/ domingo 24 de mayo de 2020

Saláices, víctima del acaparamiento de agua de Talamantes

En riesgo de secarse siete comunidades aledañas; hay desabasto hasta para el consumo humano; casi la mitad de sus pozos están abatidos lo que amenaza su actividad económica, agrícola y ganadera

El ejido Saláices y siete comunidades aledañas se están secando. No hay viabilidad para la actividad agrícola y hay desabasto para el consumo humano. Denuncian ser víctimas de los acaparamientos del agua proveniente de Talamantes y exigen un reparto equitativo, además de urgir la intervención de la Comisión Nacional del Agua.

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El problema del recurso hídrico proveniente del Ojo de Talamantes, en el municipio de Allende, no solamente mantiene una disputa entre los beneficiarios de la acequia de la Cordereña y del Valle. La afectación, río abajo es mayor; el agua ya no alcanza.

Inocente Salazar Acosta, presidente de vigilancia del ejido Saláices, denunció lo que está sucediendo con esa cuenca acuífera. Las repercusiones saltan a la vista; menos de la mitad de los pozos de esa zona están abatidos. No se recargan los mantos acuíferos, porque no hay agua en la presa “Las Camelias”.

Los afectados están en la zona limítrofe del municipio de Villa López y Allende -a unos 52 kilómetros de Parral, por la carretera a Jiménez-. Por lo menos ocho comunidades tienen amenazada su actividad económica agrícola y ganadera. En los casos extremos, los asentamientos humanos sufren también escases del vital líquido. Saláices con más de 100 familias avecindadas, es la comunidad más grande de las afectadas, en el resto es variable, pero ninguna es menor a 40 núcleos familiares.

El entrevistado recuerda cómo el 40 por ciento de las aguas derivadas de Talamantes históricamente pertenecen a Saláices. Dos datos respaldan su dicho; el primero de hace más de un siglo, cuando el hacendado Ramón Luján, quien era dueño de todas las extensiones de tierra de los alrededores, financió la represa de Talamantes para beneficiar con el riego las tierras que tenía. Se estableció que las aguas tenían como destino final Talamantes y debían ser el 40 por ciento.

Tiempo después, en la época del reparto de tierras, en 1934 se fundó el ejido. La resolución presidencial –de la cual el entrevistado tiene una copia- establece que las aguas broncas de Talamantes le pertenecen al ejido Saláices.

Desde hace varios años, cada vez les llega menos. Para ellos el agua no es para uso de riego, es la recarga acuífera del subsuelo que ayuda a regenerar sus pozos y mantener la actividad agrícola y ganadera.

El líquido llega a la presa Las Camelias. Ahí se deja retenido. Ello permite que los pozos que se tienen en las diferentes comunidades de alrededor se recarguen y vuelvan a tener los niveles óptimos para el desarrollo de las actividades del campo.

La crisis que se está viviendo ahora no tiene precedentes; a más de la mitad de las citadas excavaciones ya no se les extrae agua; están agotadas. El extremo ha llegado a que ni siquiera se tenga para el suministro de la comunidad, lo que pone también en riesgo la supervivencia de las mismas.

Inocente Salazar hace el recuento de los daños: “Mire, estos son los pozos y las condiciones en que se encuentran”. En el Moro, hay cuatro, tres de ellos secos y uno en operación reducida. Saláices, de nueve, sólo cinco funcionan, no hay agua en cuatro. El ejido El Cairo, tiene dos operando –aclara- porque son nuevos. El Porvenir tiene cuatro y se extrae sólo a dos. En Madero hay cuatro y sólo uno funciona, un segundo aporta poca agua.

Al referirse a que son “nuevos”, es en torno a que hay algunos que se perforaron hace más de sesenta años, cuya profundidad es de 90 metros y se requiere ampliar la profundidad en busca de agua.

Todos son de 8 pulgadas, pero el que más saca llega a seis. El entrevistado atribuye esa sequía al robo de agua y retención ilegal de la misma. Actualmente entre los usuarios de la acequia de Cordereña y el Valle existe también un conflicto por el derecho al líquido, pero de acuerdo con Inocente Salazar, no son los únicos afectados.

En las inmediaciones de la presa de las Camelias está el primer pozo, ahorita no tiene agua, en el mejor de los casos e le extraen dos pulgadas. Cuando las aguas de Talamantes llegan a la presa, a los pocos días salen ocho.

Denunció que los usuarios de la cuenca de Talamantes son cada vez más, pero no todos legales. Hay muchos “levante” de “la Porreña” a Las Camelias y más arriba. Nadie hace nada.

Este lunes habrá una reunión en el Valle de Allende, a la que asistirán los representantes del ejido Saláices, y exigirán que el recurso se reparta conforme a los acuerdos y se evite que sólo algunos la acaparen, o incluso la roben, como está sucediendo. Para ello la presencia de Conagua es indispensable.

El ejido Saláices y siete comunidades aledañas se están secando. No hay viabilidad para la actividad agrícola y hay desabasto para el consumo humano. Denuncian ser víctimas de los acaparamientos del agua proveniente de Talamantes y exigen un reparto equitativo, además de urgir la intervención de la Comisión Nacional del Agua.

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El problema del recurso hídrico proveniente del Ojo de Talamantes, en el municipio de Allende, no solamente mantiene una disputa entre los beneficiarios de la acequia de la Cordereña y del Valle. La afectación, río abajo es mayor; el agua ya no alcanza.

Inocente Salazar Acosta, presidente de vigilancia del ejido Saláices, denunció lo que está sucediendo con esa cuenca acuífera. Las repercusiones saltan a la vista; menos de la mitad de los pozos de esa zona están abatidos. No se recargan los mantos acuíferos, porque no hay agua en la presa “Las Camelias”.

Los afectados están en la zona limítrofe del municipio de Villa López y Allende -a unos 52 kilómetros de Parral, por la carretera a Jiménez-. Por lo menos ocho comunidades tienen amenazada su actividad económica agrícola y ganadera. En los casos extremos, los asentamientos humanos sufren también escases del vital líquido. Saláices con más de 100 familias avecindadas, es la comunidad más grande de las afectadas, en el resto es variable, pero ninguna es menor a 40 núcleos familiares.

El entrevistado recuerda cómo el 40 por ciento de las aguas derivadas de Talamantes históricamente pertenecen a Saláices. Dos datos respaldan su dicho; el primero de hace más de un siglo, cuando el hacendado Ramón Luján, quien era dueño de todas las extensiones de tierra de los alrededores, financió la represa de Talamantes para beneficiar con el riego las tierras que tenía. Se estableció que las aguas tenían como destino final Talamantes y debían ser el 40 por ciento.

Tiempo después, en la época del reparto de tierras, en 1934 se fundó el ejido. La resolución presidencial –de la cual el entrevistado tiene una copia- establece que las aguas broncas de Talamantes le pertenecen al ejido Saláices.

Desde hace varios años, cada vez les llega menos. Para ellos el agua no es para uso de riego, es la recarga acuífera del subsuelo que ayuda a regenerar sus pozos y mantener la actividad agrícola y ganadera.

El líquido llega a la presa Las Camelias. Ahí se deja retenido. Ello permite que los pozos que se tienen en las diferentes comunidades de alrededor se recarguen y vuelvan a tener los niveles óptimos para el desarrollo de las actividades del campo.

La crisis que se está viviendo ahora no tiene precedentes; a más de la mitad de las citadas excavaciones ya no se les extrae agua; están agotadas. El extremo ha llegado a que ni siquiera se tenga para el suministro de la comunidad, lo que pone también en riesgo la supervivencia de las mismas.

Inocente Salazar hace el recuento de los daños: “Mire, estos son los pozos y las condiciones en que se encuentran”. En el Moro, hay cuatro, tres de ellos secos y uno en operación reducida. Saláices, de nueve, sólo cinco funcionan, no hay agua en cuatro. El ejido El Cairo, tiene dos operando –aclara- porque son nuevos. El Porvenir tiene cuatro y se extrae sólo a dos. En Madero hay cuatro y sólo uno funciona, un segundo aporta poca agua.

Al referirse a que son “nuevos”, es en torno a que hay algunos que se perforaron hace más de sesenta años, cuya profundidad es de 90 metros y se requiere ampliar la profundidad en busca de agua.

Todos son de 8 pulgadas, pero el que más saca llega a seis. El entrevistado atribuye esa sequía al robo de agua y retención ilegal de la misma. Actualmente entre los usuarios de la acequia de Cordereña y el Valle existe también un conflicto por el derecho al líquido, pero de acuerdo con Inocente Salazar, no son los únicos afectados.

En las inmediaciones de la presa de las Camelias está el primer pozo, ahorita no tiene agua, en el mejor de los casos e le extraen dos pulgadas. Cuando las aguas de Talamantes llegan a la presa, a los pocos días salen ocho.

Denunció que los usuarios de la cuenca de Talamantes son cada vez más, pero no todos legales. Hay muchos “levante” de “la Porreña” a Las Camelias y más arriba. Nadie hace nada.

Este lunes habrá una reunión en el Valle de Allende, a la que asistirán los representantes del ejido Saláices, y exigirán que el recurso se reparta conforme a los acuerdos y se evite que sólo algunos la acaparen, o incluso la roben, como está sucediendo. Para ello la presencia de Conagua es indispensable.

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