“Acuérdate Señor de tu Misericordia”. En el evangelio de este domingo 14 de julio, Jesús nos invita a tener una verdadera trasformación en hijos de Dios, donde Jesús nos da los valores de ser agradecidos, mansos y humildes de corazón. El presbítero Miguel Ángel Gamboa Grajeda fue quien oficio la celebración de la eucaristía en catedral de Guadalupe.
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El presbítero indicó, Cristo nos dijo “Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados, ya que yo aliviare sus penas”. Dios se revela en lo sencillo, en lo pequeño y en lo pobre, en esa medida, así también ser agradecidos, agrándese el corazón de las personas.
El sacerdote Miguel Ángel Gamboa fue quien ofició la misa en catedral de Guadalupe, el cual explicó que el evangelio de este domingo es algo consolador al indicar Jesús “Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados, ya que yo aliviare sus penas”, la reflexión se refiere a ponernos de parte de aquellos en que el señor nombra en el evangelio como pequeños, sencillos y humildes.
Así también señaló que Jesús es humilde por excelencia, es así que descubrimos como se nos revela el Señor en nuestra vida, de otra forma tenemos consuelo, ya que sabemos cómo está entre nosotros Cristo, todos los que están cansados y agobiados, de igual forma en el evangelio se nos indica que hay que ser agradecidos.
Consideró el padre, que el agradecimiento es una gran virtud, un corazón agradecido es un corazón grande, es un corazón que sabe reconocer los dones que Dios da, en muchas de las ocasiones como seres humanos nos fijamos mucho en lo que nos falta, estamos con la fijación de aquello que no tengo o aquello de que otro tiene más que yo, pero cuando nos damos cuenta de todos los dones, talentos, carismas y regalos que Dios nos da, con eso tenemos.
Así también en el evangelio de San Mateo, en aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla!. Gracias Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
“Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera''.