Nunca se habían disputado en un sólo día tantos cargos político electivos como sucederá este 1 de julio.
Tanto por la cantidad de puestos a elegir y la estandarización de las condiciones de las contiendas, como por la movilización ciudadana, de candidatas y candidatos, de partidos, de coaliciones e independientes, lo que viviremos en esta jornada electoral será inédito.
Han sido meses de preparación, de revisión de los procedimientos, de innovación técnica, de desarrollo informático, de planeación institucional y de acuerdos interinstitucionales para darle viabilidad al modelo democrático que surgió de la reforma de 2014. El resultado de ese esfuerzo es que cada plazo de ley y cada actividad programática y logística se ha cumplido puntualmente.
La hoja de ruta que se trazó, con base en la experiencia de más de un cuarto de siglo de organizar elecciones libres, ha servido para asegurar la legalidad del proceso electoral 2018. Esa experiencia es la que posibilita que hoy contemos con el padrón electoral más grande y actualizado que hayamos tenido en nuestra vida democrática, y que sea uno de los padrones electorales más confiables del mundo.
Además, hemos tomado decisiones para que las elecciones de 2018 sean las más incluyentes y representativas, ya que no sólo establecimos acciones afirmativas para la participación política de las mujeres en las candidaturas plurinominales, en el Senado y la Cámara de Diputados, sino que aprobamos criterios para asegurar representación política para las personas indígenas en el Poder Legislativo.
Para darle cauce al pluralismo político, que se ha asentado en todo el territorio nacional, todos los contendientes han contado con las prerrogativas que la legislación dispone para darle equidad a la competencia y asegurar que, quienes aspiran a integrar los órganos de representación del Estado mexicano puedan dar a conocer masivamente sus propuestas y prioridades para la configuración de las futuras políticas públicas de nuestro país.
En estas elecciones, el pluralismo no sólo se ha recreado entre los contendientes, también se ha manifestado en los medios de comunicación. Los medios electrónicos han respetado la pauta emitida por el INE para el uso de los tiempos del Estado en la radio y la televisión, y han ejercido ampliamente, en noticieros y programas de análisis, la libertad de expresión que consagra nuestra Constitución. Con ello, los medios de comunicación han cumplido su rol de informar con pluralidad para que la ciudadanía ejerza su derecho a la información y el 1 de julio emita un voto libre.
Adicionalmente, con los debates organizados por el INE se desacralizó la figura de los candidatos presidenciales al ser sometidos a cuestionamientos intensos, y a veces hasta incómodos, que permitieron conocer de mejor manera la personalidad, experiencia y reacciones de quienes aspiran a la Presidencia de nuestro país.
Otra muy buena noticia es que las y los ciudadanos han respondido con entusiasmo a la convocatoria del INE para participar en las diferentes etapas del proceso electoral. Hubo una gran respuesta tanto en el concurso para realizar tareas de supervisores y capacitadores, como en el proceso para integrar las mesas directivas de casilla: de los 12 millones de personas insaculadas y visitadas en su domicilio, para invitarlas a integrar las mesas directivas de casilla, se logró capacitar a 2.7 millones (prácticamente el doble de las que necesitamos para conformar las casi 157 mil casillas previstas).
Esta respuesta es relevante, no sólo porque nunca habíamos necesitado a tantas personas para integrar las casillas como en 2018, sino, sobre todo, porque se da en un momento en el que la satisfacción con la democracia se encuentra en uno de sus niveles más bajos.
Otro aspecto que permite el INE afirmar que todo está listo para la elección más grande de la historia es el circuito de colaboración institucional que hemos venido creando desde 2014. El andamiaje democrático surgido de esa reforma reconoce que recreación de la democracia es una obra colectiva, en la que instituciones electorales, autoridades federales y locales, organizaciones de la sociedad, empresariales e instituciones académicas, todos tenemos diferentes roles que cumplir.
Por todo lo anterior es que en el INE decimos que todo está listo para que la sociedad mexicana viva, en condiciones de igualdad, la fiesta democrática más grande que se haya organizado en nuestra historia. El entusiasmo de la ciudadanía para decidir con su voto el futuro de nuestra nación se observa en las calles, en las discusiones familiares, en los medios de comunicación y en las redes sociales. Para decirlo en una nuez, la democracia ha sido una causa que ha recorrido todos los rincones de nuestro país.
Esta jornada electoral es una oportunidad inmejorable para que las elecciones sean una escuela de democracia, para ratificar que el poder civilizatorio de las elecciones es aún más relevante en un país con tanta desigualdad como el nuestro. La democracia sin duda es la mejor herramienta para zanjar las diferencias políticas por cauces institucionales. Si todos respetamos las reglas y ejercemos nuestras responsabilidades con altura de miras lograremos que la democracia siga siendo un ancla de estabilidad política, un factor para la gobernabilidad del país y una de las bases para el fortalecimiento de las relaciones de México con el mundo. La fiesta de la democracia, en pocas palabras, está lista para que ciudadanas y ciudadanos decidamos nuestro futuro y ejerzamos un voto libre.