/ martes 11 de junio de 2019

El vía crucis de Brisa, migrante salvadoreña 

Deportada, llegó a nuestra ciudad luego de pasar penurias

Políticas migratorias de Estados Unidos ocasionan que los migrantes sean deportados a las fronteras de México y tengan que establecerse en ciudades de los estados del norte. En Parral existe el caso de “Brisa”, una salvadoreña que fue desterrada del vecino país dejando a sus tres hijos allá y viviendo una serie de desventuras al estar sola y sin tener a dónde ir. Actualmente radica en nuestra ciudad.

Brisa es una mujer de 29 años. De origen salvadoreño, pero creció en el vecino país; sin embargo, al no obtener papeles fue deportada, no la mandaron de vuelta a su país. Fue dejada aquí en México sin tener a nadie y dejando tres niños.

“A los 8 años tuve que salirme de El Salvador porque mi hermano estaba dentro de las pandillas Maras. Tuvieron que pasarme a Estados Unidos porque mi vida corría peligro. Crecí en Los Ángeles, California. Hice mi vida. Crecí en Estados Unidos y me casé, tuve dos hijos que automáticamente nacieron estadounidenses.

Continuó: “Desgraciadamente un día tuve que salir a comprar para hacerles el desayuno porque en el “Mall” donde fuimos a comprar la comida estaba un operativo de la policía migratoria. Y como yo no tenía papeles, me detuvieron”.

A partir de ese momento me quitaron a mis hijos -Álvaro y Kimberly-, no les pasó nada, pero yo al no presentar una identificación que dijera que soy de nacionalidad americana, así inició mi proceso de deportación.

Brisa asegura que no la enviaron de vuelta a su país, como comúnmente se hace, sino que la mandaron a Tijuana. “A mi me subieron en un autobús y el destino era Tijuana. Hasta ahí llegaba, ya que de ahí tenía que ver por mis propios medios. Fue una injusticia porque por lo regular allá a los migrantes los mandan directamente a sus países de origen. La verdad yo no supe por qué. Fue mala suerte, lamentó.

Proseguía en su charla: “Estaba embarazada, a punto de dar a luz y resultó que fue así, di a luz en el viaje de deportación camino a México. Me quitaron a mi bebé porque nació allá, es americana y la tiene adoptada otra familia. Llegué a México todavía con mis heridas expuestas de la cesárea, sin conocer a nadie, sin tener ni un centavo, pensando en mis hijos”.

Como pude, me comuniqué con el padre de mis hijos que se encuentra a cargo de ellos y me ayudó enviándome algo de dinero para que me fuera con su familia a Guadalajara.

Con ademanes nerviosos y con los ojos vidriosos, llenos de lágrimas, Brisa comenta: “Lo hice, sin embargo no fue lo ideal, ya que, pues, no me veían con bien. Y aunque les agradezco que me hayan aceptado los meses que es tuve con ellos, yo seguía con el sueño de cruzar de nuevo a Estados Unidos para estar con mi familia”.

Prosiguió: “Mi peor error fue devolverme a Tijuana con esa idea, porque estando ahí tuve que vivir unos días en la calle. Una de esas noches, dos policías abusaron de mí y me llevaron a despoblado. Me quebraron las costillas y me creyeron muerta, me aventaron a la carretera.”

Brisa platica cómo está y otras cosas más tuvo que enfrentar como migrante deportada a nuestro país, sin tener un lugar a donde ir, pues pese a ser salvadoreña, creció en Estados Unidos.

Actualmente Brisa radica en esta ciudad. Llegó a Parral por recomendaciones de conocidos traileros. Afirma con nostalgia que, el sueño de volver a cruzar la frontera para reunirse con su familia, no sale de su pensamiento…

Políticas migratorias de Estados Unidos ocasionan que los migrantes sean deportados a las fronteras de México y tengan que establecerse en ciudades de los estados del norte. En Parral existe el caso de “Brisa”, una salvadoreña que fue desterrada del vecino país dejando a sus tres hijos allá y viviendo una serie de desventuras al estar sola y sin tener a dónde ir. Actualmente radica en nuestra ciudad.

Brisa es una mujer de 29 años. De origen salvadoreño, pero creció en el vecino país; sin embargo, al no obtener papeles fue deportada, no la mandaron de vuelta a su país. Fue dejada aquí en México sin tener a nadie y dejando tres niños.

“A los 8 años tuve que salirme de El Salvador porque mi hermano estaba dentro de las pandillas Maras. Tuvieron que pasarme a Estados Unidos porque mi vida corría peligro. Crecí en Los Ángeles, California. Hice mi vida. Crecí en Estados Unidos y me casé, tuve dos hijos que automáticamente nacieron estadounidenses.

Continuó: “Desgraciadamente un día tuve que salir a comprar para hacerles el desayuno porque en el “Mall” donde fuimos a comprar la comida estaba un operativo de la policía migratoria. Y como yo no tenía papeles, me detuvieron”.

A partir de ese momento me quitaron a mis hijos -Álvaro y Kimberly-, no les pasó nada, pero yo al no presentar una identificación que dijera que soy de nacionalidad americana, así inició mi proceso de deportación.

Brisa asegura que no la enviaron de vuelta a su país, como comúnmente se hace, sino que la mandaron a Tijuana. “A mi me subieron en un autobús y el destino era Tijuana. Hasta ahí llegaba, ya que de ahí tenía que ver por mis propios medios. Fue una injusticia porque por lo regular allá a los migrantes los mandan directamente a sus países de origen. La verdad yo no supe por qué. Fue mala suerte, lamentó.

Proseguía en su charla: “Estaba embarazada, a punto de dar a luz y resultó que fue así, di a luz en el viaje de deportación camino a México. Me quitaron a mi bebé porque nació allá, es americana y la tiene adoptada otra familia. Llegué a México todavía con mis heridas expuestas de la cesárea, sin conocer a nadie, sin tener ni un centavo, pensando en mis hijos”.

Como pude, me comuniqué con el padre de mis hijos que se encuentra a cargo de ellos y me ayudó enviándome algo de dinero para que me fuera con su familia a Guadalajara.

Con ademanes nerviosos y con los ojos vidriosos, llenos de lágrimas, Brisa comenta: “Lo hice, sin embargo no fue lo ideal, ya que, pues, no me veían con bien. Y aunque les agradezco que me hayan aceptado los meses que es tuve con ellos, yo seguía con el sueño de cruzar de nuevo a Estados Unidos para estar con mi familia”.

Prosiguió: “Mi peor error fue devolverme a Tijuana con esa idea, porque estando ahí tuve que vivir unos días en la calle. Una de esas noches, dos policías abusaron de mí y me llevaron a despoblado. Me quebraron las costillas y me creyeron muerta, me aventaron a la carretera.”

Brisa platica cómo está y otras cosas más tuvo que enfrentar como migrante deportada a nuestro país, sin tener un lugar a donde ir, pues pese a ser salvadoreña, creció en Estados Unidos.

Actualmente Brisa radica en esta ciudad. Llegó a Parral por recomendaciones de conocidos traileros. Afirma con nostalgia que, el sueño de volver a cruzar la frontera para reunirse con su familia, no sale de su pensamiento…

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