WASHINGTON, EU. Paul Manafort es un novelesco estratega internacional que en los últimos años dejó de asesorar a quienes fermentaron la revolución del Maidán en Ucrania para guiar al magnate Donald Trump en su camino a la Presidencia de EU.
A sus 69 años, el exjefe de campaña del multimillonario atesora una amplia carrera de asesoría, presión y, sobre todo, cercanía al poder; una vida de conexiones en la sombra que le han vinculado de manera más o menos directa con presidentes y élites políticas de distintos países, incluidos estadounidenses.
Manafort afronta ahora en una corte federal de Virginia el juicio por el Rusiagate, la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, que habría favorecido al candidato ganador: Donald Trump.
Con múltiples pasaportes, cuentas en el extranjero, lavado de dinero y supuestos intentos de manipular testigos, los documentos judiciales de su caso asemejan su figura a la de un agente encubierto de una novela de acción.
Si algo ha marcado el devenir de Manafort han sido sus trabajos con Kiev para el expresidente prorruso Víktor Yanukóvich, para quien diseñó una táctica política ante su pueblo, pero también de cara a los ojos de las élites europeas y estadounidenses.
El plan, tejido por el estratega entre bastidores desde 2006, acabó con Yanukóvich en la Presidencia cuatro años después, aunque este terminó sucumbiendo en 2014, cuando la revolución del
"Euromaidán" tumbó al mandatario.
Manafort creó un entramado de cuentas en paraísos fiscales en las que recibía y manejaba los millones de dólares que ganaba en Ucrania y el resto del mundo, unos beneficios que luego se gastaba en EU, donde llevaba una "lujosa" vida, de acuerdo a los documentos judiciales.
Este hombre oriundo de Connecticut logró "decenas de millones de dólares" entre 2006 y 2015 y mantuvo una estructura creada para ocultarlos hasta 2017, después de haber formado parte durante cinco meses de la campaña del ahora presidente de Estados Unidos, Donald Trump, donde llegó a ser jefe del equipo del magnate.
El acusado siguió trabajando en la creación de opiniones favorables al Kremlin tras haberse entregado al FBI el pasado octubre, participando en la redacción de un editorial de un medio impreso.
Según su defensa, él no es más que un exitoso consejero internacional que ha encadenado viajes durante años, en contra de las informaciones sobre su figura: "Le han pintado como un Jason Bourne, pero es más sencillo que eso", alegaron sus abogados, en alusión al famoso agente de la CIA de la saga de ficción.
Su equipo de letrados cree que Manafort, casado durante cuarenta años y padre de dos hijas, es víctima de un relato "novelesco" en el que se ha cimentado parte de los delitos que se le imputan y sostiene que su fortuna es simplemente el resultado de una vida de trabajo.