Parral, Chih.- Celebrar el Viernes Santo la muerte de Cristo en la cruz, no significa festejar una ejecución, sino conmemorar que hubo un hombre en el mundo que vivió sus ideales y convicciones hasta firmarlos con su propia sangre siendo fiel a lo que Dios le iba diciendo.
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Monseñor Mauricio Urrea Carrillo, obispo de Parral declaró que el Viernes Santo es el eje central de la historia cristiana y aunque está la fiesta de la Navidad como un gran acontecimiento en el que Dios se dignó bajar a la creación y no solamente visitarlo a través de una teofanía como término bíblico.
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Sino que Dios se dignó a bajar encarnándose en su creatura, es decir, el ser humano, con el fin de acercarse a nosotros, para hablarnos con un lenguaje familiar para que viéramos cómo tratar a los demás, perdonar y cómo acercar a los que son alejados y excluidos en la sociedad.
Es por ello que no solamente Dios se hace igual al ser humano si no que asume realizar el bien, lo cual cuando es tomado enserio se arriesga hasta la propia vida, ya que desde el inicio, como narran los evangelios, Jesús con su vida incomodó a personas que se estaban enriqueciendo a costa de los más débiles.
Afirmó que Jesús era un hombre visto como amenaza para la estabilidad económica y social, ya que este día se lee el juicio que le hacen y aunque tuvo oportunidades de huir o retractarse en su misión hay respuestas en las que no da paso atrás para salvar su vida.
Comentó que en base a esto Jesucristo presiente que lo quieren matar y en el Monte de los Olivos tiene diálogos profundos, pero con su muerte, Dios va a mostrar el inmenso amor que tiene por la humanidad al entregar a su hijo.
Aunque la pasión de Cristo puede verse como una historia económico social, Jesús puso en jaque una estructura romana, judía y después la muerte, pero lo que pudiera ser solamente una ejecución resultó ser el sacrificio del Hijo único de Dios por la humanidad ya que al venir al mundo su misión era el de reestructurar, y redimir qué significa transformar debido a que ese ha sido el ideal del ser humano en el mundo.
Reiteró que celebrar la muerte de Cristo en la cruz no significa festejar una ejecución sino celebrar que hubo un hombre en el mundo que vivió sus ideales así como sus convicciones hasta firmarlos con su propia sangre y en su vida fue fiel a lo que Dios le iba diciendo.
“Celebramos el triunfo del amor el Viernes Santo, y por gracia de Dios la humanidad es puesta en los eventos que suceden, porque los revive, por eso en la iglesia se habla de conmemoración porque se vuelve hacer memoria junto con los que lo vivieron, ya que de pronto estás escuchando el interrogatorio, como lo humillan, lo coronan de espinas, y en otro momento estás frente a la cruz viéndolo morir y a los pies está su madre”; Monseñor Mauricio Urrea Carrillo.
Argumentó que la crucifixión es un acto de donación basada en un inmenso amor hacia la humanidad que le costara la vida, pero su sangre será semilla de nueva vida, además de él estuvo el testimonio de los mártires en la historia cristiana, ya que el mundo cree que con la muerte de Jesús se termina todo pero su sangre derramada fructifica.
El entrevistado concluyó que con este acto de amor queda claro que sólo el amor al hombre vence a la maldad, es por ello que se cae en la cuenta y se entra en la verdad más profunda del cristianismo, manifestada en la vida de Cristo.
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