/ lunes 22 de enero de 2024

El Espectador | ¿Es México un Estado Colapsado?

México avanza hacia el año 2024, enfrentando desafíos únicos moldeados por una prolongada lucha contra el narcotráfico y sus complicadas interacciones con la política. Un análisis crucial de esta situación se encuentra en la tesis ¿Es México un Estado Fallido?, un profundo estudio realizado en junio de 2009 en el National Defense Intelligence College para obtener el grado de Maestro en Inteligencia Estratégica. Esta investigación examina el impacto de las organizaciones de tráfico de drogas en la estabilidad política de México.

El enfoque del estudio fue evaluar cómo las actividades de las organizaciones de tráfico de drogas, combinadas con ciertas características del gobierno mexicano, podrían conducir al fracaso del estado mexicano, centrándose particularmente en las implicaciones de seguridad para los Estados Unidos.

La hipótesis del autor, cuyo nombre permanece clasificado en los archivos del gobierno de EU donde se halló la tesis, sugiere que la deslegitimización del Estado mexicano y el debilitamiento de sus instituciones, influenciados por los narcotraficantes, son factores primarios que podrían llevar a México a fallar como estado.

Para su análisis, la tesis empleó indicadores políticos del Índice de Estados Fallidos, publicado por el Fund for Peace, y el método Delphi para evaluar las respuestas de un panel de expertos. Este enfoque permitió comprender profundamente cómo los narcotraficantes influencian categorías críticas como la "Criminalización y/o Deslegitimización del Estado". Se identificó que la resistencia de los funcionarios gubernamentales a la transparencia y rendición de cuentas era el factor más críticamente influenciado por estas actividades criminales.

La tesis habla de subordinación del narcotráfico al poder político entre 1947 y 1985: Durante esta fase, el narcotráfico estuvo bajo el poder consolidado del Partido Revolucionario Institucional. Dice que se establecieron mediaciones institucionales, como la Dirección Federal de Seguridad (DFS), que aislaban a la alta política de las implicaciones en actividades ilícitas.

Y menciona otra época, la del desafío de los partidos de oposición al PRI (1985-2000). Ganaron gubernaturas, el PRI perdió la mayoría legislativa y finalmente la presidencia. Este cambio político y la ruptura de las mediaciones institucionales resultaron en una pérdida de control gubernamental sobre el crimen organizado y un aumento en la violencia. Desde el año 2000, se caracteriza por una imprevisibilidad en las relaciones entre la política y el crimen organizado, dice la tesis.

Citando a Robert I. Rotberg, director del Programa sobre Conflicto Intraestatal, Prevención y Resolución de Conflictos de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, un estado fuerte proporciona un cierto nivel de bienes públicos a sus ciudadanos. Un estado falla cuando es consumido por conflictos internos y deja de entregar esos bienes. Los estados débiles son esencialmente fuertes, pero inconsistentes, ya que entregan algunos bienes y servicios, pero fallan en entregar otros.

Los estados que han fallado muestran una variedad de síntomas, que incluyen conflictos violentos entre las fuerzas gubernamentales y facciones armadas, aplicación ineficaz de la ley, instituciones legislativas y judiciales defectuosas, y corrupción generalizada en todos los niveles del gobierno.

En el extremo más severo del espectro están los estados colapsados, un fenómeno que rara vez ocurre pero que muestra una falta extrema de gobernanza, proporcionando un terreno fértil para actividades ilícitas y terrorismo.

Al momento de entregar su tesis, junio del 2009, el aspirante a Maestro en Inteligencia Estratégica aseguraba que México todavía no era un Estado Fallido.

México avanza hacia el año 2024, enfrentando desafíos únicos moldeados por una prolongada lucha contra el narcotráfico y sus complicadas interacciones con la política. Un análisis crucial de esta situación se encuentra en la tesis ¿Es México un Estado Fallido?, un profundo estudio realizado en junio de 2009 en el National Defense Intelligence College para obtener el grado de Maestro en Inteligencia Estratégica. Esta investigación examina el impacto de las organizaciones de tráfico de drogas en la estabilidad política de México.

El enfoque del estudio fue evaluar cómo las actividades de las organizaciones de tráfico de drogas, combinadas con ciertas características del gobierno mexicano, podrían conducir al fracaso del estado mexicano, centrándose particularmente en las implicaciones de seguridad para los Estados Unidos.

La hipótesis del autor, cuyo nombre permanece clasificado en los archivos del gobierno de EU donde se halló la tesis, sugiere que la deslegitimización del Estado mexicano y el debilitamiento de sus instituciones, influenciados por los narcotraficantes, son factores primarios que podrían llevar a México a fallar como estado.

Para su análisis, la tesis empleó indicadores políticos del Índice de Estados Fallidos, publicado por el Fund for Peace, y el método Delphi para evaluar las respuestas de un panel de expertos. Este enfoque permitió comprender profundamente cómo los narcotraficantes influencian categorías críticas como la "Criminalización y/o Deslegitimización del Estado". Se identificó que la resistencia de los funcionarios gubernamentales a la transparencia y rendición de cuentas era el factor más críticamente influenciado por estas actividades criminales.

La tesis habla de subordinación del narcotráfico al poder político entre 1947 y 1985: Durante esta fase, el narcotráfico estuvo bajo el poder consolidado del Partido Revolucionario Institucional. Dice que se establecieron mediaciones institucionales, como la Dirección Federal de Seguridad (DFS), que aislaban a la alta política de las implicaciones en actividades ilícitas.

Y menciona otra época, la del desafío de los partidos de oposición al PRI (1985-2000). Ganaron gubernaturas, el PRI perdió la mayoría legislativa y finalmente la presidencia. Este cambio político y la ruptura de las mediaciones institucionales resultaron en una pérdida de control gubernamental sobre el crimen organizado y un aumento en la violencia. Desde el año 2000, se caracteriza por una imprevisibilidad en las relaciones entre la política y el crimen organizado, dice la tesis.

Citando a Robert I. Rotberg, director del Programa sobre Conflicto Intraestatal, Prevención y Resolución de Conflictos de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, un estado fuerte proporciona un cierto nivel de bienes públicos a sus ciudadanos. Un estado falla cuando es consumido por conflictos internos y deja de entregar esos bienes. Los estados débiles son esencialmente fuertes, pero inconsistentes, ya que entregan algunos bienes y servicios, pero fallan en entregar otros.

Los estados que han fallado muestran una variedad de síntomas, que incluyen conflictos violentos entre las fuerzas gubernamentales y facciones armadas, aplicación ineficaz de la ley, instituciones legislativas y judiciales defectuosas, y corrupción generalizada en todos los niveles del gobierno.

En el extremo más severo del espectro están los estados colapsados, un fenómeno que rara vez ocurre pero que muestra una falta extrema de gobernanza, proporcionando un terreno fértil para actividades ilícitas y terrorismo.

Al momento de entregar su tesis, junio del 2009, el aspirante a Maestro en Inteligencia Estratégica aseguraba que México todavía no era un Estado Fallido.