Hacia el nuevo mineral
se dirigían diariamente;
desde una montaña cercana
bajaban muy lentamente.
Acompañado de un lobo,
rodeaban por hondo vado,
azoraban los mineros
quienes pasaban de lado.
El ayate tan humilde
se desgarra en el mezquite
por la pendiente vereda
que los lleva hasta el mercado.
Natural y lobo, polvientos,
harta curra le entregaban
bolsa de cuero gastada,
estragos al sol, que mojaban.
Un hombre de espesa barba
los atendía entusiasmado;
Casa de metal ensaye
en la calle El Mayorazgo.
El lobo ensordecido
aguardaba en el zaguán;
mientras que su amo paciente,
el beneficio esperar.
-“ Oro, plata, y calidad
os traes a diario, indio Juan…
¿Que hacéis con tanta riqueza,
lo gastáis en El Parral ? ”.
“ ¡ No, mí señor Valerio,
se lo regreso a la tierra !
quiero hacer una capilla
¡ pos, pa´ que sane mi hembra ! “
Humano y canino salían,
dejando huella en el puente,
se perdían por una cueva
que ya no tengo presente.
No me han de creer que en un cerro,
¡ hay un tesoro escondido !
cuidado de blancas borregas y,
de un lobo… agradecido.