DANIEL LÓPEZ
Me quitaron la vida. Hay personas que la regaron en amputarme la pierna y fueron los médicos. Estas palabras sollozas salieron de parte de José Socorro Huerta, al recordar cómo una operación hace dos años que, se suponía, era para salvarle la vida lo dejo sin su extremidad izquierda, hoy en dia sale a sentarse entre las calles para pedir ayuda y poder subsistir.
José Socorro Huerta, a sus 60 años, se sostiene económicamente de lo que la gente le brinda de manera bondadosa. Vive en calle República de Haití, pero al final de la vía hay una tienda comercial, vendría a ser el lugar donde una vez que se levanta de cama, toma su andador debido a que le amputaron una pierna, reposa afuera esperando quien lo apoye.
Fue hace dos años que a don José le fue amputada la pierna izquierda, debido a que padece del ácido úrico y los médicos para salvar su vida evitando se gangrenara aún más el cuerpo, tomaron esta acción.
Antes obtenía el económico para subsistir al dedicarse a la imprenta, realizaba invitaciones de bodas y fiestas.
Batalló diez años controlando el exceso de ácido úrico que producía su cuerpo, usando yerbas medicinales, ungüentos y otros artículos naturistas, controló por ese tiempo los males.
Finalmente llegó el día, que según él, le arrebataron la vida hace poco más de dos años, más no las ganas de vivir, pues donde habita no solo vive uno, sino un hermano.
Al haberle sido removida toda la pierna izquierda y no tener el ingreso para hacerse de una prótesis que le permitiera sostenerse de pie, hubo amigos que le consiguieron de alguna manera un andador.
Los obstáculos apenas comienzan, el sitio donde vive carece de aditamentos para poder moverse con facilidad, a pesar de contar con luz (la cual se la paga el vecino de a lado), le hace falta gas e instalaciones adecuadas para cocinar.
Desde el ingresar a la vivienda, el piso es de tierra, astillas, pedazos de madera, rocas, ladrillos, laminas y un sinfín de escombros, forma parte del suelo que hay que pasar.
Como no cuenta con sustento para comprar gas, pese a contar con los artículos y artefactos necesarios para cocinar, realiza con algunos trozos de leña y madera una pequeña fogata.
Encima coloca una lámina de metal que sirve como base para calentar comida, así como prepararse un café que vendría a apaciguar los efectos del frío.
Su espacio cuenta con paredes de adobe que se pueden ver apenas al entrar y que con el paso de los años se han ido desmoronando y, en cuestión de tiempo que terminen por caer. Y para hacerse de calor, don José Socorro Huerta tiene apenas unas cuantas ropas, pero no chamarras gruesas.
Cuando se dirige al final de la calle, donde toma asiento a la espera de alguien que pase y lo apoye con un dinerito, es lo único que obtiene para vivir; “cuando pasa gente y me llegan a dar o junto hasta 20 pesos, compro primero comida, de eso vivo”.
Resaltó que lo único que espera es un despensa que le venga a facilitar un poco el cómo vive, ya que si “Santa Claus” decide llegar a casa en forma de una prótesis para caminar y/o al menos pueda ponerse de pie, será bien recibido.