/ viernes 17 de mayo de 2024

Punto Gélido / El arte de ser Maestra

Y allá va ella como todos los días desde hace ya 40 años, en su bolsa o maletín lleva el conjunto de materiales, herramientas, equipos y más, que le sirven como elementos didácticos para dar su cátedra, pero ella en su mente y en su corazón lleva lo más importante, su vocación de ser maestra, esa vocación que la impulsa todos los días para ponerse de pie, alistarse y encaminarse a su centro de trabajo. Ella procura lucir elegante todos los días, su vestimenta y su presentación es impecable, pero más allá de eso es la expresión de satisfacción que se puede apreciar en su rostro; en su mirada brilla la luz del conocimiento y en su sonrisa se dibuja el placer de poder compartirlo.

La vocación de maestra es un don que simplemente se tiene o no se tiene, ella recuerda con un dejo de nostalgia como desde su infancia deseaba compartir con sus semejantes el conocimiento; sus padres no tuvieron la oportunidad de grandes estudios, ella ama de casa, el orgullosamente minero en San Francisco del Oro, pero si tuvieron la visión para que ella siendo la mayor de 7 hermanos, a base de grandes esfuerzos; viajar a diario, pasar hambre y hasta discriminación, pudiera cumplir su sueño de ser maestra.

La Normal Experimental “Miguel Hidalgo” de Parral abría sus puertas y ella siempre supo que ahí la esperaba un lugar. Luego las pruebas para confirmar la vocación de ser maestra llegaron, dejar a la familia siendo muy joven (19 años), las comodidades y hasta una zona de seguridad, se presentaron como una siguiente prueba, y allá en un rincón apartado de la sierra (Los Placeres, Guadalupe y Calvo) donde era necesario caminar 3 días a golpe de lomo de mula (1982), ahí había que confirmar con hechos el arte de ser maestra, cargando con el material didáctico y también con un costal de ilusiones, en el lugar no había ni un lápiz, ni una pluma, el pizarrón era el piso de tierra y el gis una varita, después llegaron los libros de texto.

Hoy han pasado 40 años ejerciendo esta noble profesión, las pruebas y los retos han sido cada vez más exigentes, nunca dejar de prepararse, la capacitación constante es un elemento indispensable, la dinámica del conocimiento así lo exige, pero también los cambios en la forma de ser y de pensar de las personas, en especial de los alumnos. La docencia la ha llevado por muy diversos caminos, diversas instituciones, por distintas comunidades rurales y urbanas, y desde hace 30 años es docente de la UPNECH.

Con firmeza y seguridad, afirma que ella siempre supo que quiso ser maestra, siempre le gustó, no enseñar dice ella, sino construir espacios para que los alumnos aprendan, crear ambientes de aprendizaje. Reconoce que antes se tenía todo el apoyo de los padres de familia, hoy los tiempos son distintos, en cuanto a los alumnos pasa algo similar, antes tenían ese deseo de estudiar, hoy ve con tristeza que tienen otras prioridades, la tecnología tiene mucho que ver, pero también encuentra que los jóvenes están muy solos, con mucha pobreza en diferentes aspectos.

La maestra reconoce en estos 40 años de servicio, que su mayor satisfacción es ver como personas exitosas a sus alumnos, realizados, compartir no sólo las alegrías, sino también las tristezas con ellos, es algo que no se paga con nada. A ella le gusta mucho trabajar con base en proyectos, le gusta mucho investigar y eso en lo personal le da más energía, que los alumnos encuentren una motivación y aprendan siendo creativos.

El arte de ser maestra no es una carrera para hacer dinero, reconoce que el pago económico es malo. Con tristeza reconoce también, que la figura del maestro ha ido perdiendo el reconocimiento que antes tenía ante la sociedad.

Hoy la maestra Silvia, se siente orgullosa de su profesión, tiene como meta cumplir 50 años en este arte de ser maestra, para ello todos los días se sigue preparando. Agradece el reconocimiento de sus “chancludos”, como ella les llama de cariño a sus alumnos, que ellos se acuerden de ella dice, es su mejor recompensa.

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo

Y allá va ella como todos los días desde hace ya 40 años, en su bolsa o maletín lleva el conjunto de materiales, herramientas, equipos y más, que le sirven como elementos didácticos para dar su cátedra, pero ella en su mente y en su corazón lleva lo más importante, su vocación de ser maestra, esa vocación que la impulsa todos los días para ponerse de pie, alistarse y encaminarse a su centro de trabajo. Ella procura lucir elegante todos los días, su vestimenta y su presentación es impecable, pero más allá de eso es la expresión de satisfacción que se puede apreciar en su rostro; en su mirada brilla la luz del conocimiento y en su sonrisa se dibuja el placer de poder compartirlo.

La vocación de maestra es un don que simplemente se tiene o no se tiene, ella recuerda con un dejo de nostalgia como desde su infancia deseaba compartir con sus semejantes el conocimiento; sus padres no tuvieron la oportunidad de grandes estudios, ella ama de casa, el orgullosamente minero en San Francisco del Oro, pero si tuvieron la visión para que ella siendo la mayor de 7 hermanos, a base de grandes esfuerzos; viajar a diario, pasar hambre y hasta discriminación, pudiera cumplir su sueño de ser maestra.

La Normal Experimental “Miguel Hidalgo” de Parral abría sus puertas y ella siempre supo que ahí la esperaba un lugar. Luego las pruebas para confirmar la vocación de ser maestra llegaron, dejar a la familia siendo muy joven (19 años), las comodidades y hasta una zona de seguridad, se presentaron como una siguiente prueba, y allá en un rincón apartado de la sierra (Los Placeres, Guadalupe y Calvo) donde era necesario caminar 3 días a golpe de lomo de mula (1982), ahí había que confirmar con hechos el arte de ser maestra, cargando con el material didáctico y también con un costal de ilusiones, en el lugar no había ni un lápiz, ni una pluma, el pizarrón era el piso de tierra y el gis una varita, después llegaron los libros de texto.

Hoy han pasado 40 años ejerciendo esta noble profesión, las pruebas y los retos han sido cada vez más exigentes, nunca dejar de prepararse, la capacitación constante es un elemento indispensable, la dinámica del conocimiento así lo exige, pero también los cambios en la forma de ser y de pensar de las personas, en especial de los alumnos. La docencia la ha llevado por muy diversos caminos, diversas instituciones, por distintas comunidades rurales y urbanas, y desde hace 30 años es docente de la UPNECH.

Con firmeza y seguridad, afirma que ella siempre supo que quiso ser maestra, siempre le gustó, no enseñar dice ella, sino construir espacios para que los alumnos aprendan, crear ambientes de aprendizaje. Reconoce que antes se tenía todo el apoyo de los padres de familia, hoy los tiempos son distintos, en cuanto a los alumnos pasa algo similar, antes tenían ese deseo de estudiar, hoy ve con tristeza que tienen otras prioridades, la tecnología tiene mucho que ver, pero también encuentra que los jóvenes están muy solos, con mucha pobreza en diferentes aspectos.

La maestra reconoce en estos 40 años de servicio, que su mayor satisfacción es ver como personas exitosas a sus alumnos, realizados, compartir no sólo las alegrías, sino también las tristezas con ellos, es algo que no se paga con nada. A ella le gusta mucho trabajar con base en proyectos, le gusta mucho investigar y eso en lo personal le da más energía, que los alumnos encuentren una motivación y aprendan siendo creativos.

El arte de ser maestra no es una carrera para hacer dinero, reconoce que el pago económico es malo. Con tristeza reconoce también, que la figura del maestro ha ido perdiendo el reconocimiento que antes tenía ante la sociedad.

Hoy la maestra Silvia, se siente orgullosa de su profesión, tiene como meta cumplir 50 años en este arte de ser maestra, para ello todos los días se sigue preparando. Agradece el reconocimiento de sus “chancludos”, como ella les llama de cariño a sus alumnos, que ellos se acuerden de ella dice, es su mejor recompensa.

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo