"¡Hermanos, escuchen la voz de Dios!, estoy seguro que la gran mayoría son bautizados, somos hermanos, conviertan sus armas en arados para labrar la tierra, en instrumentos para cantar y alegrar. Qué triste mirarlos entre los montes cuidándose de todo y padeciendo hambres y fríos. El Señor les ofrece libertad. Mi abrazo y mi oración por ustedes", son las palabras del sacerdote Enrique Urzúa, quien expone una nueva carta en la solemnidad de Corpus Christi y en la que hace un llamado a quienes provocan sufrimiento y muerte en las comunidades para que escuchen la voz de Dios.
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El párroco de la catedral de Guadalupe en el municipio de la Sierra Tarahumara de Chihuahua, emitió un nuevo escrito ante los hechos ocurridos el pasado lunes 7 de junio en la comunidad de Santa Anita, los cuales dejaron como saldo un joven de 21 años decapitado, el templo rafagueado con más de 700 disparos de arma de fuego de grueso calibre, un vehículo calcinado y al interior del recinto religioso las imágenes fueron dañadas por los impactos, además de localizar las autoridades una granada y un cargador para fusil AR-15.
El sacerdote ruega a toda la comunidad que los escuche a través de dicha carta para que sigan orando por la paz que tanto anhelan. "Es deber de todos buscar caminos que nos conduzcan a vivir en libertad. En varios lugares de nuestra patria se vive y se escuchan los dolores que a nosotros nos aquejan".
El texto compartido hoy en la solemnidad de Corpus Christi detalla que ayer en el templo parroquial una madre rarámuri y su familia llorando despidieron a su hijo Claudio, quien fuera asesinado el lunes y dejado frente al recinto religioso a su cargo en la comunidad de Santa Anita.
Pero también, el padre expone que durante el día, llegaron algunas personas desplazadas de las comunidades de Santa Anita, el Rosado y Nacachi, para llorar ante el padre de misericordia. Con lágrimas en los ojos y su voz quebrada le dijeron: "Padre, no tengo palabras para expresar tanto dolor, nos han lastimado, han destruido nuestros pueblos, nuestras casas padre, nuestros animales se van a morir de hambre, ¿cuándo podremos regresar a nuestras casas?".
Escribe que de la misma manera, maestros que trabajan en la comunidad, han llorado delante del altar por el pueblo que aman, por sus niños, a los que quieren y con los que han estado años conviviendo los cuales expresan su dolor e impotencia.
Firmó que las imágenes del Cristo, de Santa Anita, de Nuestra Madre Santísima, etc., balaceados, junto con varios casquillos percutidos y recogidos en nuestra visita del martes y hoy expuestos en el altar de este templo parroquial, son imagen de este pueblo herido que pide la paz.
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El sacerdote agradeció a las autoridades locales y estatales sus atenciones y su disponibilidad personal para atender a las víctimas de estos hechos, al presidente municipal de Guachochi, Pepe Yañez, y a la gobernadora del Estado, la maestra Maru Campos, sin embargo, expuso que siendo el Estado Mexicano, el responsable de procurar y velar por la seguridad de todos les ruega a los tres órdenes de gobierno, garantizar el restablecimiento de la paz en estos pueblos y la presencia permanente de las fuerzas del estado, es el clamor comunitario, pues lo ocurrido el pasado lunes, es un hecho que se suma a la terrible tragedia donde murieron nuestros mártires Joaquín y Javier.
Expuso en la carta que él mismo firma que en medio de este ambiente de dolor, pero con profunda esperanza, ruega a Dios en este día solemne de Corpus, por las autoridades civiles para que el Señor les conceda la sabiduría necesaria en sus estrategias de seguridad.
Nuevamente acotó que al balacear de manera directa, el templo de una comunidad, han lastimado lo más sagrado de un pueblo que es profundamente religioso, se ha profanado el lugar comunitario del encuentro, el lugar donde una comunidad, vive su historia, su profundidad de vida. Estos acontecimientos están dentro de otros tantos que no han sido públicos pero que tienen a estas comunidades en el temor, por lo que no se puede decir que este es un hecho aislado. Pidió el auxilio para garantizar la paz y la libertad de estos pueblos.
Con esperanza hizo un llamado a quienes provocan sufrimiento y muerte en las comunidades. "¡Hermanos, escuchen la voz de Dios!, estoy seguro que la gran mayoría son bautizados, somos hermanos y aun estando dentro de las filas de la muerte, nuestro Padre y su Padre les ofrece vida. Les tenemos en nuestros corazones, ayer miércoles oramos por ustedes, por la conversión de sus corazones, conviertan sus armas en arados para labrar la tierra, en instrumentos para cantar y alegrar. Qué triste mirarlos entre los montes cuidándose de todo y padeciendo hambres y fríos. El Señor les ofrece libertad. Mi abrazo y mi oración por ustedes".
A nombre de la comunidad parroquial, religiosas y sacerdotes que caminan con estos pueblos, y que sienten el dolor de la gente, agradeció las muestras de solidaridad que han recibido a través de los medios de comunicación por parte de toda la sociedad y de la Iglesia, tanto al señor obispo, a la diócesis y de manera especial a estas comunidades lastimadas, hundidas en la incertidumbre y la zozobra que esta violencia que vivimos causa.
