/ sábado 20 de julio de 2019

La Fragua de los tiempos: La cultura y el arte como alternativa social

Estar juntos, gozar en colectivo cualquier manifestación artística es como romper el cerco...

Tercer objetivo.- La cultura, el arte, como alternativa social ante la violencia.

En su definición más simple “cultura” es toda actividad que el ser humano realiza en la transformación de la naturaleza para elevar sus condiciones de vida. Algunos de los grandes hitos culturales en la historia de la humanidad han sido el descubrimiento de la agricultura y la creación de sistemas de riego, la domesticación, el uso de las herramientas, la imprenta, la construcción de viviendas y formación de centros urbanos, la escritura, la gastronomía, etc.

Según la Etnología, “cultura” se define como el conjunto de elementos de la vida humana que se transmiten socialmente ya sea materiales o espirituales (conocimientos, tradiciones, costumbres, normas, instituciones), y todos estos elementos son los que le dan carácter e identifican a una sociedad o grupo social, de manera que se puede hablar de diversos tipos o expresiones culturales, y el mejor ejemplo para nosotros lo representan los rarámuri que poseen sus propios rasgos culturales.

El autor Nicolás Abbagnano anota en su diccionario de Filosofía que: la utilidad del término cultura sirve para indicar el conjunto de modos de vida de un grupo humano determinado, sin referencia al sistema de los valores al que orientan estos modos de vida. En otras palabras es un término mediante el cual se puede designar tanto la civilización más evolucionada como las formas de vida social más toscas y primitivas. El término es adoptado habitualmente, con este significado neutro, por filósofos, sociólogos y antropólogos contemporáneos. Y tiene la ventaja de no conceder privilegio alguno a un modo de vida con referencia a otro, en la descripción de un conjunto cultural. En efecto, para un antropólogo, una manera rústica de cocinar un alimento es un producto cultural lo mismo que una sonata de Beethoven.

De acuerdo a lo expuesto hasta aquí, una de las claves para entender la actividad cultural es el reconocimiento y aceptación de la diversidad, la tolerancia, el “espíritu abierto” y libre que comprende las ideas y las creencias de los otros, aun cuando no les reconozca validez ni las pueda asumir como propias. Podría decirse que esa es una manera de medir el nivel cultural de un individuo y agregaría que un hombre o una mujer culta, están abiertos al porvenir, pero no se desentienden del pasado. No se asustan frente a lo nuevo ni rechazan a priori el pensamiento de los otros.

En la relación y apreciación de las expresiones universales del arte encontramos la vía para elevarnos por encima de nuestro esquema grupal, social. A través de una obra de teatro, de una película, reconocemos otras formas de “vivir” la vida, de relacionarnos con los demás. Disfrutar otras manifestaciones del arte: la danza, la música, la pintura, la escultura, nos identifica con otros pueblos, con otras culturas y nos fortalece como individuos.

Igualmente en la búsqueda de nuestras raíces, en la revaloración de nuestro pasado como sociedad, resaltando los hechos y los personajes relevantes que dejaron su huella en la historia, rescatar nuestras tradiciones productivas, los conocimientos para resolver los problemas cotidianos, rescatar del anonimato las tradiciones de las cocineras, de las costureras, exaltar todo lo que nos identifica culturalmente nos fortalece como sociedad.

En los tiempos actuales la violencia se ha insertado en nuestra cotidianeidad como algo normal y no tenemos los medios para enfrentarla porque ni siquiera sabemos desde dónde viene. En estos tiempos violentos no debemos asumir pasivamente la imposición del salvajismo, aquí es donde la actividad cultural nos libera. Estar juntos, gozar en colectivo cualquier manifestación artística es como romper el cerco, es como salir a gritar que estamos vivos y que tenemos confianza en el futuro, en que estos tiempos van a cambiar.

Cuando se organizaron las primeras jornadas en 1994, en todos los municipios participantes se programaron actividades de lo más diverso: en Valle de Zaragoza se resaltaron las actividades de la ganadería, se organizó un tradicional jaripeo y carreras parejeras, se hizo una exposición de talabartería, se organizó un museo temporal en una casa antigua donde se exhibieron objetos que prestaron los vecinos.

Sería imposible presentar en este espacio los programas que diseñaron cada uno de los municipios, pero vale la pena dar a conocer el programa de Valle de Allende porque ilustra muy bien lo que estoy escribiendo.

“VILLA EL AMIGO DEL VALLE”

Programa 17 de julio de 1994

En Valle de Allende

10:00 horas.- Recibimiento de la comitiva representativa del general Francisco Villa que viene de Canutillo por:

Autoridades locales.

Reyna de los festejos.

Veteranos.

Adelitas y dorados de la localidad.

Integrantes del Comité Profestejos.

10:30 horas.- Desfile por el pueblo.

12:00 horas.- Inauguración del museo.

16:00 horas.- Concurso de caballos en el Estadio Municipal.

19:00 horas.- Fiesta en la plaza principal.

Corridos.

Poemas y bailables.

21:00 horas.- Baile popular (Casino Valle de Allende).

Durante todo el día se estarán pasando video monografías del Valle y habrá venta de comida y dulces típicos en la plaza principal.

Opciones para los visitantes.

Visita al tempo de Nuestras Señora del Rosario.

Visita al Rebote.

Visita a chapoteadero.

Visita a casas frecuentadas por Villa:

I. Casa del señor Jorge Soto Loya.

II. Casa de don Juan Cereceres.

III. Casa de don Baltazar Máynez.

Después de 1994 se fue dejando la idea original. Las jornadas de 1995 fueron las últimas en las que participaron los municipios. De allí en adelante las organizaron solamente en Parral y cada vez se fue reduciendo el programa de las actividades culturales, las conferencias de historiadores, las presentaciones de libros, las obras de teatro, los bailables. Como atractivo mayor para los visitantes se quedó la escenificación de la emboscada del 20 de julio, una representación bizarra, extravagante, en la que se tergiversaron los hechos; pero además se introdujo la participación de unos supuestos animadores que preparaban a la gente durante una o dos horas improvisando puras necedades como si estuvieran anunciando un evento de televisa. Lo más desastroso fue que se impuso la práctica de repetir el simulacro del asesinato del general Villa dos, tres veces, como si se tratara de un espectáculo barato.

El abandono de la idea original no solo fue responsabilidad de la presidencia de Parral. Después de las elecciones de 1995 se movió el mapa político de la región, algunas presidencias municipales cambiaron de color y los que entraron trasladaron sus rencillas políticas a las jornadas. Por otra parte el Instituto Chihuahuense de la Cultura no tuvo los recursos para seguir apoyando económicamente. Éstas, entre otras razones influyeron, pero la principal fue la ausencia de compromiso con el proyecto, la incomprensión de todo lo que podría significar para la región fortalecerlo.

¿Qué le queda a las Jornadas villistas para el futuro?

¿Seguir deslizándose hacia la degradación hasta convertirse en un evento “cantinero” como lo han calificado algunos de sus críticos o revisar a fondo lo que tiene de positivo el proyecto y agrupar las fuerzas para potencializarlo? En ese sentido, propongo tres pasos:

- Primero.- Que la presidencia municipal de Parral y la Secretaría de cultura convoquen a los presidentes municipales de la región y juntos revisen lo que han sido las jornadas en estos 25 años y lo que pueden aportar como proyecto regional para el futuro económico y cultural de la región.

-Segundo.- Que se elabore una propuesta para presentarla ante los empresarios, comerciantes, hoteleros, para que ellos participen con las propuestas pertinentes.

-Tercero.- Que derivado de la revisión, de la evaluación y diagnóstico de las Jornadas en estos 25 años, se considere la viabilidad de transformar radicalmente la organización de este evento aprovechando experiencias de otras entidades donde se cuenta con patrocinios y apoyos económicos diversos y donde los encargados de organizar estos eventos son personas integradas en un comité o patronato apoyado por las autoridades de cada municipio y por las instituciones relacionadas.

EL PALACIO ALVARADO

En días pasados se anunció en la prensa local la donación que hizo el señor Tomás Uriona al municipio de Parral de dos carros antiguos. La misma nota informativa que se replicó en las redes donde el encargado del Palacio hizo el anuncio de que uno de los carros se iba a instalar en este lugar. De la mejor manera comenté que me parecía muy loable la acción del señor Tomás, pero que consideraba un desacierto agregarle al Palacio una pieza que no tiene relación con el museo. Inmediatamente hubo respuestas, algunas ofensivas, donde se afirmaba que yo desconocía lo que se estaba haciendo y que la intención de mi comentario era del todo negativa.

No voy a reconstruir mis argumentos, solo diré que al hacer uso de mi derecho de réplica a los señalamientos que se me hicieron, borraron de inmediato lo que yo había escrito y nadie se hizo responsable ni respondió nada. Estas acciones son deleznables, propias de personas que se agazapan en el cobarde anonimato para lanzar acusaciones y cuando se les confronta niegan cobardemente ser los autores. No puedo afirmar que haya sido el encargado del museo quien borró mi comentario, pero si voy a aprovechar para responderle públicamente una acusación que él ha me ha fincado en el sentido de que me apropié de unas fotografías antiguas del Palacio Alvarado. Tengo en mi poder los documentos para demostrarle que se trata de una vil calumnia y lo conmino a que públicamente presente cada quien sus pruebas. Me siento obligado a ventilar esta acción porque él se ha encargado de hacer correr esta versión y yo ignoro a quiénes y cómo les ha compartido la calumnia.

También aprovecho para recordar que en su momento me opuse públicamente a las modificaciones, agresiones, que se le hicieron al palacio y a su entorno urbano durante la administración de César Duarte. Estuve y estoy en desacuerdo en que se haya movido la escultura de El buscador de ilusiones, del duranguense Ignacio Asúnsulo, de que se llenara la Casa Griensen con los adefesios que, según se dice, conforman el “museo de cera” de Parral.

Lo he reiterado una y otra vez, el gigantesco monumento ecuestre del general Villa no debe quedarse donde lo plantaron, ya he expuesto mis argumentos en diversas ocasiones. Ahora se asegura que se levantaron diez mil firmas de parralenses que se han manifestado para que se deje en ese lugar. Desconozco los detalles, pero considero que se debería dar oportunidad al pueblo de Parral de que conozca los argumentos en pro y en contra.

En ciudades avanzadas culturalmente se toman estas decisiones con mucho cuidado, no se permite que las autoridades tomen decisiones ocurrentes que afecten los espacios urbanos y menos las plazas, antes de cualquier decisión se analiza colectivamente y son los vecinos los que aprueban o desaprueban estas intervenciones. En Parral se han agregado a la ciudad verdaderos esperpentos como los supuestos “niños” de la escuela 99 que bajo el mando de Elisa Griensen expulsaron en 1916 a los invasores yanquis de la punitiva. En primer lugar, los protagonistas de esa acción eran jóvenes de trece y catorce años y Elisa Griensen no tuvo nada que ver en esos momentos en que empezaron a lanzar objetos a los soldados yanquis que estaban alineados frente a la plaza donde se encuentra ahora la farmacia Quiñonez. No agrego el caso del “monumento” al padre Agustín Pelayo, pero tampoco dejaré de comentar en alguna otra ocasión.

Entre los comentarios que he recibido por mis críticas se me ha respondido que la ciudad de Parral es más bella ahora y yo respondo que sí, el paisaje urbano ha mejorado notablemente con intervenciones como la restauración de la plaza principal que dio lugar a que se recuperara su diseño original en todos sus componentes, principalmente en la recuperación del tradicional quiosco donde se había erigido un enorme mazacote que ocupaba buena parte del espacio y que no tenía nada que ver con el trazo de una plaza típica.

La restauración del puente Calicanto y el embellecimiento de su entorno. La intervención del Teatro Hidalgo, la restauración del Teatro de Cámara y de todo el edificio que ocupó hace muchos años la presidencia municipal, la instalación del gran mural de 17 metros dedicado a la presencia del presidente Juárez en Parral. La instalación del museo del Centauro del norte en lo que fue el teatro Hidalgo. Con todas estas obras se ha beneficiado la sociedad parralense, pero eso no debe cegarnos dejando pasar y hasta defendiendo lo que no embellece.

Tercer objetivo.- La cultura, el arte, como alternativa social ante la violencia.

En su definición más simple “cultura” es toda actividad que el ser humano realiza en la transformación de la naturaleza para elevar sus condiciones de vida. Algunos de los grandes hitos culturales en la historia de la humanidad han sido el descubrimiento de la agricultura y la creación de sistemas de riego, la domesticación, el uso de las herramientas, la imprenta, la construcción de viviendas y formación de centros urbanos, la escritura, la gastronomía, etc.

Según la Etnología, “cultura” se define como el conjunto de elementos de la vida humana que se transmiten socialmente ya sea materiales o espirituales (conocimientos, tradiciones, costumbres, normas, instituciones), y todos estos elementos son los que le dan carácter e identifican a una sociedad o grupo social, de manera que se puede hablar de diversos tipos o expresiones culturales, y el mejor ejemplo para nosotros lo representan los rarámuri que poseen sus propios rasgos culturales.

El autor Nicolás Abbagnano anota en su diccionario de Filosofía que: la utilidad del término cultura sirve para indicar el conjunto de modos de vida de un grupo humano determinado, sin referencia al sistema de los valores al que orientan estos modos de vida. En otras palabras es un término mediante el cual se puede designar tanto la civilización más evolucionada como las formas de vida social más toscas y primitivas. El término es adoptado habitualmente, con este significado neutro, por filósofos, sociólogos y antropólogos contemporáneos. Y tiene la ventaja de no conceder privilegio alguno a un modo de vida con referencia a otro, en la descripción de un conjunto cultural. En efecto, para un antropólogo, una manera rústica de cocinar un alimento es un producto cultural lo mismo que una sonata de Beethoven.

De acuerdo a lo expuesto hasta aquí, una de las claves para entender la actividad cultural es el reconocimiento y aceptación de la diversidad, la tolerancia, el “espíritu abierto” y libre que comprende las ideas y las creencias de los otros, aun cuando no les reconozca validez ni las pueda asumir como propias. Podría decirse que esa es una manera de medir el nivel cultural de un individuo y agregaría que un hombre o una mujer culta, están abiertos al porvenir, pero no se desentienden del pasado. No se asustan frente a lo nuevo ni rechazan a priori el pensamiento de los otros.

En la relación y apreciación de las expresiones universales del arte encontramos la vía para elevarnos por encima de nuestro esquema grupal, social. A través de una obra de teatro, de una película, reconocemos otras formas de “vivir” la vida, de relacionarnos con los demás. Disfrutar otras manifestaciones del arte: la danza, la música, la pintura, la escultura, nos identifica con otros pueblos, con otras culturas y nos fortalece como individuos.

Igualmente en la búsqueda de nuestras raíces, en la revaloración de nuestro pasado como sociedad, resaltando los hechos y los personajes relevantes que dejaron su huella en la historia, rescatar nuestras tradiciones productivas, los conocimientos para resolver los problemas cotidianos, rescatar del anonimato las tradiciones de las cocineras, de las costureras, exaltar todo lo que nos identifica culturalmente nos fortalece como sociedad.

En los tiempos actuales la violencia se ha insertado en nuestra cotidianeidad como algo normal y no tenemos los medios para enfrentarla porque ni siquiera sabemos desde dónde viene. En estos tiempos violentos no debemos asumir pasivamente la imposición del salvajismo, aquí es donde la actividad cultural nos libera. Estar juntos, gozar en colectivo cualquier manifestación artística es como romper el cerco, es como salir a gritar que estamos vivos y que tenemos confianza en el futuro, en que estos tiempos van a cambiar.

Cuando se organizaron las primeras jornadas en 1994, en todos los municipios participantes se programaron actividades de lo más diverso: en Valle de Zaragoza se resaltaron las actividades de la ganadería, se organizó un tradicional jaripeo y carreras parejeras, se hizo una exposición de talabartería, se organizó un museo temporal en una casa antigua donde se exhibieron objetos que prestaron los vecinos.

Sería imposible presentar en este espacio los programas que diseñaron cada uno de los municipios, pero vale la pena dar a conocer el programa de Valle de Allende porque ilustra muy bien lo que estoy escribiendo.

“VILLA EL AMIGO DEL VALLE”

Programa 17 de julio de 1994

En Valle de Allende

10:00 horas.- Recibimiento de la comitiva representativa del general Francisco Villa que viene de Canutillo por:

Autoridades locales.

Reyna de los festejos.

Veteranos.

Adelitas y dorados de la localidad.

Integrantes del Comité Profestejos.

10:30 horas.- Desfile por el pueblo.

12:00 horas.- Inauguración del museo.

16:00 horas.- Concurso de caballos en el Estadio Municipal.

19:00 horas.- Fiesta en la plaza principal.

Corridos.

Poemas y bailables.

21:00 horas.- Baile popular (Casino Valle de Allende).

Durante todo el día se estarán pasando video monografías del Valle y habrá venta de comida y dulces típicos en la plaza principal.

Opciones para los visitantes.

Visita al tempo de Nuestras Señora del Rosario.

Visita al Rebote.

Visita a chapoteadero.

Visita a casas frecuentadas por Villa:

I. Casa del señor Jorge Soto Loya.

II. Casa de don Juan Cereceres.

III. Casa de don Baltazar Máynez.

Después de 1994 se fue dejando la idea original. Las jornadas de 1995 fueron las últimas en las que participaron los municipios. De allí en adelante las organizaron solamente en Parral y cada vez se fue reduciendo el programa de las actividades culturales, las conferencias de historiadores, las presentaciones de libros, las obras de teatro, los bailables. Como atractivo mayor para los visitantes se quedó la escenificación de la emboscada del 20 de julio, una representación bizarra, extravagante, en la que se tergiversaron los hechos; pero además se introdujo la participación de unos supuestos animadores que preparaban a la gente durante una o dos horas improvisando puras necedades como si estuvieran anunciando un evento de televisa. Lo más desastroso fue que se impuso la práctica de repetir el simulacro del asesinato del general Villa dos, tres veces, como si se tratara de un espectáculo barato.

El abandono de la idea original no solo fue responsabilidad de la presidencia de Parral. Después de las elecciones de 1995 se movió el mapa político de la región, algunas presidencias municipales cambiaron de color y los que entraron trasladaron sus rencillas políticas a las jornadas. Por otra parte el Instituto Chihuahuense de la Cultura no tuvo los recursos para seguir apoyando económicamente. Éstas, entre otras razones influyeron, pero la principal fue la ausencia de compromiso con el proyecto, la incomprensión de todo lo que podría significar para la región fortalecerlo.

¿Qué le queda a las Jornadas villistas para el futuro?

¿Seguir deslizándose hacia la degradación hasta convertirse en un evento “cantinero” como lo han calificado algunos de sus críticos o revisar a fondo lo que tiene de positivo el proyecto y agrupar las fuerzas para potencializarlo? En ese sentido, propongo tres pasos:

- Primero.- Que la presidencia municipal de Parral y la Secretaría de cultura convoquen a los presidentes municipales de la región y juntos revisen lo que han sido las jornadas en estos 25 años y lo que pueden aportar como proyecto regional para el futuro económico y cultural de la región.

-Segundo.- Que se elabore una propuesta para presentarla ante los empresarios, comerciantes, hoteleros, para que ellos participen con las propuestas pertinentes.

-Tercero.- Que derivado de la revisión, de la evaluación y diagnóstico de las Jornadas en estos 25 años, se considere la viabilidad de transformar radicalmente la organización de este evento aprovechando experiencias de otras entidades donde se cuenta con patrocinios y apoyos económicos diversos y donde los encargados de organizar estos eventos son personas integradas en un comité o patronato apoyado por las autoridades de cada municipio y por las instituciones relacionadas.

EL PALACIO ALVARADO

En días pasados se anunció en la prensa local la donación que hizo el señor Tomás Uriona al municipio de Parral de dos carros antiguos. La misma nota informativa que se replicó en las redes donde el encargado del Palacio hizo el anuncio de que uno de los carros se iba a instalar en este lugar. De la mejor manera comenté que me parecía muy loable la acción del señor Tomás, pero que consideraba un desacierto agregarle al Palacio una pieza que no tiene relación con el museo. Inmediatamente hubo respuestas, algunas ofensivas, donde se afirmaba que yo desconocía lo que se estaba haciendo y que la intención de mi comentario era del todo negativa.

No voy a reconstruir mis argumentos, solo diré que al hacer uso de mi derecho de réplica a los señalamientos que se me hicieron, borraron de inmediato lo que yo había escrito y nadie se hizo responsable ni respondió nada. Estas acciones son deleznables, propias de personas que se agazapan en el cobarde anonimato para lanzar acusaciones y cuando se les confronta niegan cobardemente ser los autores. No puedo afirmar que haya sido el encargado del museo quien borró mi comentario, pero si voy a aprovechar para responderle públicamente una acusación que él ha me ha fincado en el sentido de que me apropié de unas fotografías antiguas del Palacio Alvarado. Tengo en mi poder los documentos para demostrarle que se trata de una vil calumnia y lo conmino a que públicamente presente cada quien sus pruebas. Me siento obligado a ventilar esta acción porque él se ha encargado de hacer correr esta versión y yo ignoro a quiénes y cómo les ha compartido la calumnia.

También aprovecho para recordar que en su momento me opuse públicamente a las modificaciones, agresiones, que se le hicieron al palacio y a su entorno urbano durante la administración de César Duarte. Estuve y estoy en desacuerdo en que se haya movido la escultura de El buscador de ilusiones, del duranguense Ignacio Asúnsulo, de que se llenara la Casa Griensen con los adefesios que, según se dice, conforman el “museo de cera” de Parral.

Lo he reiterado una y otra vez, el gigantesco monumento ecuestre del general Villa no debe quedarse donde lo plantaron, ya he expuesto mis argumentos en diversas ocasiones. Ahora se asegura que se levantaron diez mil firmas de parralenses que se han manifestado para que se deje en ese lugar. Desconozco los detalles, pero considero que se debería dar oportunidad al pueblo de Parral de que conozca los argumentos en pro y en contra.

En ciudades avanzadas culturalmente se toman estas decisiones con mucho cuidado, no se permite que las autoridades tomen decisiones ocurrentes que afecten los espacios urbanos y menos las plazas, antes de cualquier decisión se analiza colectivamente y son los vecinos los que aprueban o desaprueban estas intervenciones. En Parral se han agregado a la ciudad verdaderos esperpentos como los supuestos “niños” de la escuela 99 que bajo el mando de Elisa Griensen expulsaron en 1916 a los invasores yanquis de la punitiva. En primer lugar, los protagonistas de esa acción eran jóvenes de trece y catorce años y Elisa Griensen no tuvo nada que ver en esos momentos en que empezaron a lanzar objetos a los soldados yanquis que estaban alineados frente a la plaza donde se encuentra ahora la farmacia Quiñonez. No agrego el caso del “monumento” al padre Agustín Pelayo, pero tampoco dejaré de comentar en alguna otra ocasión.

Entre los comentarios que he recibido por mis críticas se me ha respondido que la ciudad de Parral es más bella ahora y yo respondo que sí, el paisaje urbano ha mejorado notablemente con intervenciones como la restauración de la plaza principal que dio lugar a que se recuperara su diseño original en todos sus componentes, principalmente en la recuperación del tradicional quiosco donde se había erigido un enorme mazacote que ocupaba buena parte del espacio y que no tenía nada que ver con el trazo de una plaza típica.

La restauración del puente Calicanto y el embellecimiento de su entorno. La intervención del Teatro Hidalgo, la restauración del Teatro de Cámara y de todo el edificio que ocupó hace muchos años la presidencia municipal, la instalación del gran mural de 17 metros dedicado a la presencia del presidente Juárez en Parral. La instalación del museo del Centauro del norte en lo que fue el teatro Hidalgo. Con todas estas obras se ha beneficiado la sociedad parralense, pero eso no debe cegarnos dejando pasar y hasta defendiendo lo que no embellece.

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