/ sábado 1 de junio de 2019

SON MÁS LOS BUENOS

El claxon se usa: para evitar posibles accidentes; para que nos ubique quien no nos ve; como alarma antirrobo; en carretera, para avisar a quien rebasarás. No se usa, estacionado, inmóvil; en zonas residenciales después de 11pm y antes de 7am; cerca de zonas escolares, hospitales. Pachos y demás, arman changuitos premeditados y en mi rutina mañanera eludo a sus demás señuelos.


La estilista cortaba mi cabello, hablábamos de la convivencia entre vecin@s. Me contó que cuando sus hijos escolares, jugaban en la calle regularmente con balón, molestaban a la vecina de enfrente porque accidentalmente golpeaban su puerta, su ventana o simplemente la pared de su casa. La afectada les advertía que dejaran de hacerlo o llamaría a la policía. Sus hijos le contaron el incidente y ella les aconsejó que la próxima vez respondieran a la vecina que “su papa era policía”. Me abstuve de darle mi opinión, porque seguro Ella no admitiría que mal aconsejaba a sus chamacos; confiaría en que tal vez el propio guardián del orden desaprobaría la equivoca forma de orientar a sus hijos. Con el tiempo, los acontecimientos pasados y la última jugada, me enfocaron más claramente a la realidad.

En 16 segundos bajó de la Chevrolet roja estacionada, llegó a la puerta de “poca luz”; esperó la señal precisa y regresó a encontrarme. No se detuvo; no vio riesgo al meterse entre ambos vehículos. Hizo la faramalla, pero el espacio era amplio; aún no pasaba la Eco, abrió la puerta; luego subió y cerró la roja. 1 minuto 4 segundos después, me estacioné en casa; él subía en la roja; llegó frente al 3003, 1 minuto 14 segundos después, con un solo faro encendido. Bajó y entró. Minutos después la Chevrolet pick-up blanca, demasiado vieja para ser ministerial, apareció enfrente tomando fotos a casa y auto.

El servicio público de carrera en ámbitos de seguridad, es una noble vocación. En México y el mundo, hay muchos policías honorables. A la mayoría, sus padres o sus formadores les inculcaron valores; les hablaron de juicios de opinión sobre el deber ser; enfatizando desde su marco referente, todo lo que es correcto e incorrecto. Conocer a alguno de estos elementos; escuchar sus historias y aprender de sus vidas en una de las profesiones más difíciles e ingratas, es aire fresco. En una de mis rutinas diarias en el parque Lerdo, me acerqué a un policía de vialidad que vigilaba el frente del Tec-Milenio; respondió a mi duda. Me contó que quien traía una patrulla, cubría su mantenimiento por la crisis económica estatal; la limitada dotación de combustible restringe la vigilancia en demerito de su labor.

La mayoría no accede a un plan de carrera o desarrollo profesional extraordinario. Acceso limitado a programas de formación académica para ellos y familia. Tienen sueldos muy bajos, igual prestaciones. Pocos acceden a programas de vivienda, o salud digna. A diario arriesgan integridad, vida y sustento familiar. La sociedad margina o denigra a muchos, por la mala fama del gremio. Sin embargo, siguen sirviendo a su comunidad y su nación. Grandes avances en tecnología ayudan a tener mejores fuentes de información y métodos para documentar procesos judiciales e incidentes; hay mayor cultura sobre aspectos relacionados con los DH, que la delincuencia usa a veces como herramienta para burlar la justicia y seguir delinquiendo. Factor determinante para crear mejores condiciones de seguridad ciudadana, es cuidar de los policías y todo lo que conlleva. Debe evaluarse y monitorear su integridad hasta mejorar sus condiciones de vida, mejores salarios, acceso a vivienda, programas académicos de calidad, seguros de gastos médicos y de vida; generarles plan de desarrollo de carrera y proveerles del equipamiento adecuado para desarrollar un trabajo mejor; mejores leyes de protección. En fin…

Mejorar las condiciones de seguridad ciudadana, requiere fortalecer y mejorar las instituciones a cargo de la seguridad pública. Respetar, dignificar y reconocer sus funciones y exigir el cumplimiento de las mismas. Líderes políticos, legisladores y representantes comunitarios; reconozcamos como héroe al buen policía, pero que haya consecuencias para los que no lo son. Será posible, si participamos todos.

El claxon se usa: para evitar posibles accidentes; para que nos ubique quien no nos ve; como alarma antirrobo; en carretera, para avisar a quien rebasarás. No se usa, estacionado, inmóvil; en zonas residenciales después de 11pm y antes de 7am; cerca de zonas escolares, hospitales. Pachos y demás, arman changuitos premeditados y en mi rutina mañanera eludo a sus demás señuelos.


La estilista cortaba mi cabello, hablábamos de la convivencia entre vecin@s. Me contó que cuando sus hijos escolares, jugaban en la calle regularmente con balón, molestaban a la vecina de enfrente porque accidentalmente golpeaban su puerta, su ventana o simplemente la pared de su casa. La afectada les advertía que dejaran de hacerlo o llamaría a la policía. Sus hijos le contaron el incidente y ella les aconsejó que la próxima vez respondieran a la vecina que “su papa era policía”. Me abstuve de darle mi opinión, porque seguro Ella no admitiría que mal aconsejaba a sus chamacos; confiaría en que tal vez el propio guardián del orden desaprobaría la equivoca forma de orientar a sus hijos. Con el tiempo, los acontecimientos pasados y la última jugada, me enfocaron más claramente a la realidad.

En 16 segundos bajó de la Chevrolet roja estacionada, llegó a la puerta de “poca luz”; esperó la señal precisa y regresó a encontrarme. No se detuvo; no vio riesgo al meterse entre ambos vehículos. Hizo la faramalla, pero el espacio era amplio; aún no pasaba la Eco, abrió la puerta; luego subió y cerró la roja. 1 minuto 4 segundos después, me estacioné en casa; él subía en la roja; llegó frente al 3003, 1 minuto 14 segundos después, con un solo faro encendido. Bajó y entró. Minutos después la Chevrolet pick-up blanca, demasiado vieja para ser ministerial, apareció enfrente tomando fotos a casa y auto.

El servicio público de carrera en ámbitos de seguridad, es una noble vocación. En México y el mundo, hay muchos policías honorables. A la mayoría, sus padres o sus formadores les inculcaron valores; les hablaron de juicios de opinión sobre el deber ser; enfatizando desde su marco referente, todo lo que es correcto e incorrecto. Conocer a alguno de estos elementos; escuchar sus historias y aprender de sus vidas en una de las profesiones más difíciles e ingratas, es aire fresco. En una de mis rutinas diarias en el parque Lerdo, me acerqué a un policía de vialidad que vigilaba el frente del Tec-Milenio; respondió a mi duda. Me contó que quien traía una patrulla, cubría su mantenimiento por la crisis económica estatal; la limitada dotación de combustible restringe la vigilancia en demerito de su labor.

La mayoría no accede a un plan de carrera o desarrollo profesional extraordinario. Acceso limitado a programas de formación académica para ellos y familia. Tienen sueldos muy bajos, igual prestaciones. Pocos acceden a programas de vivienda, o salud digna. A diario arriesgan integridad, vida y sustento familiar. La sociedad margina o denigra a muchos, por la mala fama del gremio. Sin embargo, siguen sirviendo a su comunidad y su nación. Grandes avances en tecnología ayudan a tener mejores fuentes de información y métodos para documentar procesos judiciales e incidentes; hay mayor cultura sobre aspectos relacionados con los DH, que la delincuencia usa a veces como herramienta para burlar la justicia y seguir delinquiendo. Factor determinante para crear mejores condiciones de seguridad ciudadana, es cuidar de los policías y todo lo que conlleva. Debe evaluarse y monitorear su integridad hasta mejorar sus condiciones de vida, mejores salarios, acceso a vivienda, programas académicos de calidad, seguros de gastos médicos y de vida; generarles plan de desarrollo de carrera y proveerles del equipamiento adecuado para desarrollar un trabajo mejor; mejores leyes de protección. En fin…

Mejorar las condiciones de seguridad ciudadana, requiere fortalecer y mejorar las instituciones a cargo de la seguridad pública. Respetar, dignificar y reconocer sus funciones y exigir el cumplimiento de las mismas. Líderes políticos, legisladores y representantes comunitarios; reconozcamos como héroe al buen policía, pero que haya consecuencias para los que no lo son. Será posible, si participamos todos.