/ viernes 17 de mayo de 2019

¿Qué es la cuarta transformación?

Discursivamente El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció desde el inicio de su gestión que se dedicaría a generar la cuarta transformación de México.

Haciendo alusión a la independencia, la revolución y la reforma, momentos clave para el rumbo de nuestro país, la cuarta transformación se presume en las palabras como una transformación del país desde una re moralización de la vida pública. Aunque nunca se ha esclarecido del todo cual será esa marca que se busca, o como el país cambiará luego de la actual administración, el concepto de “4t” es más un eslogan publicitario que un proyecto claro de nación.

El concepto de cuarta transformación ha oscilado entre un proyecto anti corrupción y un cambio de las políticas económicas. Eso en el discurso. Aunque no sabemos con claridad qué tipo de corrupción, ni qué tipo de cambio económico es el que debemos esperar.

Todo se vuelve más nebuloso cuando hacemos una comparación del discurso con los hechos y las conductas de los miembros que integran el mencionado proyecto. La conducta y los hechos observables no demarcan una ruta clara ni correspondiente con el dicho.

Tenemos los mismos actores políticos de siempre, sólo con un cambio de camiseta. Pero el gabinete del actual presidente y los miembros de las cámaras son políticos de mucho camino y que emanaron del PRI, el PAN, el PRD, etc. Y en el peor de los casos, son improvisados producto de las rifas de posiciones.

Los líderes sindicales del pasado, anulados por eventos de corrupción, ya retomaron una nueva posición política en el mal llamado proyecto de la cuarta transformación.

Las supuestas políticas económicas no han resultado nada novedoso, sólo una maximización del paternalismo y el clientelismo, regalo de incentivos económicos sin estructuras de programa. Pareciera que la apuesta por los votos ha quedado ya definida.

No ha existido un castigo real a la corrupción y ni siquiera medidas claras para combatirla, hemos visto componentes del proyecto de MORENA incurriendo en prácticas de tráfico de influencias, nepotismo y otros tantos vicios por todos conocidos.

No existe proyectos clave de nación, no hay una visión de trabajo compartido con otros países. Pareciera que estamos frente una transformación discursiva e incluso en el discurso inconsistente.

Ya se ha dibujado el proyecto durante los primeros meses de este gobierno y el bosquejo es demasiado pobre, con trazos dirigidos a problemas del pasado y sin tener la capacidad de ver el mundo en su complejidad y dando respuestas ineficientes que podemos ubicar sin problemas en momentos concretos como el aeropuerto, las refinerías, el desabasto de combustible, etc.

Pareciera que está transformación es solamente una repetición de lo mismo, incluso con las mismas caras que ya conocemos.

Discursivamente El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció desde el inicio de su gestión que se dedicaría a generar la cuarta transformación de México.

Haciendo alusión a la independencia, la revolución y la reforma, momentos clave para el rumbo de nuestro país, la cuarta transformación se presume en las palabras como una transformación del país desde una re moralización de la vida pública. Aunque nunca se ha esclarecido del todo cual será esa marca que se busca, o como el país cambiará luego de la actual administración, el concepto de “4t” es más un eslogan publicitario que un proyecto claro de nación.

El concepto de cuarta transformación ha oscilado entre un proyecto anti corrupción y un cambio de las políticas económicas. Eso en el discurso. Aunque no sabemos con claridad qué tipo de corrupción, ni qué tipo de cambio económico es el que debemos esperar.

Todo se vuelve más nebuloso cuando hacemos una comparación del discurso con los hechos y las conductas de los miembros que integran el mencionado proyecto. La conducta y los hechos observables no demarcan una ruta clara ni correspondiente con el dicho.

Tenemos los mismos actores políticos de siempre, sólo con un cambio de camiseta. Pero el gabinete del actual presidente y los miembros de las cámaras son políticos de mucho camino y que emanaron del PRI, el PAN, el PRD, etc. Y en el peor de los casos, son improvisados producto de las rifas de posiciones.

Los líderes sindicales del pasado, anulados por eventos de corrupción, ya retomaron una nueva posición política en el mal llamado proyecto de la cuarta transformación.

Las supuestas políticas económicas no han resultado nada novedoso, sólo una maximización del paternalismo y el clientelismo, regalo de incentivos económicos sin estructuras de programa. Pareciera que la apuesta por los votos ha quedado ya definida.

No ha existido un castigo real a la corrupción y ni siquiera medidas claras para combatirla, hemos visto componentes del proyecto de MORENA incurriendo en prácticas de tráfico de influencias, nepotismo y otros tantos vicios por todos conocidos.

No existe proyectos clave de nación, no hay una visión de trabajo compartido con otros países. Pareciera que estamos frente una transformación discursiva e incluso en el discurso inconsistente.

Ya se ha dibujado el proyecto durante los primeros meses de este gobierno y el bosquejo es demasiado pobre, con trazos dirigidos a problemas del pasado y sin tener la capacidad de ver el mundo en su complejidad y dando respuestas ineficientes que podemos ubicar sin problemas en momentos concretos como el aeropuerto, las refinerías, el desabasto de combustible, etc.

Pareciera que está transformación es solamente una repetición de lo mismo, incluso con las mismas caras que ya conocemos.