Algo que hace único al rock es su capacidad de trascender a través del tiempo, de unir a generaciones en una sola voz y viajar en recuerdos a través de la letra o la música de una canción.
Todos estos elementos se conjugaron el sábado por la noche en el Palacio de los Deportes en el concierto de Rock en tu idioma sinfónico, donde más de 12 mil personas cantaron al unísono algunos de los múltiples temas que han marcado la historia de la música en español.
Liderados por Sabo Romo y sus clásicas bermudas, la presentación del segundo volumen de Rock en tu idioma sinfónico no escatimó en memorias. “Por allá del año…”, decía el bajista de Caifanes intentando recordar el origen de algunas canciones.
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Lo interrumpía un burlón “¡Uuuuhhh!”, proveniente del público que se reía del paso del tiempo. El tiempo se enmarcaba en el oído o a través de una pantalla al fondo que emulaba una televisión de los años 50 y a su vez, como un casete similar en el que quedaron grabados Alármala de tos, de Botellita de Jerez o Dormir soñando, de El gran silencio, que fueron bailados y cantados por sus respectivos vocalistas en este concierto.
Por más que el cartel estuviera anunciado, las sorpresas no faltaron. Ya sea de la mano de Cecilia Toussaint con una sutil y seductora versión de Kumbala que cautivó al público que la seguía con sus voces y movimientos de lado a lado. Con Leonardo de Lozzane acompañando a Piro Pendas en Lobo-hombre en Paris y el ensordecedor grito de las fans de la sala.
O cuando Abulón de Las Víctimas del Doctor Cerebro se bajó del escenario para cantar El esqueleto mientras corría entre todo el público. El tumulto y los empujones cambiaron por sillas que pocos ocuparon, pues apenas sonaban los primeros acordes de Beber de tu sangre con la voz de Kazz y la mayoría ya estaba de pie.
El slam fue sustituido por las palmas que acompañaron Juegos de amor, interpretado por Neón. Y las playeras deslavadas de los músicos se transformaron en ropas que combinaron con la elegancia de la Camareta Metropolitana y el Coro Euterpe que musicalizaron clásicos desde Sólo por hoy, con Hugo Rodríguez, hasta El final con Cala. “Las mujeres más chingonas de los 80” fueron representadas por María Barracuda, quien agradeció la inspiración de estas figuras interpretando Bolero falaz de Aterciopelados y Ni tú ni nadie de Alaska y Dinarama, que funcionaron como homenaje a estas figuras.
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Bon, Javier Gurruchaga, José Fors y La Lupita completaron el elenco que al final de la noche reunió a todos en una sola voz para recordar, cómo Miguel Mateos lo hizo en 1984, con El rock no tiene la culpa.
El público recordó a personalidades como Gustavo Cerati que como el rock mismo, permanecerán en la historia a través de éxitos como El temblor, que después de varias décadas siguen haciendo bailar a todo el mundo.