Rosa Ema Suarez ha destinado su tiempo y fuerza al cuidado de su hija que nació con parálisis cerebral, al quedar viuda ha tenido que emprender un negocio con la venta de coronas, debido a que necesita obtener recursos para seguir adquiriendo los medicamentos, así como el alimento; sin embargo, ha tenido que enfrentar el no saber, por 24 años, de su hijo que se fue de casa en búsqueda de mejores oportunidades a Estados Unidos, sin conocer a la fecha su paradero; su dolor se multiplicó con la muerte de otro de sus hijos a quien le arrebataron la vida en Cuauhtémoc. A sus 68 años de edad expuso: “mientras tenga fuerzas seguiré viviendo para mi muchachita”.
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Por lo anterior, explicó que desde que era pequeña aprendió de su madre a diseñar coronas para difuntos, por lo que ahora de esta manera busca la forma de obtener recursos económicos y mantener a su hija cuya discapacidad requiere de ciertas necesidades.
Al quedar viuda, señaló que la situación económica que enfrenta no le ha permitido poder vender de manera constante sus productos, ya que todos los insumos han incrementado de precio, por lo que muchas veces no son suficientes las ganas de trabajar.
Explicó que tuvo cuatro hijos, y aunque permanece el recuerdo de los mismos, solo a dos de ellos puede ver y conocer de sus vidas debido a que ha tenido que enfrentarse al dolor de no saber en dónde están o bien el de la muerte.
Recordó que en el año 2000 un hijo se fue en búsqueda de mejores oportunidades de vida, a Estados Unidos; sin embargo, al transcurrir 24 años no ha sabido de su paradero, por lo que mantiene la esperanza de verlo o bien tener la seguridad de que está bien.
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Mencionó que a pesar de que han pasado los años, aún mantiene el dolor de haber perdido a otro de sus hijos, al cual le arrebataron la vida mientras trabajaba en los campos de Cuauhtémoc, mismo que recuerda entre lágrimas.
“Una de mis hijas nació con parálisis cerebral y para ella trabajo, a sus 42 años no ha sido fácil poder mantenerla porque requiere de medicamentos, terapias y comidas especiales que muchas veces yo no puedo cumplir porque yo soy quien la cuida”, dijo.
Informó que, ante la dificultad de poder obtener un trabajo, ya que además de su edad, la responsabilidad de cuidar a su hija no le permite poder separarse por tiempos prolongados durante el día.
No obstante, argumentó que todos los días en su camino recolecta “latas” o cualquier otro tipo de metal para poderlo vender y así conseguir al menos la comida para su hija, y las medicinas que requiere para su tratamiento.
“No me gusta andar pidiendo, quienes me conocen en ocasiones me ayudan, porque saben de la situación difícil que vivo, muchas veces he tenido que comer lo que mi hija deja porque es lo único que hay, pero mientras tenga fuerzas seguiré viviendo para ella”, finalizó.
