/ domingo 4 de octubre de 2020

Reflexión de la Semana | El manto doblado

Existen tres eventos en la vida de Cristo que marcan trascendentalmente la vida de la humanidad entera. En el primero remontamos hasta el pesebre, Su nacimiento, que trajo esperanza de salvación para un mundo perdido. Los mismos ángeles cantaron “…que os nacido hoy un Salvador…” (Lc. 2:11) En el segundo evento nos trasladamos hasta la cruz en el Calvario, Su muerte, que tajo perdón de pecados. Y en el tercero nos paramos frente a la tumba vacía, Su resurrección, victoria sobre la muerte. La resurrección de Cristo es central a la fe cristiana, pues si Cristo no hubiera resucitado nuestra fe sería vana (1 Co. 15:14) Ver al Cristo resucitado transformó a la pequeña banda de discípulos de Jesús y les dio valor para salir de su encierro para enfrentar al mundo en nombre de Cristo.

El primer día de aquella memorable semana, vinieron varías mujeres a la tuba de Jesús para preparar Su cuerpo para la sepultura con algunas especies aromáticas que habían comprado (Mr. 16:1) Y se encontraron con una tumba vacía. , y un ángel les dice a las mujeres que Jesús ha resucitado. María reacciona yendo a decirles a Pedro y al discípulo amado que se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto (Jn. 20:2) Pedro, y el otro discípulo, vinieron al sepulcro corriendo y entrando vio Pedro vio los lienzos puestos allí, y el manto que había estado sobre la cabeza de Jesús, doblado en un lugar aparte (Jn. 20:6-7)

Para comprender el significado del sudario doblado, hay que entender un poco acerca de la tradición hebrea en esa época.

La servilleta doblada sobre la mesa tenía un significado muy particular. Una tradición judía sobre el maestro y el siervo, y todos los niños judíos conocían esta tradición. Cuando el siervo ponía la mesa de la cena para el maestro, se aseguraba de ponerla exactamente de la manera en que al maestro le gustaba. La mesa debía estar decorada a la perfección, casi como para un ritual sagrado. Luego el criado tenía que esperar fuera de la vista de los comensales hasta que el maestro hubiera terminado de comer. El siervo no se atrevía a acercarse a la mesa, hasta que el maestro hubiese concluido, a la espera de una señal. Si el Maestro había terminado de comer, se levantaba de la mesa, se limpiaba los dedos, la boca y la barba, y haciendo un nudo con la servilleta, la lanzaba sobre la mesa. El siervo entendía entonces que era el momento para limpiarla. La costumbre de aquella época era que la servilleta anudada significaba “ya he terminado” Pero si el Maestro se levantaba de la mesa, doblaba la servilleta y la ponía junto a su plato, el siervo entendía que no debía acercarse a la mesa. ¿Por qué? Porque la servilleta doblada significaba “no he terminado, volveré” Jesús al doblar el sudario quería decir, que Él regresaba. Y en el tiempo de Su resurrección regreso y por cuarenta días les habló sobre el reino de Dios (Hechos 1:3) Después fue levantado al cielo, y fue anunciado que Él volverá (Hechos 1:11) ¿Cuándo? No lo sabemos, pero es seguro que Él volverá, y esto, estimado lector, nos da ánimo y esperanza en medio de un mundo tumultuoso que nos ha tocado vivir. ¡El Maestro aún no ha terminado, Él volverá! Y nuestra mirada está puesta más que en el cielo, está en el Señor que habita en el cielo y es Señor de todo. Así que estimado lector, pongamos la mirada en las cosas de allá arriba y no en las de la tierra, el manto aún sigue doblado en la mesa.

Crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Existen tres eventos en la vida de Cristo que marcan trascendentalmente la vida de la humanidad entera. En el primero remontamos hasta el pesebre, Su nacimiento, que trajo esperanza de salvación para un mundo perdido. Los mismos ángeles cantaron “…que os nacido hoy un Salvador…” (Lc. 2:11) En el segundo evento nos trasladamos hasta la cruz en el Calvario, Su muerte, que tajo perdón de pecados. Y en el tercero nos paramos frente a la tumba vacía, Su resurrección, victoria sobre la muerte. La resurrección de Cristo es central a la fe cristiana, pues si Cristo no hubiera resucitado nuestra fe sería vana (1 Co. 15:14) Ver al Cristo resucitado transformó a la pequeña banda de discípulos de Jesús y les dio valor para salir de su encierro para enfrentar al mundo en nombre de Cristo.

El primer día de aquella memorable semana, vinieron varías mujeres a la tuba de Jesús para preparar Su cuerpo para la sepultura con algunas especies aromáticas que habían comprado (Mr. 16:1) Y se encontraron con una tumba vacía. , y un ángel les dice a las mujeres que Jesús ha resucitado. María reacciona yendo a decirles a Pedro y al discípulo amado que se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto (Jn. 20:2) Pedro, y el otro discípulo, vinieron al sepulcro corriendo y entrando vio Pedro vio los lienzos puestos allí, y el manto que había estado sobre la cabeza de Jesús, doblado en un lugar aparte (Jn. 20:6-7)

Para comprender el significado del sudario doblado, hay que entender un poco acerca de la tradición hebrea en esa época.

La servilleta doblada sobre la mesa tenía un significado muy particular. Una tradición judía sobre el maestro y el siervo, y todos los niños judíos conocían esta tradición. Cuando el siervo ponía la mesa de la cena para el maestro, se aseguraba de ponerla exactamente de la manera en que al maestro le gustaba. La mesa debía estar decorada a la perfección, casi como para un ritual sagrado. Luego el criado tenía que esperar fuera de la vista de los comensales hasta que el maestro hubiera terminado de comer. El siervo no se atrevía a acercarse a la mesa, hasta que el maestro hubiese concluido, a la espera de una señal. Si el Maestro había terminado de comer, se levantaba de la mesa, se limpiaba los dedos, la boca y la barba, y haciendo un nudo con la servilleta, la lanzaba sobre la mesa. El siervo entendía entonces que era el momento para limpiarla. La costumbre de aquella época era que la servilleta anudada significaba “ya he terminado” Pero si el Maestro se levantaba de la mesa, doblaba la servilleta y la ponía junto a su plato, el siervo entendía que no debía acercarse a la mesa. ¿Por qué? Porque la servilleta doblada significaba “no he terminado, volveré” Jesús al doblar el sudario quería decir, que Él regresaba. Y en el tiempo de Su resurrección regreso y por cuarenta días les habló sobre el reino de Dios (Hechos 1:3) Después fue levantado al cielo, y fue anunciado que Él volverá (Hechos 1:11) ¿Cuándo? No lo sabemos, pero es seguro que Él volverá, y esto, estimado lector, nos da ánimo y esperanza en medio de un mundo tumultuoso que nos ha tocado vivir. ¡El Maestro aún no ha terminado, Él volverá! Y nuestra mirada está puesta más que en el cielo, está en el Señor que habita en el cielo y es Señor de todo. Así que estimado lector, pongamos la mirada en las cosas de allá arriba y no en las de la tierra, el manto aún sigue doblado en la mesa.

Crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.