/ viernes 18 de marzo de 2022

Obispo Mauricio Urrea a un año de su ordenación episcopal

"Me dio mucho gusto, satisfacción y esperanza llegar a una Diócesis que acababa de terminar su nuevo Plan Diocesano de Pastoral", Mauricio Urrea

A un año de ser ordenado obispo, Mauricio Urrea Carrillo define a la feligresía de la Diócesis de Parral como una iglesia bien formada por sus sacerdotes; sin embargo, considera que uno de los principales retos que enfrenta es revertir el enfriamiento que se generó debido a la pandemia.

Te puede interesar: La iglesia invita a orar por la paz: Obispo Mauricio Urrea

El segundo reto que señala es lo que vive la feligresía cuando va uno para la sierra, ya que le hablan de la violencia, crimen organizado y de la situación difícil de la deforestación.

Otra gran dificultad son los jóvenes que siguen siendo conquistados en su mente por una cultura que se difunde por los medios de todo tipo, especialmente digitales y de entretenimiento; no es una cultura propiamente humanista, no es una cultura nuestra que tenga los valores mexicanos, regionales o cristianos.

"El trabajo diocesano se había venido logrando bien, pero luego nos vino la pandemia, esa es la gran expectativa, ahí es donde se quedó la pluma escribiendo, todo se congeló en el 2020", expresa.

Con motivo del primer aniversario como obispo de la Diócesis de Parral, Mauricio Urrea Carrillo otorgó una entrevista a esta Casa Editorial respecto a su labor pastoral durante este año

-¿Cómo se ha sentido en la Diócesis de Parral?

Muy contento, de entrada con todo y el desafío que es, primeramente ha sido desde mi designación como obispo para estas tierras y comunidades, pues un acto de la voluntad de Dios Nuestro Señor de confianza, exigencia y de mayor donación.

Dejar la propia tierra; la Diócesis, la familia, amistades para venir a servir al Señor, pues solamente Él sabe que planes tiene, por qué lo escogió, uno siempre dice pues seguramente por todos lados hay gente mejor, si a nosotros nos pide lo hacemos con gusto.

Yo comencé entrevistándome con cada uno de los sacerdotes para llevar de cada uno de ellos una carpeta personal, aparte de la que tienen aquí en la oficina de cancillería, para irlos conociendo y ubicando.

Gracias a Dios se fue dando la oportunidad de ir visitando todos los decanatos de la Diócesis; que son el de la Sierra, con cuatro inmensas parroquias, el de Jiménez y el de Parral.

-¿Cómo percibe usted a los feligreses?

Yo siento que Parral y su iglesia está muy bien formada por sus anteriores presbíteros, les han enseñado a seguir a la Virgen y a San José, así como a los diversos santos, de manera que viven toda la riqueza, no solamente de la liturgia sino también de la piedad popular.

Eso lo vi cuando salimos a hacer la procesión de la coronación de la Virgen de la Soledad en el mes de octubre, también en la Semana Santa que viví el año pasado aquí ya entre ustedes y en las diversas comunidades a las que he ido a celebrar al santo patrono.

También me dio mucho gusto, satisfacción y esperanza llegar a una Diócesis que acababa de terminar su nuevo Plan Diocesano de Pastoral.

Recién terminado ese programa, pues nos vino la pandemia, esa es la gran expectativa, ahí es donde se quedó la pluma escribiendo.

-¿Qué dificultades y fortalezas encuentra usted en la Diócesis de Parral?

La primera es inmediata, la pandemia, porque se dejaron de hacer muchas cosas, los grupos se dejaron de reunir, mucha gente falleció y pues el ser humano está hecho de costumbres y cuando dejas de practicar algo pues te vas desacostumbrando, entonces hay que retomar esos ritmos que teníamos.

Retomar la cuestión sacramental pues el año pasado tuvimos un primer escenario de esto, en tanto, en el año 2020 todo se congeló.

En el año 2021, con todo y que la pandemia no se terminó, aparecieron muchos bautizos, confirmaciones, bodas, comuniones, aumentando la vida sacramental de nuestras parroquias.

En segundo lugar, pues esta zona tiene sus problemáticas específicas, cuando va uno para la Sierra le hablan de la violencia, crimen organizado y de la situación difícil de la deforestación.

El gran problema de las comunidades de la sierra es su aislamiento, son micropoblaciones que están esparcidas por toda la Sierra Tarahumara, entonces es muy difícil congregarlos a todos, alcanzarlos es lo que nos ha costado trabajo.

Otra gran dificultad son los jóvenes que siguen siendo conquistados en su mente por una cultura que se difunde por los medios de todo tipo, especialmente digitales y de entretenimiento, no es una cultura propiamente humanista, no es una cultura nuestra que tenga los valores mexicanos, regionales o cristianos.

Desgraciadamente, mientras no tengamos ofertas educativas y en conexión con ellas, ofertas laborales concretas para los más jóvenes, pues esto va a ser siempre una vía fácil, aunque muy peligrosa y además ilegal.

-¿Cuál es el reto más grande que enfrenta la feligresía en la Diócesis de Parral?

Los jóvenes son nuestro gran desafío, tenemos aquí una Pastoral Juvenil y una Pastoral Vocacional que son dirigidas específicamente a ese sector muy representando en todas las parroquias con jóvenes muy valiosos, pero pues el trabajo sobra y los alejados siguen siendo cada vez más.

El Papa Francisco le ha llamado así a los que no se acercan a la iglesia o no fueron educados cristianamente, entonces, pues viven una vida para este mundo desgraciadamente.

De igual forma tenemos el problema de las familias, su unidad, la fidelidad en el matrimonio, la cuestión de la economía, cómo golpea también esta realidad, nos falta fe.

Otra muy importante, es lo escaso de vocaciones sacerdotales y a la vida religiosa, porque año con año vemos que muchos jóvenes se acercan a ver si esto es lo de ellos y luego mejor se alejan.

“Tenemos de nuevo ingreso tres seminaristas y fíjese, Parral es una población de más de 100 mil habitantes, sin nuevas vocaciones pues sáquele cuentas para adelante y nos vamos a ver en una crisis”, finalizó.

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A un año de ser ordenado obispo, Mauricio Urrea Carrillo define a la feligresía de la Diócesis de Parral como una iglesia bien formada por sus sacerdotes; sin embargo, considera que uno de los principales retos que enfrenta es revertir el enfriamiento que se generó debido a la pandemia.

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El segundo reto que señala es lo que vive la feligresía cuando va uno para la sierra, ya que le hablan de la violencia, crimen organizado y de la situación difícil de la deforestación.

Otra gran dificultad son los jóvenes que siguen siendo conquistados en su mente por una cultura que se difunde por los medios de todo tipo, especialmente digitales y de entretenimiento; no es una cultura propiamente humanista, no es una cultura nuestra que tenga los valores mexicanos, regionales o cristianos.

"El trabajo diocesano se había venido logrando bien, pero luego nos vino la pandemia, esa es la gran expectativa, ahí es donde se quedó la pluma escribiendo, todo se congeló en el 2020", expresa.

Con motivo del primer aniversario como obispo de la Diócesis de Parral, Mauricio Urrea Carrillo otorgó una entrevista a esta Casa Editorial respecto a su labor pastoral durante este año

-¿Cómo se ha sentido en la Diócesis de Parral?

Muy contento, de entrada con todo y el desafío que es, primeramente ha sido desde mi designación como obispo para estas tierras y comunidades, pues un acto de la voluntad de Dios Nuestro Señor de confianza, exigencia y de mayor donación.

Dejar la propia tierra; la Diócesis, la familia, amistades para venir a servir al Señor, pues solamente Él sabe que planes tiene, por qué lo escogió, uno siempre dice pues seguramente por todos lados hay gente mejor, si a nosotros nos pide lo hacemos con gusto.

Yo comencé entrevistándome con cada uno de los sacerdotes para llevar de cada uno de ellos una carpeta personal, aparte de la que tienen aquí en la oficina de cancillería, para irlos conociendo y ubicando.

Gracias a Dios se fue dando la oportunidad de ir visitando todos los decanatos de la Diócesis; que son el de la Sierra, con cuatro inmensas parroquias, el de Jiménez y el de Parral.

-¿Cómo percibe usted a los feligreses?

Yo siento que Parral y su iglesia está muy bien formada por sus anteriores presbíteros, les han enseñado a seguir a la Virgen y a San José, así como a los diversos santos, de manera que viven toda la riqueza, no solamente de la liturgia sino también de la piedad popular.

Eso lo vi cuando salimos a hacer la procesión de la coronación de la Virgen de la Soledad en el mes de octubre, también en la Semana Santa que viví el año pasado aquí ya entre ustedes y en las diversas comunidades a las que he ido a celebrar al santo patrono.

También me dio mucho gusto, satisfacción y esperanza llegar a una Diócesis que acababa de terminar su nuevo Plan Diocesano de Pastoral.

Recién terminado ese programa, pues nos vino la pandemia, esa es la gran expectativa, ahí es donde se quedó la pluma escribiendo.

-¿Qué dificultades y fortalezas encuentra usted en la Diócesis de Parral?

La primera es inmediata, la pandemia, porque se dejaron de hacer muchas cosas, los grupos se dejaron de reunir, mucha gente falleció y pues el ser humano está hecho de costumbres y cuando dejas de practicar algo pues te vas desacostumbrando, entonces hay que retomar esos ritmos que teníamos.

Retomar la cuestión sacramental pues el año pasado tuvimos un primer escenario de esto, en tanto, en el año 2020 todo se congeló.

En el año 2021, con todo y que la pandemia no se terminó, aparecieron muchos bautizos, confirmaciones, bodas, comuniones, aumentando la vida sacramental de nuestras parroquias.

En segundo lugar, pues esta zona tiene sus problemáticas específicas, cuando va uno para la Sierra le hablan de la violencia, crimen organizado y de la situación difícil de la deforestación.

El gran problema de las comunidades de la sierra es su aislamiento, son micropoblaciones que están esparcidas por toda la Sierra Tarahumara, entonces es muy difícil congregarlos a todos, alcanzarlos es lo que nos ha costado trabajo.

Otra gran dificultad son los jóvenes que siguen siendo conquistados en su mente por una cultura que se difunde por los medios de todo tipo, especialmente digitales y de entretenimiento, no es una cultura propiamente humanista, no es una cultura nuestra que tenga los valores mexicanos, regionales o cristianos.

Desgraciadamente, mientras no tengamos ofertas educativas y en conexión con ellas, ofertas laborales concretas para los más jóvenes, pues esto va a ser siempre una vía fácil, aunque muy peligrosa y además ilegal.

-¿Cuál es el reto más grande que enfrenta la feligresía en la Diócesis de Parral?

Los jóvenes son nuestro gran desafío, tenemos aquí una Pastoral Juvenil y una Pastoral Vocacional que son dirigidas específicamente a ese sector muy representando en todas las parroquias con jóvenes muy valiosos, pero pues el trabajo sobra y los alejados siguen siendo cada vez más.

El Papa Francisco le ha llamado así a los que no se acercan a la iglesia o no fueron educados cristianamente, entonces, pues viven una vida para este mundo desgraciadamente.

De igual forma tenemos el problema de las familias, su unidad, la fidelidad en el matrimonio, la cuestión de la economía, cómo golpea también esta realidad, nos falta fe.

Otra muy importante, es lo escaso de vocaciones sacerdotales y a la vida religiosa, porque año con año vemos que muchos jóvenes se acercan a ver si esto es lo de ellos y luego mejor se alejan.

“Tenemos de nuevo ingreso tres seminaristas y fíjese, Parral es una población de más de 100 mil habitantes, sin nuevas vocaciones pues sáquele cuentas para adelante y nos vamos a ver en una crisis”, finalizó.

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