Parral, Chih.- Solicita la iglesia católica a no caer en el “negacionismo suicida” de quienes se oponen a la vacunación para frenar el avance de la pandemia, y llama a reflexionar sobre la conveniente necesidad de vacunarse para contrarrestar, en lo posible, el Covid-19 destacó la iglesia católica a través del mensaje enviado por la Dimensión de Pastoral de la Salud de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Dijo que las vacunas son preparaciones destinadas a generar inmunidad contra una enfermedad, estimulando la producción de anticuerpos.
En México, la salud sigue amenazada por múltiples factores, entre los cuales, ocupa un lugar significativo desde hace casi un año, el aumento de contagios por Covid-19. La infraestructura de salud a nivel nacional y los presupuestos destinados a combatir la pandemia están resultando insuficientes.
La minimización de la contingencia, la falta de pruebas constantes para determinar el tamaño del contagio, diversas fuentes de desinformación sobre la eficiencia y/o la inmoralidad en la ingeniería genética de algunas vacunas circulan por diversas redes sociales.
Todo este escenario siembra confusión y disminuye la confiabilidad en las ciencias biomédicas rigurosas, y en ocasiones, se llega incluso a desafiar el juicio y las orientaciones de la propia autoridad eclesial.
A través de un escrito se menciona que en el mundo contemporáneo, aplicarse las vacunas clínicamente aceptadas por la comunidad científica internacional, colabora a proteger la salud personal y de nuestro prójimo y promueve la verdadera cultura de la vida, basada en el respeto irrestricto a la dignidad de toda persona humana y a la justicia derivada de ella.
Asimismo, se menciona que es sabido que algunas de las vacunas, tanto para combatir el Covid-19, como otras enfermedades, emplean líneas celulares procedentes de fetos abortados hace varias décadas. A este respecto, la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) ha ratificado la enseñanza que, desde hace muchos años la Pontificia Academia por la Vida ya había esclarecido y que se basa en la más rigurosa investigación científica y en la teología moral de la Iglesia, en fidelidad al depósito de la Fe y al Magisterio constante.
La autoridad doctrinal que posee la Congregación para la Doctrina de la fe, en estas cuestiones, es participada del ministerio del Sucesor de Pedro y merece ser atendida con asentimiento por parte de todos los fieles: “Cuando no estén disponibles vacunas Covid-19 éticamente irreprochables (por ejemplo, en países en los que no se ponen a disposición de médicos y pacientes vacunas sin problemas éticos o en los que su distribución es más difícil debido a las condiciones especiales de almacenamiento y transporte, o cuando se distribuyen varios tipos de vacunas en el mismo país pero, por parte de las autoridades sanitarias, no se permite a los ciudadanos elegir la vacuna que se va a inocular).
Aquí es moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la Covid-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción.” (CDF, Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la Covid-19, 21 de diciembre 2020, n. 2).
“Quienes, por razones de conciencia, rechazan las vacunas producidas a partir de líneas celulares procedentes de fetos abortados, deben tomar las medidas, con otros medios profilácticos y con un comportamiento adecuado, para evitar que se conviertan en vehículos de transmisión del agente infeccioso. En particular, deben evitar cualquier riesgo para la salud de quienes no pueden ser vacunados por razones médicas o de otro tipo y que son los más vulnerables”.
Este último punto merece ser aclarado para evitar cualquier confusión: quien rechaza la vacuna debe de contar con la verdadera posibilidad de implementar, tanto en el corto como en el mediano plazo, los medios preventivos eficientes para evitar el propio contagio y el contagio de los demás.
Este tipo de recursos que involucran aislamiento estricto, higiene exhaustiva, verificación continua de la propia salud y otras medidas similares, no suelen estar al alcance real de la mayor parte de la población. Por ello, es que el Papa Francisco recientemente nos ha dicho a todos: “Creo que desde el punto de vista ético todo el mundo debe vacunarse, porque no solamente pones en peligro tu salud, tu vida, sino también las de los otros". En la misma declaración el Santo Padre expresó su rechazo al "negacionismo suicida” de quienes se oponen a la vacunación para frenar el avance de la pandemia (Papa Francisco, Entrevista a Canale 5 de la TV italiana, 9 de enero de 2021).
Así mismo, otras cuestiones merecen ser señaladas con caridad y con claridad: en todos los sectores y ambientes, la vacuna debe de ser administrada prioritariamente a quienes poseen mayor riesgo de contraer la enfermedad.
Se invita a los católicos y a todos los hermanos y hermanas de buena voluntad, a empeñarnse en la prevención, como parte de nuestra vida diaria, con el fin de evitar sufrimiento innecesario y la eventual pérdida de la vida.
Según lo signan en el escrito Domingo Díaz Martínez, arzobispo de Tulancingo Responsable de la Dimensión Episcopal para la Pastoral de la Salud; Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey presidente de la CEM y Alfonso G. Miranda Guardiola, obispo auxiliar de Monterrey secretario general de la CE.