuera mi maestra aunque solo por un rato. La maestra Lidia ya trascendió. Sus enseñanzas nos acompañan y su ejemplo luminoso nos guía. Estoy segura que goza de la paz eterna.


Ana Verónica Torres Licon | Docente y Escritora