/ domingo 29 de noviembre de 2020

Priva la desolación al secarse la presa Parral 

El desembalse está en riesgo de fracturarse  

El desembalse de la presa Parral provoca riesgo de daños en las laderas, aunque la estructura es firme y las grietas ocasionadas por la sequía no son el mayor problema, ya que no es la primera vez que se presenta una sequía como la actual. Aunado al desabasto en un sector de la ciudad, la flora y la fauna que rodean el lugar están padeciendo la falta de agua, se corre el riesgo de quedar exterminada como ya ocurrió con los peces.

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De acuerdo con estudios hidrológicos de la Universidad Autónoma de México (UNAM), para determinar la severidad de la sequía en las presas del país, en la presa Parral se detectaron 16 eventos de sequía meteorológica en un lapso de 35 años -de 1952 a 1986-, de los cuales tres fueron de nulo almacenamiento.

Esta presa contiene su registro en la Conagua desde los años 50 y según lo expresa el profesor Dionisio Pardo Rentería, experto en minas del Instituto Tecnológico de Parral (ITP), durante 15 años a partir de 1986 la sequía fue también severa, dejando de extraerse el agua de consumo diario de esta fuente.

Por ello, las afectaciones estructurales en las laderas de la represa pueden sufrir diversas afectaciones, como grietas que al intenso calor que perciben sin contar con un almacenamiento en su cuenca, aunque la JMAS realiza mantenimiento para evitar estragos.

El director técnico de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS), Manuel Ramos, explicó en entrevista que tras la sequía las laderas de la estructura sufren grietas, aunque no afecta en gran medida, el problema es la afectación en la flora y la fauna dato que ya había sido expuesto por él mismo en el mes de junio, cuando la presa estaba al 13 por ciento de su capacidad.

En ese momento, la JMAS tomó la decisión de anular la extracción del vital líquido para evitar las afectaciones a los animales y plantas, pasando a sacar el agua de las minas La Esmeralda y El Arbolito, de donde ahora se extrae para el abasto de la ciudadanía de las colonias del sector Poniente.

Evitar que se secara no fue posible y los presagios se hicieron realidad: hoy la fauna que habitaba en el lugar está extinto, los peces que yacían sin vida en los charcos quedaron al secarse y perecieron sin más; la vegetación en las inmediaciones poco a poco va secándose.

Francisco Nájera es uno de los ejidatarios de la comunidad de Corral de Piedra, cuya ubicación es colindante con la presa; explicó que el ganado de las rancherías cercanas está padeciendo la escasez de agua.

Cada vez se miran menos vacas bajar, uno de los ganaderos me dijo que tiene que gastar extra para dar de beber a sus animales, ya no tienen agua de la presa lamentó.

Explicó que las rancherías cercanas ya no están dejando que su ganado salga a beber porque incluso los charcos que quedaban ya están casi secos, por lo que tienen que recurrir a otras fuentes de abastecimiento.

Por su parte, el director de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de la región, (Sader) Roberto Baca, explicó que las presas no deben dejarse desembalsar para evitar la muerte de los peces.

Por ello explicó que en el caso de la Pico de Águila y San Gabriel se les aplica el reembalse para evitar las afectaciones de la flora y la fauna.

Este reembalse se aplica dejando de extraer de las presas cuando se presentan las sequías y mientras los ríos que las abastecen se cargan estas vuelven a aumentar sus capacidades del almacenamiento, según explicó el encargado de la Sader.

VISIÓN DESÉRTICA Y AFECTACIONES EN LOS HOGARES PARRALENSES

Al recorrer la cuenca vacía de la presa Parral las visiones se asemejan a un territorio desértico con espejismos de oasis, lo que en algún momento fue un espacio donde incluso las familias se reunían para pescar en balsas o desde la orilla, hoy priva un escenario apocalíptico.

Desde huesos de animales muertos y ganado que por alguna razón pereció ahí, hasta las pequeñas oquedades que dejaron los charcos que se quedaron a la espera de las lluvias que ya no aparecieron en este año atípico.

De acuerdo con el profesor Dionisio Pardo, con relación al panorama a futuro, si no llueve la saturación en las minas cuyos pozos ahora son la fuente de miles de los parralenses para suministrare agua podrían acabar. Es el cuento de nunca acabar buscando nuevas fuentes si no llueve, advirtió.

Ahora son unas 26 colonias que están padeciendo la carencia del vital líquido de uso diario, en las partes altas a veces no llega el agua hasta en cinco días y si llega es un “chorrito”, mientras que las pipas de la JMAS no se dan abasto.

En este sentido, el director técnico de la Junta Central de Agua y Saneamiento (JCAS) Ramón Chacón Anchondo, explicó que se tiene destinados de 39 millones 033 pesos para el apoyo en las zonas urbanas por la sequía.

Es decir, que con dicho recurso monetario se logra extraer el agua desde las minas antes mencionadas y se requiere un mayor equipo de bombeo para solventar las problemáticas en los sectores afectados.

GRIETAS Y DESOLACIÓN EN LOS ALREDEDORES

Para llegar a la presa Parral se requiere acceder por el lugar conocido como Punto Alegre, municipio de Santa Bárbara, en la comunidad conocida como “El Chonte” se sigue una brecha de dos kilómetros aproximadamente.

Todo el camino parece un escenario apocalíptico: árboles secos y animales muertos es la constante en la terracería y el olor a putrefacción se percibe antes de que sea visible la construcción de la represa.

Al llegar al lugar se puede observar todavía el ganado de las cercanías que rodea todo la intemperie del sitio, como si estuviera buscando agua mientras se conforma con el pasto que creció sobre las grietas.

Las vacas, caballos y borregos que comúnmente bajaban a beber de las aguas, ahora buscan otros charcos que poco a poco el sol se encarga de secar hasta que no quede más que tierra que parece desértica.

Los peces que quedaron en los charcos ya perecieron, pues hace apenas tres meses aún se observaban cuencas con un poco del agua que ya no está, sólo quedan las grietas de lo que alguna vez fue el fondo de la presa.

El desembalse de la presa Parral provoca riesgo de daños en las laderas, aunque la estructura es firme y las grietas ocasionadas por la sequía no son el mayor problema, ya que no es la primera vez que se presenta una sequía como la actual. Aunado al desabasto en un sector de la ciudad, la flora y la fauna que rodean el lugar están padeciendo la falta de agua, se corre el riesgo de quedar exterminada como ya ocurrió con los peces.

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De acuerdo con estudios hidrológicos de la Universidad Autónoma de México (UNAM), para determinar la severidad de la sequía en las presas del país, en la presa Parral se detectaron 16 eventos de sequía meteorológica en un lapso de 35 años -de 1952 a 1986-, de los cuales tres fueron de nulo almacenamiento.

Esta presa contiene su registro en la Conagua desde los años 50 y según lo expresa el profesor Dionisio Pardo Rentería, experto en minas del Instituto Tecnológico de Parral (ITP), durante 15 años a partir de 1986 la sequía fue también severa, dejando de extraerse el agua de consumo diario de esta fuente.

Por ello, las afectaciones estructurales en las laderas de la represa pueden sufrir diversas afectaciones, como grietas que al intenso calor que perciben sin contar con un almacenamiento en su cuenca, aunque la JMAS realiza mantenimiento para evitar estragos.

El director técnico de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS), Manuel Ramos, explicó en entrevista que tras la sequía las laderas de la estructura sufren grietas, aunque no afecta en gran medida, el problema es la afectación en la flora y la fauna dato que ya había sido expuesto por él mismo en el mes de junio, cuando la presa estaba al 13 por ciento de su capacidad.

En ese momento, la JMAS tomó la decisión de anular la extracción del vital líquido para evitar las afectaciones a los animales y plantas, pasando a sacar el agua de las minas La Esmeralda y El Arbolito, de donde ahora se extrae para el abasto de la ciudadanía de las colonias del sector Poniente.

Evitar que se secara no fue posible y los presagios se hicieron realidad: hoy la fauna que habitaba en el lugar está extinto, los peces que yacían sin vida en los charcos quedaron al secarse y perecieron sin más; la vegetación en las inmediaciones poco a poco va secándose.

Francisco Nájera es uno de los ejidatarios de la comunidad de Corral de Piedra, cuya ubicación es colindante con la presa; explicó que el ganado de las rancherías cercanas está padeciendo la escasez de agua.

Cada vez se miran menos vacas bajar, uno de los ganaderos me dijo que tiene que gastar extra para dar de beber a sus animales, ya no tienen agua de la presa lamentó.

Explicó que las rancherías cercanas ya no están dejando que su ganado salga a beber porque incluso los charcos que quedaban ya están casi secos, por lo que tienen que recurrir a otras fuentes de abastecimiento.

Por su parte, el director de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de la región, (Sader) Roberto Baca, explicó que las presas no deben dejarse desembalsar para evitar la muerte de los peces.

Por ello explicó que en el caso de la Pico de Águila y San Gabriel se les aplica el reembalse para evitar las afectaciones de la flora y la fauna.

Este reembalse se aplica dejando de extraer de las presas cuando se presentan las sequías y mientras los ríos que las abastecen se cargan estas vuelven a aumentar sus capacidades del almacenamiento, según explicó el encargado de la Sader.

VISIÓN DESÉRTICA Y AFECTACIONES EN LOS HOGARES PARRALENSES

Al recorrer la cuenca vacía de la presa Parral las visiones se asemejan a un territorio desértico con espejismos de oasis, lo que en algún momento fue un espacio donde incluso las familias se reunían para pescar en balsas o desde la orilla, hoy priva un escenario apocalíptico.

Desde huesos de animales muertos y ganado que por alguna razón pereció ahí, hasta las pequeñas oquedades que dejaron los charcos que se quedaron a la espera de las lluvias que ya no aparecieron en este año atípico.

De acuerdo con el profesor Dionisio Pardo, con relación al panorama a futuro, si no llueve la saturación en las minas cuyos pozos ahora son la fuente de miles de los parralenses para suministrare agua podrían acabar. Es el cuento de nunca acabar buscando nuevas fuentes si no llueve, advirtió.

Ahora son unas 26 colonias que están padeciendo la carencia del vital líquido de uso diario, en las partes altas a veces no llega el agua hasta en cinco días y si llega es un “chorrito”, mientras que las pipas de la JMAS no se dan abasto.

En este sentido, el director técnico de la Junta Central de Agua y Saneamiento (JCAS) Ramón Chacón Anchondo, explicó que se tiene destinados de 39 millones 033 pesos para el apoyo en las zonas urbanas por la sequía.

Es decir, que con dicho recurso monetario se logra extraer el agua desde las minas antes mencionadas y se requiere un mayor equipo de bombeo para solventar las problemáticas en los sectores afectados.

GRIETAS Y DESOLACIÓN EN LOS ALREDEDORES

Para llegar a la presa Parral se requiere acceder por el lugar conocido como Punto Alegre, municipio de Santa Bárbara, en la comunidad conocida como “El Chonte” se sigue una brecha de dos kilómetros aproximadamente.

Todo el camino parece un escenario apocalíptico: árboles secos y animales muertos es la constante en la terracería y el olor a putrefacción se percibe antes de que sea visible la construcción de la represa.

Al llegar al lugar se puede observar todavía el ganado de las cercanías que rodea todo la intemperie del sitio, como si estuviera buscando agua mientras se conforma con el pasto que creció sobre las grietas.

Las vacas, caballos y borregos que comúnmente bajaban a beber de las aguas, ahora buscan otros charcos que poco a poco el sol se encarga de secar hasta que no quede más que tierra que parece desértica.

Los peces que quedaron en los charcos ya perecieron, pues hace apenas tres meses aún se observaban cuencas con un poco del agua que ya no está, sólo quedan las grietas de lo que alguna vez fue el fondo de la presa.

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