/ jueves 23 de noviembre de 2023

Expresión en Libertad | El Paraíso que Pisamos y No Vemos

El paraíso que tenemos y no apreciamos, que nos da la vida y no cuidamos, tarde que temprano lo extrañaremos y ya lo estamos añorando, ¿No será que ya lo estamos perdiendo? Ayer lo ignoramos, hoy lo estamos agrediendo y mañana lo lamentaremos; es que todos creemos que lo tendremos si lo merecemos, pero, para ello rezar, amar y perdonar será el camino que salvemos, y sí, al morir no lo alcanzamos, quizás no lo merezcamos.

DIOS se pregunta y se sorprende de la sordera y la ceguera de sus amados hijos hechos a su divina semejanza y después de más de dos milenios de sus dulces enseñanzas; es increíble que éstas sus desvalidas criaturas no vean el mar, el bosque, la inmensidad de sus montañas y no oigan el canto de los pequeños que vuelan por encima y los que corren por el pasto, de este paraíso que nos dio para el gozo del día a día, iluminado por la gloria de su dulce nombre. Nos dio el fuego para calentarnos, no para quemarnos.

Nos dio el agua para refrescarnos, no para ahogarnos. No dio el intelecto para superarnos, no para destrozarnos. Nos dio la voz para entendernos, no para insultarnos. Nos dio el amor para reproducirnos, no para reducirnos. Nos dio el mundo para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos y así por siempre, hagamos de este astro azul, la cuna de la humanidad y no la guarida de la barbaridad.

Cuando cae la lluvia en abundancia, tenemos la ignorancia de decir, que mal tiempo, que molestia. Cuando los hermosos copos de nieve caen, sólo los niños los aprecian y los recogen cuando caen. Cuando vemos a la abeja laboriosa, la molestamos o le huimos sin apreciar su obra deliciosa.

Cuando vemos a una linda mujer embarazada, decimos que está en mal estado. !MAL ESTADO! “Cuando el tecolote canta el indio muere”, ¡Nadie muere cuando un tecolote canta! Ni los indígenas.

Desde la noche de los tiempos, la madre tierra nos cobija, nos alimenta y nos impulsa a las estrellas; pero nosotros al amparo de la noche, corto se nos hace el tiempo, para quitar la tierra al desvalido hermano, sin ver que ésta lo alimenta. Y sí, la madre tierra nos impulsa al universo, entonces del paraíso y sus riquezas dueños nos creemos, y hacemos que los demás trabajen sin descanso y sin reproches y se encarguen de que no nos falta nada, aún en el derroche.

Como todos comprendemos el paraíso terrenal aún lo conservamos, solo que cientos de millones no lo conocemos, porque carecemos del tiempo y del dinero para disfrutarlo, entre el agobio extenuante de un trabajo y el modesto sueldo de ese esfuerzo se va una vida. La gente muy humilde me preguntó.

-¿Conocerá un volcán, el Polo Norte, una selva, una cascada, una caverna, una isla, un bosque, un desfiladero, un cañón y sus acantilados, un iceberg o témpano de hielo? Simplemente la inmensidad del mar y la tibieza de sus playas. ¿Habrá un paraíso en el más allá?

No lo sabemos, pero el que aquí tenemos, cuidémoslo y disfrutémoslo, es tuyo, es mío, es de todos.

Emiliano Fco. Ornelas. | Profesor de Lengua Inglesa

El paraíso que tenemos y no apreciamos, que nos da la vida y no cuidamos, tarde que temprano lo extrañaremos y ya lo estamos añorando, ¿No será que ya lo estamos perdiendo? Ayer lo ignoramos, hoy lo estamos agrediendo y mañana lo lamentaremos; es que todos creemos que lo tendremos si lo merecemos, pero, para ello rezar, amar y perdonar será el camino que salvemos, y sí, al morir no lo alcanzamos, quizás no lo merezcamos.

DIOS se pregunta y se sorprende de la sordera y la ceguera de sus amados hijos hechos a su divina semejanza y después de más de dos milenios de sus dulces enseñanzas; es increíble que éstas sus desvalidas criaturas no vean el mar, el bosque, la inmensidad de sus montañas y no oigan el canto de los pequeños que vuelan por encima y los que corren por el pasto, de este paraíso que nos dio para el gozo del día a día, iluminado por la gloria de su dulce nombre. Nos dio el fuego para calentarnos, no para quemarnos.

Nos dio el agua para refrescarnos, no para ahogarnos. No dio el intelecto para superarnos, no para destrozarnos. Nos dio la voz para entendernos, no para insultarnos. Nos dio el amor para reproducirnos, no para reducirnos. Nos dio el mundo para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos y así por siempre, hagamos de este astro azul, la cuna de la humanidad y no la guarida de la barbaridad.

Cuando cae la lluvia en abundancia, tenemos la ignorancia de decir, que mal tiempo, que molestia. Cuando los hermosos copos de nieve caen, sólo los niños los aprecian y los recogen cuando caen. Cuando vemos a la abeja laboriosa, la molestamos o le huimos sin apreciar su obra deliciosa.

Cuando vemos a una linda mujer embarazada, decimos que está en mal estado. !MAL ESTADO! “Cuando el tecolote canta el indio muere”, ¡Nadie muere cuando un tecolote canta! Ni los indígenas.

Desde la noche de los tiempos, la madre tierra nos cobija, nos alimenta y nos impulsa a las estrellas; pero nosotros al amparo de la noche, corto se nos hace el tiempo, para quitar la tierra al desvalido hermano, sin ver que ésta lo alimenta. Y sí, la madre tierra nos impulsa al universo, entonces del paraíso y sus riquezas dueños nos creemos, y hacemos que los demás trabajen sin descanso y sin reproches y se encarguen de que no nos falta nada, aún en el derroche.

Como todos comprendemos el paraíso terrenal aún lo conservamos, solo que cientos de millones no lo conocemos, porque carecemos del tiempo y del dinero para disfrutarlo, entre el agobio extenuante de un trabajo y el modesto sueldo de ese esfuerzo se va una vida. La gente muy humilde me preguntó.

-¿Conocerá un volcán, el Polo Norte, una selva, una cascada, una caverna, una isla, un bosque, un desfiladero, un cañón y sus acantilados, un iceberg o témpano de hielo? Simplemente la inmensidad del mar y la tibieza de sus playas. ¿Habrá un paraíso en el más allá?

No lo sabemos, pero el que aquí tenemos, cuidémoslo y disfrutémoslo, es tuyo, es mío, es de todos.

Emiliano Fco. Ornelas. | Profesor de Lengua Inglesa