La pandemia por Covid-19 ha trastocado la vida de todo ser humano, le ha arrebatado a la gente hasta la posibilidad de despedirse de sus seres queridos al cancelar los ritos funerarios que es parte de la preparación de despedida física. Esta situación ha hecho que el servicio de tanatología sea muy demandado.
El duelo es una adaptación a un proceso de pérdida, por lo que al acudir con una tanatóloga se debe de hacer un chaleco a la medida para superar la pérdida, un duelo normal se lleva entre 12 y 24 meses.
La master en Tanatologia, Sofia Aranda Muela destacó que cada duelo conlleva un tiempo distinto, pues depende de la pérdida. El duelo por la muerte de un hijo es el más doloroso, las madres de familia se culpan por su muerte.
Sofía es especialista en suicidio, enfermos de cáncer y cualquier tipo de perdida, incluso trabaja con logoterapia, quien destacó que hay duelos por fallecimiento, por enfermedades crónicas, por amputaciones, cuestiones de salud, divorcio, separación, cambio de casa y pérdida de bienes materiales.
La tanatología es una disciplina científica muy antigua, pero ha evolucionado para atender todo tipo de pérdidas. “El aumento de pacientes ha sido exponencial con la pandemia, de casos dolorosos como la violencia intrafamiliar, el feminicidio, mucho suicidio consumado e intentos, más los duelos de Covid-19”.
En el caso de la muerte, señaló que con la pandemia los ritos funerarios eliminaron parte de la despedida, se le quito a los dolientes el espacio para procesar el duelo, hay más llanto, queja, dolor y hasta enojo.
Afirma que el ritual funerario va preparando a los dolientes para aceptar que esa personas no los va acompañar físicamente, que ya no lo verán, tocarán, abrazarán.
Las personas deben de llorar lo suficiente, enojarse, tener ira, soltar culpa, perdones, y un sin fin de emociones atoradas.
No hay que tragarse el dolor porque se convierte en enfermedades, el 80 por ciento.
No tragarse el dolo porque se convierte en enfermedades el 80 por ciento de las enfermedades que el ser humano padecemos tiene que ver con emociones guardadas, es necesario abrirse completamente, abra su llave es su duelo, es su dolor”.
A su consultorio a llegado mucha gente buscando reconstruir sus duelos, pues durante el tiempo más álgido de pandemia, solo les entregaban una cajita con cenizas, no había féretro ni ritual eclesiástico de cuerpo presente. Es un duelo tras duelo que se convirtió en frustraciones, depresiones, ansiedades, desencadenó las enfermedades psicopatológicas.
Señaló que es importante vivir el duelo porque puede llegar a convertirse en duelos patológicos, donde incluso se puede trabajar de manera integral con un psiquiatra.
En su experiencia llegan familiares de difuntos por Covid, enfermos terminales de cáncer, niños víctimas de la violencia y madres que han perdido a sus hijos por un suicidio.
Destacó que en una muerte repentina el duelo es más difícil porque brotan culpas y perdones no otorgados o no pedidos.
La tanatóloga afirma que hay que trabajar las perdidas emocionales en cualquier momento de la vida, porque no cerrar duelos repercute en estados de ánimo y patrones de conducta que se vuelven a repetir.
Explicó que no hay un estándar específico para definir las etapas del duelo, porque cada ser humano es único e irrepetible.
