El feminicidio es la máxima expresión de la violencia contra las mujeres, en Chihuahua cientos de familias siguen en búsqueda de la verdad y la justicia. Autoridades van y vienen y los casos siguen sin resolverse.
Algunos de los casos son de larga data, otros recientes, pero todos sin una investigación concluida y con los asesinos libres.
Desde hace años Chihuahua ha sido flagelado por la muerte de mujeres, poco se le daba importancia; sin embargo, gracias a que las madres de familia han tomado el estandarte para acceder a la justicia y que no se repita su historia, han surgido asociaciones civiles donde se les brinda acompañamiento, psicológico, jurídico y familiar, para sobrevivir al dolor.
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Paloma desapareció hace 19 años, Diana Yazmín desapareció hace 18, Esperanza hace 8, y Alondra 4 años. Episodios dolorosos que cambiaron la vida de sus familias, de sus madres al grado que una hasta perdió la vida del dolor. Todos continúan impunes y sus nombres son parte de la cruz de clavos ubicada frente a Palacio de Gobierno. Un recordatorio de que en Chihuahua la vida de las mujeres no se respeta.
PALOMA
El dolor, la angustia, la apatía, la desesperanza y la falta de justicia fueron los sentimientos que motivaron el nacimiento de la fundación Justicia para Nuestras Hijas, cuyas fundadoras son las madres de familia de las mujeres a las que les arrancaron la vida de tajo.
El Viernes Santo del año 2002, Norma Ledezma recibió los restos del cuerpo de su hija Paloma Angélica Escobar Ledezma, ese 29 de marzo estaba sola, no había organización que pudiera ayudarla, sólo el acompañamiento de seis familias más que habían sufrido lo mismo que ella.
Han pasado 19 años desde que frente al ataúd de su hija juró no descansar hasta encontrar al asesino de Paloma. Promesa que no ha podido cumplir.
La indolencia, la indiferencia, la apatía y la corrupción de las autoridades locales, estatales, nacionales ha sido la constante. Han pasado gobernadores, procuradores, fiscales y ninguno ha dado la respuesta esperada.
Norma Ledezma en esta lucha no sólo ha sido el brazo de apoyo para las madres y familias que han perdido una hija o que está desaparecida, sino que ha sido un bastión de esperanza de que las cosas puedan cambiar.
Sin duda ha empeñado su vida, pues incluso ha sido víctima de amenazas, pero eso no doblega su convicción de seguir luchando por la justicia para las mujeres. Le ha tocado vivir el dolor de decenas de familias a quienes ha acompañado cuando les entregan sus restos en Juárez, Cuauhtémoc y Chihuahua.
DIANA YASMÍN
Diana Yazmín García Medrano desapareció hace 18 años, posteriormente fue asesinada. Su madre Hilda Medrano ha luchado por que el asesino sea castigado; sin embargo, a la fecha sigue libre.
En este tiempo han pasado cuatro procuradores de justicia y dos fiscales, este sería el tercer fiscal y el caso no se ha podido resolver para hacer que el responsable de este feminicidio pague.
Diana Yazmín desapareció el 27 de mayo de 2003, cuando se dirigía al centro de Ciudad Juárez, su cuerpo fue localizado meses después, el 7 de septiembre, en un camino de terracería cercano a la carretera Panamericana.
En este caso se presume que podría estar involucrado un grupo de trata de personas, que operó a principios de la década del 2000. En la entonces Procuraduría de Justicia no aceptaron su denuncia por desaparición, al contrario, se encargaban de revictimizar diciendo que podría estar con el novio.
Un deportista fue quien localizó el cadáver de la joven. Las pruebas genéticas confirmaron que era Diana Yazmín.
ESPERANZA
Esperanza desapareció el 26 de enero de 2014, cuando se dirigía a su trabajo en una mercería ubicada en el centro de la ciudad de Chihuahua. Manos asesinas la privaron de la libertad y a sangre fría la asesinaron.
El 2 de marzo su cuerpo fue localizado en la Sierra de Nombre de Dios, en un camino de difícil acceso.
Su madre María Trinidad Sáenz se despidió de ella aquel domingo, nunca imaginó que le arrebatarían la vida, la paz y la tranquilidad. A pesar de haber perdonado al o los responsables del crimen confía en que Dios pedirá cuentas.
El estado de Chihuahua desde 1993 ha estado marcado por los feminicidios, que se enmarcan en la criminalidad e impunidad que existe, a la fecha el caso de Esperanza sigue detenido y su familia continúa clamando justicia.
ALONDRA MARÍA
Hace cuatro años, Alondra María Nolasco Corpus desapareció. Era el 18 de septiembre de 2017; la última vez que la vieron dormía en su vivienda en la colonia Vistas del Norte.
A sus nueve años la sustrajo de su hogar el abuelastro Ramiro C.C., quien se encuentra prófugo de la justicia y la investigación no tiene avances.
El dolor de su ausencia caló hondo en Jessica Corpus, su madre, quien este año fue diagnosticada con Leucemia Linfoblástica Aguda, enfermedad contra la que luchó hasta su último aliento.
Este caso continúa vigente, se han realizado rastreos, pesquisas por parte de familiares, amigos y la autoridad, pero los resultados son nulos. Alondra sin volver a su hogar.
El principal sospechoso es Ramiro, quien había tenido una relación con la abuela de Alondra, por lo que era considerado con cariño; sin embargo, se determinó que en el auto del sujeto había rastros hemáticos de la pequeña.
Los autores de estos delitos son unos criminales y tal vez unas hienas, pero es más grande la omisión de la autoridad, que no ha sabido garantizar la vida de las mujeres.
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