/ sábado 11 de enero de 2020

El odio

El odio es la cólera de los débiles, la animadversión de los que no pueden perdonar, y el fruto de la frustración cuando creemos que alguien nos hizo daño aunque nadie puede dañarnos sin nuestro consentimiento. Es un sentimiento que solo aflora en ausencia de la inteligencia.

El odio divide, juzga y castiga; representa y fortalece únicamente al poder colectivo del mal. Es una carga pesada de consecuencias desastrosas; un ácido que destruye más a quien lo porta que a quien se le vierte. Es como tomar un veneno y esperar que el otro sea el que muera. El odio es un lastre que conduce a la separación y a la destrucción; nunca llega solo sino que le acompaña la amargura, la ira, la locura, la venganza, el arrepentimiento y el sufrimiento. Debemos ser conscientes que todas nuestras acciones repercuten y tienen resonancia universal; con el odio no dañamos solo al mal gobernante, al rico, a los que se odian o nos odian; el daño es absolutamente para todos, y nosotros…. somos parte de ése todo.

El odio ha causado muchos problemas en el mundo e irónicamente no ha ayudado a solucionar ninguno. Su precio también es ausencia de amor en nuestras vidas y eso es semejanza del infierno al que pudiéramos ir. Jamás nos sentiremos mejor provocando sufrimiento a los demás, el odio solo eterniza las venganzas y el mal. No es necesario golpear para hacer daño; una palabra duele, una indiferencia duele, un desprecio duele ……..hasta un silencio duele.

Existen 2 energías que rigen éste mundo, la fuerza del odio y la del amor; donde hay amor hay vida, donde hay odio hay desolación. El odio solo disminuye con el amor y el perdón; véncelo con la no violencia, con el no rencor; derrótalo con la bondad y el amor. El amor une, comprende, eleva y da paz, tiene poder; PERO EL ODIO DIVIDE Y DESTROZA. Ignorarlo es el mayor triunfo sobre él, hay que apostarle al amor. Cuando odiamos a alguien solo vemos el reflejo de lo que no hemos podido superar en nosotros.

El odio es la cólera de los débiles, la animadversión de los que no pueden perdonar, y el fruto de la frustración cuando creemos que alguien nos hizo daño aunque nadie puede dañarnos sin nuestro consentimiento. Es un sentimiento que solo aflora en ausencia de la inteligencia.

El odio divide, juzga y castiga; representa y fortalece únicamente al poder colectivo del mal. Es una carga pesada de consecuencias desastrosas; un ácido que destruye más a quien lo porta que a quien se le vierte. Es como tomar un veneno y esperar que el otro sea el que muera. El odio es un lastre que conduce a la separación y a la destrucción; nunca llega solo sino que le acompaña la amargura, la ira, la locura, la venganza, el arrepentimiento y el sufrimiento. Debemos ser conscientes que todas nuestras acciones repercuten y tienen resonancia universal; con el odio no dañamos solo al mal gobernante, al rico, a los que se odian o nos odian; el daño es absolutamente para todos, y nosotros…. somos parte de ése todo.

El odio ha causado muchos problemas en el mundo e irónicamente no ha ayudado a solucionar ninguno. Su precio también es ausencia de amor en nuestras vidas y eso es semejanza del infierno al que pudiéramos ir. Jamás nos sentiremos mejor provocando sufrimiento a los demás, el odio solo eterniza las venganzas y el mal. No es necesario golpear para hacer daño; una palabra duele, una indiferencia duele, un desprecio duele ……..hasta un silencio duele.

Existen 2 energías que rigen éste mundo, la fuerza del odio y la del amor; donde hay amor hay vida, donde hay odio hay desolación. El odio solo disminuye con el amor y el perdón; véncelo con la no violencia, con el no rencor; derrótalo con la bondad y el amor. El amor une, comprende, eleva y da paz, tiene poder; PERO EL ODIO DIVIDE Y DESTROZA. Ignorarlo es el mayor triunfo sobre él, hay que apostarle al amor. Cuando odiamos a alguien solo vemos el reflejo de lo que no hemos podido superar en nosotros.