/ jueves 13 de junio de 2019

Carreras políticas

La democracia a diferencia que otros sistemas políticos dibuja una incertidumbre muy clara entre los actores políticos. Esto, debido a que es un sistema en el que el apoyo social puede derribarse en cualquier momento. A diferencias de las monarquías o las aristocracias, en las democracias el gobernante debe mantener una buena relación con sus gobernados a fin de mantener el apoyo social que le permita seguir siendo autoridad.

Desde esa premisa un gobernante busca estrategias para mantenerse vigente frente a sus gobernados y poder sostener el poder el mayor tiempo posible. Ahí se dibuja lo que hemos considerado la “carrera política”. Cuando hablamos de una carrera política hablamos de los alcances en términos de posiciones y la temporalidad en la que un individuo podría permanecer vigente. Mientras que en la monarquía regularmente el poder perdura hasta la muerte del gobernante, en la democracia termina, cuando el agrado de la ciudadanía se extingue por el gobernante, y eso puede suceder por múltiples condiciones.

Una carrera política puede ser entendida de forma positiva o prolija, pero también negativa o dañina, al interior de la democracia.

En un análisis histórico es posible apreciar que el entendimiento de la carrera política puede concebirse como una serie de estrategias de conservación del voto o bien de generar agrados fundados en información parcial, manipulada o bien en aportaciones falsas o aparentes. En síntesis, el demagogo puede construir carrera política con base de la compra de votos, centrando su atención en los recursos que le generen adeptos, pero omitiendo su responsabilidad directa como funcionario. Esto, es la vertiente negativa sobre una carrera política.

La buena forma de entender la carrera política, es cuando el político mantiene el agrado ciudadano por producto de su trabajo y la resolución de problemas, puede después de todo, para eso sirven los políticos, son los asignados por la sociedad para resolver problemas. Cuando un individuo resuelve problemas políticos y con ello logra el progreso de la ciudad se convierte en un individuo que trazará su carrera política con base del trabajo. Con ello no necesitará ni siquiera preocuparse por difundir su labor pues ella misma hablará por él. La sociedad promoverá su carrera y se encargará de configurarla.

El colapso de la política actual está en que con regularidad la ciudadanía no exige a sus gobernantes ni analiza con claridad su conducta y progreso como funcionarios, se deja llevar por las campañas de comunicación y la manipulación mediática, con ello se premia al demagogo antes que al buen funcionario. Se genera con esto un estado de inutilidad burocrática y una visión general de pensar solo en elecciones y distribución del poder por el poder mismo.

Es importante convertirnos en ciudadanos críticos que promuevan el andar y camino de los buenos funcionarios, de aquellos que cumplen con sus objetivos y detengamos el andar de aquello que solo buscan crecer en sus negocios, poder e influencia.

La democracia a diferencia que otros sistemas políticos dibuja una incertidumbre muy clara entre los actores políticos. Esto, debido a que es un sistema en el que el apoyo social puede derribarse en cualquier momento. A diferencias de las monarquías o las aristocracias, en las democracias el gobernante debe mantener una buena relación con sus gobernados a fin de mantener el apoyo social que le permita seguir siendo autoridad.

Desde esa premisa un gobernante busca estrategias para mantenerse vigente frente a sus gobernados y poder sostener el poder el mayor tiempo posible. Ahí se dibuja lo que hemos considerado la “carrera política”. Cuando hablamos de una carrera política hablamos de los alcances en términos de posiciones y la temporalidad en la que un individuo podría permanecer vigente. Mientras que en la monarquía regularmente el poder perdura hasta la muerte del gobernante, en la democracia termina, cuando el agrado de la ciudadanía se extingue por el gobernante, y eso puede suceder por múltiples condiciones.

Una carrera política puede ser entendida de forma positiva o prolija, pero también negativa o dañina, al interior de la democracia.

En un análisis histórico es posible apreciar que el entendimiento de la carrera política puede concebirse como una serie de estrategias de conservación del voto o bien de generar agrados fundados en información parcial, manipulada o bien en aportaciones falsas o aparentes. En síntesis, el demagogo puede construir carrera política con base de la compra de votos, centrando su atención en los recursos que le generen adeptos, pero omitiendo su responsabilidad directa como funcionario. Esto, es la vertiente negativa sobre una carrera política.

La buena forma de entender la carrera política, es cuando el político mantiene el agrado ciudadano por producto de su trabajo y la resolución de problemas, puede después de todo, para eso sirven los políticos, son los asignados por la sociedad para resolver problemas. Cuando un individuo resuelve problemas políticos y con ello logra el progreso de la ciudad se convierte en un individuo que trazará su carrera política con base del trabajo. Con ello no necesitará ni siquiera preocuparse por difundir su labor pues ella misma hablará por él. La sociedad promoverá su carrera y se encargará de configurarla.

El colapso de la política actual está en que con regularidad la ciudadanía no exige a sus gobernantes ni analiza con claridad su conducta y progreso como funcionarios, se deja llevar por las campañas de comunicación y la manipulación mediática, con ello se premia al demagogo antes que al buen funcionario. Se genera con esto un estado de inutilidad burocrática y una visión general de pensar solo en elecciones y distribución del poder por el poder mismo.

Es importante convertirnos en ciudadanos críticos que promuevan el andar y camino de los buenos funcionarios, de aquellos que cumplen con sus objetivos y detengamos el andar de aquello que solo buscan crecer en sus negocios, poder e influencia.