/ sábado 15 de junio de 2019

El Reino de Dios y la Familia

Mucho se ha dicho que la familia es el núcleo de la sociedad. Y si es así, entonces seguramente existen muchos hogares en crisis, o mejor dicho, en terapia intensiva, pues a un vuelo de pájaro, nos damos cuenta que la sociedad está totalmente quebrantada. Y que a mayor amenaza para la sociedad es el hombre mismo. Las noticias cada día nos cuentan la tiste historia: Derramamiento de sangre, conflicto, corrupción, pobreza, suicidios, racismo, migración, hambre etc. Y ahora le añadimos a todo eso la contaminación ambiental. Todo ello testifica que somos nuestro peor enemigo, y de otras especies.

La palabra de Dios nos enseña que “Dios es amor” y que “Él nos ama”. Y así es. Ahora nuestro deber es corresponder adecuadamente a ese amor incondicional. La idea es amar al Señor con todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo. En Mateo 22:37-38 dice: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente—le respondió Jesús—Este es el primero y el más importante de los mandamientos.” Una manera de amar a Dios es manteniendo Su palabra en nuestro corazón memorizándola, meditando en ella y aplicándola a nuestra vida cotidiana: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Sal. 119:11)

En seguida, es enseñar la palabra de Dios a la familia. “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. (Deut. 6:7) La enseñanza de la palabra de Dios en el hogar debe ser tema de conversación tanto dentro como fuera de la casa, desde el inicio del día hasta el fin del mismo. Creo que así como está impregnada la sociedad de tantos sinsabores, creo que es tiempo de impregnar todos los ámbitos de la vida. Cambiemos la atmosfera que nos rodea con la palabra de Dios. Cuando enseñamos y vivimos la palabra de Dios en el hogar, los estamos preparando para vivir bien en medio de la sociedad sin salpicarse del lodo del mundo, y damos a la sociedad hombres y mujeres de bien que aman a Dios, aman la vida, aman a su próximo como así mismos. Tal entrenamiento para la vida se hace a cualquier hora y en cualquier lugar. Hablemos, enseñemos y vivamos en casa las cosas espirituales del reino de Dios. La idea no es darles una conferencia religiosa ni una paliza con la biblia. Hable con los hijos de la palabra de Dios amenamente así como plática con ellos de su programa favorito o de un partido de futbol.

Jesús nos enseñó a orar, entre otras cosas “…venga tu reino sobre la tierra y sea hecha tu voluntad…”. Y tierra no es el globo terráqueo. Tierra soy yo. Tierra es mi familia, pues fuimos formados del polvo de la tierra. Entonces la idea es que venga el reino de Dios a mí, a mí familia. Para que el reino de Dios venga a la familia, debemos de presentar a la familia a Dios, y a Dios a la familia. El amor de Dios en el hogar, cambia del hogar, y por ende, cambiara la atmosfera de la sociedad. Y mientras sea hecha la voluntad de Dios en mí vida y en mí familia, las cosas serán mucho mejor. Estimado lector, dejemos que Dios edifique la familia. Dios puede sanar cualquier herida en la familia. Él puede restaurar, renovar o levantar un hogar que ha sido dañado. El reino viene no para que se haga mi voluntad, ni la voluntad del mundo, ni la voluntad de la carne, ni la voluntad del enemigo, sino su voluntad.

Cuando el reino de Dios es establecido en la familia, el reino del dolor es removido, el reino de los resentimientos es removido, el reino de la soledad es removido, el reino de la tribulación es removido, el reino de la tristeza es removido, y cualquier otro reino que no sea el de Dios, es removido. El reino de Dios se establece con amor, gozo, bienestar, armonía, paz, alegría etc.

Hagamos que la familia viva a la manera del cielo y habrá provisión para toda necesidad. En mateo 631-33 dice: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y u día vaya al cielo.

Mucho se ha dicho que la familia es el núcleo de la sociedad. Y si es así, entonces seguramente existen muchos hogares en crisis, o mejor dicho, en terapia intensiva, pues a un vuelo de pájaro, nos damos cuenta que la sociedad está totalmente quebrantada. Y que a mayor amenaza para la sociedad es el hombre mismo. Las noticias cada día nos cuentan la tiste historia: Derramamiento de sangre, conflicto, corrupción, pobreza, suicidios, racismo, migración, hambre etc. Y ahora le añadimos a todo eso la contaminación ambiental. Todo ello testifica que somos nuestro peor enemigo, y de otras especies.

La palabra de Dios nos enseña que “Dios es amor” y que “Él nos ama”. Y así es. Ahora nuestro deber es corresponder adecuadamente a ese amor incondicional. La idea es amar al Señor con todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo. En Mateo 22:37-38 dice: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente—le respondió Jesús—Este es el primero y el más importante de los mandamientos.” Una manera de amar a Dios es manteniendo Su palabra en nuestro corazón memorizándola, meditando en ella y aplicándola a nuestra vida cotidiana: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Sal. 119:11)

En seguida, es enseñar la palabra de Dios a la familia. “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. (Deut. 6:7) La enseñanza de la palabra de Dios en el hogar debe ser tema de conversación tanto dentro como fuera de la casa, desde el inicio del día hasta el fin del mismo. Creo que así como está impregnada la sociedad de tantos sinsabores, creo que es tiempo de impregnar todos los ámbitos de la vida. Cambiemos la atmosfera que nos rodea con la palabra de Dios. Cuando enseñamos y vivimos la palabra de Dios en el hogar, los estamos preparando para vivir bien en medio de la sociedad sin salpicarse del lodo del mundo, y damos a la sociedad hombres y mujeres de bien que aman a Dios, aman la vida, aman a su próximo como así mismos. Tal entrenamiento para la vida se hace a cualquier hora y en cualquier lugar. Hablemos, enseñemos y vivamos en casa las cosas espirituales del reino de Dios. La idea no es darles una conferencia religiosa ni una paliza con la biblia. Hable con los hijos de la palabra de Dios amenamente así como plática con ellos de su programa favorito o de un partido de futbol.

Jesús nos enseñó a orar, entre otras cosas “…venga tu reino sobre la tierra y sea hecha tu voluntad…”. Y tierra no es el globo terráqueo. Tierra soy yo. Tierra es mi familia, pues fuimos formados del polvo de la tierra. Entonces la idea es que venga el reino de Dios a mí, a mí familia. Para que el reino de Dios venga a la familia, debemos de presentar a la familia a Dios, y a Dios a la familia. El amor de Dios en el hogar, cambia del hogar, y por ende, cambiara la atmosfera de la sociedad. Y mientras sea hecha la voluntad de Dios en mí vida y en mí familia, las cosas serán mucho mejor. Estimado lector, dejemos que Dios edifique la familia. Dios puede sanar cualquier herida en la familia. Él puede restaurar, renovar o levantar un hogar que ha sido dañado. El reino viene no para que se haga mi voluntad, ni la voluntad del mundo, ni la voluntad de la carne, ni la voluntad del enemigo, sino su voluntad.

Cuando el reino de Dios es establecido en la familia, el reino del dolor es removido, el reino de los resentimientos es removido, el reino de la soledad es removido, el reino de la tribulación es removido, el reino de la tristeza es removido, y cualquier otro reino que no sea el de Dios, es removido. El reino de Dios se establece con amor, gozo, bienestar, armonía, paz, alegría etc.

Hagamos que la familia viva a la manera del cielo y habrá provisión para toda necesidad. En mateo 631-33 dice: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y u día vaya al cielo.