CARLOS TORRES
Una cama y un colchón es lo que doña Albina Espino pide para esta Navidad, una mujer de 88 años que ha dormido décadas en el mismo catre, lugar donde añora a su esposo que murió hace 30 años, pero que los percibe como si fuera uno. Las piernas le fallan y su vejez, a veces la hace olvidar su actualidad.
Doña Albina Espino tiene 88 años y vive en la colonia Che Guevara, en la calle Polvorín, reside en una casa de bloque y techo de lámina, con su hijo y nuera, donde un viejo calentón de leñan les brinda calor. Ella casi siempre está sola, pues sus acompañantes trabajan y no pueden cuidarla.
Padece diabetes, enfermedad que le ha acogido con mayor fuerza estos días de frío, por lo que se la pasa postrada en un sillón, cerca del calentón de leña en la cocina, cuarto que es de madera.
Su día comienza a las 3 de la mañana que despierta en su viejo catre, luego espera que sus familiares despierten para que la lleven al sillón que está cerca del calentón de leña, y le brinde calor, puesto que las piernas ya le fallan.
Cerca de las 8 de la mañana desayuna, a veces lentejas, otros días sopa o frijoles, dependiendo de lo que haya y si es que tiene apetito, puesto que está cansada, la enfermedad la deja sin fuerzas.
Sentada en el sillón recuerda su vida, el cómo su esposo, de oficio camionero y ella, viajaban de un lugar a otro. Su hermana, -que ese día la visitaba-, comentó que el marido falleció hace más de treinta años, mientras que ella rememora que fue el año pasado. La vejez hace de las suyas, pues a veces olvida la realidad
“Yo vivo allá arriba en un cuarto de madera, ahorita me voy pa´ allá, solo estoy de visita”, dice la señora Albina, mientras su hermana le recuerda que está en su casa. Ella acudió desde Guadalupe y Calvo a visitarla, le preocupaba su salud, tiene días enferma.
Tras recobrar la memoria, doña Albina dijo que: “Ya mañana amanezco bien y me levantó a hacer chiles rellenos”, es su comida favorita, además que siempre le ha gustado trabajar.
Ella antes vendía tamales y lo que podía cocinar en los tiraderos de la colonia PRI; sin embargo, la vejez y la diabetes no le permitieron poder seguir laborando, ahora vive de lo que su hijo y nuera le brindan, pero extraña poder hacerse valer por sí misma.
Doña Albina dio a conocer que esta Navidad lo único que le gustaría es poder volver a convivir con su esposo, pero como eso no se puede, una cama nueva y un colchón que le permitan descansar serian de mucha ayuda, tiene décadas durmiendo en el mismo catre.